Presentación de 'KOKORO' en el Ateneo de Madrid

De izquierda a derecha: Joaquín Sabina, Fernando Sánchez Dragó, José Luis Abellán, Félix Arellano e Ymelda Navajo

Aquí puede ver el vídeo de la presentación: Presentación de 'KOKORO' (29/11/2005)

El día 13 de diciembre tuvo lugar la presentación de KOKORO: A vida o muerte. Dragó entrevista a Dragó en el Ateneo de Madrid, en la que participaron José Luis Abellán, Félix Arellano, Joaquín Sabina, Ymelda Navajo y Fernando Sánchez Dragó.

En primera fila: Naoko Kuzuno. En segundo término: Luis Alberto de Cuenca. Al fondo: Carlos Romero, entre otros

Entre los asistentes al evento se encontraban personalidades de la cultura y la literatura tales como Luis Alberto de Cuenca, Silvia Noguera, Fernando Díez, Pepe Esteban, Carlos Romero y Javier Esteban, entre otros, todos colegas y grandes amigos de Dragó, que no fallaron a la hora de acompañarlo en uno de los mayores llenos absolutos y de los momentos más memorables de cuantos ha presenciado el que esto escribe.

Asistentes al acto

Con un aforo completo, lleno a rebosar y con mucha gente de pie en la parte trasera del salón de actos dio comienzo el acto de presentación, tomando la palabra José Luis Abellán, presidente del Ateneo de Madrid. Abellán se confesó “compañero de viaje de Fernando”, tanto vital, entendida la vida como peregrinaje, cuanto comulgando con la filosofía y creencia orientales. Tan es así que ambos fueron en su juventud compañeros de universidad, de ideología, de creación literaria y de celda en Carabanchel. Sus caminos se separaron en el pasado pero, al cabo de los años y cada cual por su propia vía, confluyeron finalmente en el espacio y el tiempo. La intervención de José Luis Abellán fue apasionada, tal como él expresó, y recomendó vivamente la lectura del libro, “agradeciendo a Fernando los buenos momentos, no sólo de placer de lector, sino también de concomitancia espiritual que he mantenido con él a lo largo de todos estos años”.

A continuación llegó el turno de Félix Arellano, también amigo de Dragó de los tiempos de universidad y Secretario del Ateneo de Madrid, que se sinceró con la audiencia, y que resaltó el cariño y afecto que Fernando tiene a sus familiares y amigos, especialmente a Naoko, a la que brinda la dedicatoria de KOKORO, cuyo amor y súplica lograron traerlo de vuelta a la tierra de los vivos. La sinceridad de Félix Arellano le llevó a rememorar ciertos pasajes difíciles de su vida en los que también sintió el amor de los que le rodean y la inmensa felicidad que el descubrimiento de éste produce. Finalmente deseó un gran éxito al libro y a su autor y amigo, Fernando Sánchez Dragó.

Tomó entonces el micrófono Ymelda Navajo, editora de La Esfera de los Libros, que, brevemente, agradeció al Ateneo la realización del acto y felicitó a los miembros de la mesa por su asistencia. Declaró que tenía mucho que agradecer a Fernando Sánchez Dragó, al que conoció en los años setenta con la publicación de Gárgoris y Habidis, pues aceptó el proyecto que ella le propuso para contar en un libro su experiencia al borde de la muerte y hasta qué punto le afectó ese trance. Destacó la alegría de vivir, el sentimiento y la felicidad que rezuman sus páginas y que Fernando ha redescubierto, apurando más que nunca cada minuto de su existencia como si fuese el último.

Durante la intervención de Joaquín Sabina

Joaquín Sabina fue el siguiente en intervenir, reapareciendo después de su “gatillazo” en Gijón -donde había suspendido varios conciertos-, cuando debería estar guardando reposo por prescripción médica. “Eso es un amigo”, comentaría Dragó minutos más tarde. Sabina definió así su amistad con Fernando Sánchez Dragó, alegando “que ambos nos queremos mucho y que siempre estamos de acuerdo en casi nada”. Agregó que “KOKORO es un libro singularísimo” y que uno de los aspectos que más le habían gustado era el hecho de que después de un accidente uno no debe sentar la cabeza, sino sentirla. Evocó, asimismo, “aquellos años de las primeras giras con Javier Krahe, que teníamos que parar al borde de la carretera para discutir Gárgoris y Habidis, porque yo era marxista, Krahe era anarquista y Fernando no se sabía ya lo que era. Bueno, él había sido ya ex todo. Quería decir que la cofradía de amigos de Fernando no tiene que estar de acuerdo con él al cien por cien, ni él lo quisiera, sólo tienen que sentir la cabeza, en lugar de sentarla, en un país en el que todos tienen la cabeza mal asentada. Creo que su voz es muy singular, creo que su voz es muy necesaria, creo que todos sus libros son iniciáticos, y éste también”. Además, Sabina dedicó unos versos a Fernando Sánchez Dragó que emocionaron a éste visiblemente.

Fue entonces cuando tomó la palabra el protagonista del evento: Fernando Sánchez Dragó, que describe su "sanación" o "regeneración" personal tras superar esa operación de corazón como una "crónica a la tierra de los muertos" narrada en forma de diálogo con su alter ego o su ángel de la guarda, Oisinoid, en la que descubre su nueva forma de vida y sus renovados "sentimientos" ante los demás.

Después del acto Fernando Sánchez Dragó charló y atendió a sus seguidores. A la derecha, Félix Arellano

"Hoy sé que aquel día no sólo me operaron de la víscera cordial, sino también y sobre todo del sentimiento", confesó el autor durante la presentación del libro, acompañado de cerca por Naoko, por quien dice regresó de este crucial y sustancial viaje, al que su patología arrastraba.

La aparición de Sánchez Dragó en el programa 'Las cerezas' contando la operación "a tumba abierta" que sufrió en diciembre de 2004 y el interés suscitado por los espectadores por toda clase de detalles fue el origen del este libro, cuyo título, KOKORO, significa corazón en japonés.

Sánchez Dragó comentó que ingresó de urgencia en la clínica madrileña Ruber tras descubrir que tenía dos arterias coronarias estenosadas casi en su totalidad y con riesgo inminente de morir si no se operaba en 24 horas. Tras unas tiernas palabras de su compañera Naoko, "Papi, vuelve", Dragó pasó por la mesa de operaciones del centro hospitalario y regresó a la UVI, donde dice que ocurre "todo lo más grotesco, lo más cómico y lo más desgarrado" y en donde se encontró rodeado de enfermeras que parecían "ángeles". Asimismo señaló que, tras la operación, tuvo que colgar en la puerta de la UVI un cartel que decía 'prohibido visitas' ante las muestras de cariño de sus amigos y compañeros.

"Comprendí que sólo el amor importa y aprendí que no basta con sentir afecto sino que además, hay que manifestarlo", reconoció este ensayista, que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1979 por su monumental Gárgoris y Habidis, obra que, precisamente, presentó en el Ateneo de Madrid, “escenario que he escogido también hoy para presentar este libro esperando que me traiga suerte. Por otra parte, hoy es martes y trece, siempre nos ha gustado a algunos de los presentes aquí bailar en el alambre de Shiva”.

Convencido de que su descenso a la tierra de los muertos le ha convertido en una "mejor persona", Dragó aconseja a sus lectores cómo mejorar su forma de vida para llegar con salud de hierro a la vejez. Junto a los consejos gastronómicos, Dragó también cuenta que ha dejado los porros por el consumo de tabaco que este acto entraña: "Jamás volveré a encender un porro, jamás volverá a entrar una bocanada de humo con o sin cannabis, en mis pulmones", advierte el autor en este libro, que sólo ha tardado un mes en escribirlo.

Asimismo, en estas páginas, que también desvelan algunos asuntos íntimos para los más curiosos, desaconseja usar el Cialis, una variante del Viagra que le provocó los primeros síntomas de su enfermedad cardíaca. "La muerte llevaba varios años sobrevolándome", reconoció Dragó, que confiesa que ha estado a punto de morir en cinco ocasiones en no menos de seis años. "Siempre me ha gustado jugar con la muerte, me ha inspirado curiosidad", añadió.

En primer término, y mirando a cámara, Luis Domínguez, médico del sueño, "el hombre que me salvó la vida" (Dragó)

Además explicó que este libro ha surgido como paréntesis de otra obra, Muertes paralelas, que está escribiendo, dedicada a su padre, que murió en Burgos a comienzos de la Guerra Civil, que todavía no ha terminado y del que lleva escritas ya más de quinientas páginas.

Al finalizar su intervención Fernando Sánchez Dragó fue ovacionado espontánea y apabullantemente por todo el público durante casi un minuto, tanto que se sintió abrumado, hombre humilde él, y pidió con un gesto de la mano que era suficiente y que lo agradecía sobremanera.

Cuando José Luis Abellán retomó la palabra para dar por concluido el acto fue portavoz de todos los presentes y, creo, habló por boca de todos al decir que "el prodigio se ha producido, gracias a vosotros, gracias a los que habéis estado hablando en esta mesa, y gracias, sobre todo, a Fernando. Digo que el prodigio se ha producido porque hemos empezado presentando un libro y hemos superado al mismo, convirtiendo un acto que era académico y literario, en un principio, en un momento de vida real, apasionante, emotivo. Cuando se habla, como él habla, desde el corazón, desde el sentimiento, se supera a la literatura".

Ciertamente, y apostillando a lo que dijo el maestro Abellán, allí ocurrió algo mágico, allí, en aquel teatro, se produjo una cadena de hermandad entre personas individuales y desconocidas, cuya fuente y sumidero se materializaban en la persona de Fernando Sánchez Dragó, que irradiaba bondad. No muchas veces he sentido yo una comunión colectiva como la que allí se vivió, ni se habían despertado en mí sensaciones como las que allí percibí en ningún otro evento de características similares.

Francisco Javier Redondo Jordán