"El IMSERSO es una maniobra para acabar con los ancianos"

 

Dirige ‘Las Noches Blancas' en Telemadrid, donde arroja la inmundicia literaria al infierno de un baúl sin llamas. Lo dice este escritor-monje en el prólogo de su libro que viene: «Lamento profundamente haber nacido español». A mucha gente le pasa lo mismo... con él.

Dice que, en contra de su voluntad, le nacieron en Madrid hace 68 años. También en contra de su voluntad sigue viviendo en España. Y en contra de su voluntad también -que ya es mala suerte- le toca soportar el ruido, que le aturde y le saca de ese monacal retiro suyo en Castilfrío de la Sierra (Soria). Se lee en la puerta de su casa: «Yo nada más soy yo cuando estoy solo». Casi dan ganas de irse y dejarle hablando con la grabadora encendida...

Pregunta.- Usted, que ya está en edad de merecer, ¿qué cambiaría de los viajes del IMSERSO?

Respuesta.- El IMSERSO es una conspiración para aplicar la eutanasia a los ancianos, una maniobra para acabar con los pobres ancianitos, que son muy gravosos para la Seguridad Social. Les han convencido de que bailar un chachachá a las tres de la madrugada es bueno y lo hacen. Esto es crueldad.

P.- ¿A dónde no iría de vacaciones ni regalado?

R.- A cualquier sitio donde hubiera turistas. Yo prohibiría por ley la actividad de los touroperators. Hay que reconocer que tienen buen gusto, los cabrones. Suelen descubrir lugares maravillosos como las playas de Zanzíbar, Cancún, Phuket... Y entonces tú, que has descubierto todo a golpe de calcetín y de mochila, llegas y ves que lo han inundado de hoteles donde la gente hace aeróbic dirigidos por una profesora con micrófono...

P.- Entonces hay que ir a los sitios horribles donde no va nadie...

R.- El Tao enseña que no hay mal que por bien no venga... Confío en que el tsunami haya disuadido de ir allí a los turistas... Me van a meter en la cárcel por decirlo, pero el tsunami ha sido originado por el t-u-r-i-s-m-o. En esos países nunca nadie ha construido nada en las costas, pero por culpa del turismo se levantaron hoteles en primera línea de playa para que las noruegas puedan tirarse al mar desde la habitación. Te voy a decir algo políticamente incorrecto, por lo que quizás acabaré una vez más en mi vida cubierto de grilletes. A ver cómo lo cuentas...

P.- Como usted lo diga, íntegro. Está grabado.

R.- Yo llegué a una isla como la de Phuket en 1967. Allí no llegaban blancos, y era un honor para las familias que te acostaras con la hija y te ofrecían una chica virgen para que tuvieras el honor, y ella también, de ser desflorada por un vagabundo, un personaje de Conrad o un personaje de Stevenson. Era un gesto de hospitalidad; lo mismo que te daban comida, bebida o conversación, también te daban estas chicas. Las niñas salían enriquecidas por el contacto con este bondadoso y generoso personaje llegado de ultramar, y al revés, uno disfrutaba de su lozanía... Ahora esto pasa convertido en explotación, con esos inmundos pederastas que llegan allí y compran estas relaciones. Todo aquel mundo edénico ha desaparecido.

P.- Estamos en agosto, cae un periódico en sus manos, ¿qué titular le gustaría leer?

R- Me gustaría leer: «Todos los jefes de Gobierno de la tierra acuerdan que hay que detener el desarrollo económico». El fin del mundo ha empezado ya, es un proceso. El deterioro del barco en el que viajamos es irreversible y si estamos a tiempo de salvarlo, cosa que dudo, sería deteniendo este brutal desarrollo económico cuyo único objetivo es convertir el mundo en una bola de billar recubierta de asfalto.

P.- Saque de dudas si es que alguien las tiene: derechas o izquierdas.

R.- Si tengo que elegir, prefiero la derecha, porque es más liberal, más culta, más pagana, menos cristiana y menos dañina para la convivencia.

P.- ¿Qué haría con los terrenos de la antigua cárcel de Carabanchel?

R.- Casas de escritores.

P.- ¿Qué cosa prohibida legalizaría?

R.- Yo no legalizaría las drogas, las liberalizaría. La publicidad institucional dice: «Sé buen chico...» Oye, ¿pero quién es un político para darme a mí lecciones de moral?

P.- ¿Esclaviza la tecnología?

R.- Por supuesto.

P.- ¿Vamos hacia al atrás entonces?

R.- El mundo va hacia atrás desde el siglo VI a.C. Todos los valores que existen fueron formulados en ese siglo. A partir de ese momento, el mundo comienza a batirse en retirada porque comienza la era del tener. ¡Tener una mujer con más tetas, un coche más grande o un pene más gordo no da ninguna felicidad. Lo importante es saber quién eres. En el momento en que sabes quién eres, sabes tu papel en el conjunto del Universo, descubres tu vocación. Quien tiene vocación tiene carácter, quien tiene carácter tiene destino. Al entender el Universo también sabes lo que debes hacer. Y el querer y el deber se confunden. El resultado es la sabiduría...

P.- Me está convenciendo...

R.-: ¿Cuál era la pregunta que habías formulado?

P.- No, nada, que si esclaviza la tecnología.

R.- La tecnología es un juguetito más. Yo no tengo móvil y la gente se queda pasmada. Para mí el teléfono es el demonio.

P.- Entonces de la tele ni hablamos...

R.- La televisión es el maligno. Si por mí fuera, prohibiría radicalmente la televisión. Yo, a la que enseña en la tele las tetas por 30 millones, la entiendo. Si a mí me ofreces ahora un millón por enseñar la bragueta lo hago ipso facto. Ahora, lo que no puedo entender es que haya millones de personas dispuestas a quedarse horas embobadas frente a la pantalla para ver esas tetas.

P.- Ir en el Metro, ¿no es un viaje interior?

R.- Todo viaje puede ser exterior, pero el único que de verdad existe es el interior. Y la última estación no es la muerte.

P.- ¿Qué haría Cervantes si tuviera hoy más de 60 años en este país?

R.- Bueno, tenía más de 60 cuando escribió el Quijote... Creo que haría lo que yo: apartarse de todo, llegar a la conclusión de que España, en contra de lo que creen los españoles, es uno de los peores lugares del planeta para vivir: junto a Italia, es el país del mundo con más sinvergüenzas por metro cuadrado.

P.- ¿Qué tiene más delito cuando uno está en el retrete: leer el Marca o El Código Da Vinci?

R.- Hombre, ambas cosas son bastante delictivas. Yo, como voy muy bien de vientre, y lo hago en 15 segundos, pis pas, pues por lo general no me da tiempo a leer el Marca, cosa que no hago nunca, ni a leer El Código Da Vinci, cosa que intenté y no conseguí.

P.- ¿Qué tiene de santa la Semana Santa?

R.- Al norte de Despeñaperros es un regodeo en ese sadomasoquismo que caracteriza al cristianismo, que es una religión que hunde sus raíces en el libro mas maligno que jamás se haya escrito, que es la Biblia, donde se comete el abominable pecado de decir que los niños nacen con pecados. En el sur, la Semana Santa, sobre todo en Sevilla, son unas fiestas maravillosamente paganas donde se celebra la primavera.

P.- ¿Morirse no es una faena?

R.- No tengo prisa, pero me fascina. Mi amigo Peracho ha encontrado un ataúd en un pueblo, de esos que se utilizaban sólo para el velorio cuando no había dinero. Le he pedido que me lo arregle. Quiero ponerlo en mi estudio para meterme todos los días un ratito y meditar allí.

P.- ¿Madrid 2016?

R.- No soy muy piadoso, pero estaba encendiéndole velas a todas las vírgenes para que no le dieran la Olimpiada a Madrid. Hubiera sido la catástrofe definitiva. El madrileño, en contra de lo que él se cree, es un ser maleducado, gritón, que llena la ciudad de cacas y los nobles edificios de pintadas, y es un ser tremendamente agresivo. Es la ciudad del mundo donde hay peor leche. Lo atribuyo a que la gente no duerme. Y eso vale para todos los españoles.

(Entrevista realizada por Pedro Simón para El Mundo, 9 de Agosto de 2005)

Fernando Sánchez Dragó y Julián, fotógrafo de El Mundo, preparando la sesión de fotos. Apréciese la máscara anti-gas y el casco con la flor