EL LOBO FEROZ: ‘Derecho de asilo’

El caso Assange colea. Sigue su crucifixión a manos de las brujas suecas. En ese país existe un delito no tipificado al que cabría llamar de sexo fogoso o por sorpresa. Quien lo comete puede ser reo de violación. Ligas, te vas con un chica a la cama, haces el amor con ella, os quedáis fritos los dos, a media noche te despiertas, jugueteas, ella -soñolienta- se resiste, tú insistes, vuelve ella a resistirse con menos convicción y al final acabas buceando en el golfo de sombras de la chica, que, halagada, se deja hacer… Cosas que pasan, ¿no? ¿A quién no le han pasado? Bueno, pues ya está: sexo fogoso y por sorpresa (agradable, se supone). Pero si la chica, que tiene mal despertar, se va a la comisaría más cercana y te denuncia, lo mejor es que salgas aún en bolas hacia al aeropuerto, compres un billete para el primer avión que vaya a despegar rumbo a países más sensatos y pongas fronteras de por medio antes de que la Interpol te incluya en su lista negra. Assange dio una charla en Estocolmo, al terminar lo abordó una sueca de buen ver, se fueron juntos a cenar, ella lo invitó a su casa, las hormonas se avinieron, durmieron juntos, se despertaron, él quiso repetir, a ella no le apetecía, porfió él, se negó ella y… ¡Zas! Denuncia por violación sin uso de preservativo. ¡Hombre! ¡Pero si andaban los dos atontolinados por el sueño y presa, él, de un ceguerón! La fiscal (‘la’, digo) creyó a la mujer sin prueba testifical alguna -¿había, acaso, un voyeur debajo de la cama o sentado a los pies de ésta?- y dio curso a la denuncia. Otra chavala lo acusó de coerción ilegal (‘sic’) por haber utilizado todo el peso de su cuerpo durante el coito. Antes llamaban a eso «postura del misionero». Miedo da vivir en un país como el citado en el que una chantajista pagada por los servicios secretos puede meterte en chirona. Assange es una víctima más, ‘à rebours’, de la violencia de género, pero como es varón, heterosexual y rubio, nadie se atreve a decirlo. Tuvo que ser un país del extrarradio -Ecuador… ¡Olé sus cojones!- quien se echase al quite concediéndole el derecho de asilo que ahora invocan los refugiados sirios. Francia, el país que tanto presume de acoger a todos, yihadistas incluidos, se lo negó, y el resto de la Europa que levanta muros antipersonas también. En el verano de 1960 emprendí yo un alocado viaje hacia Torremolinos movido por el propósito de follar con suecas. No lo conseguí. De buena me libré.

Fernando Sánchez Dragó, El Mundo, 07/09/2015.