EL LOBO FEROZ: ‘El país que no existió’

Estoy leyendo ‘En los oscuros lugares del saber’ (Atalanta). Su autor es Peter Kingsley, doctor en Filosofía por la Universidad de Londres y docente en numerosos centros de intachable reputación. No es un cualquiera, no es un ideólogo, ni un politólogo, ni un ‘todólogo’, ni un periodista hambriento de actualidad. Su libro vuelve del revés cuanto creíamos saber de Parménides, padre de la filosofía. En una de sus páginas tropiezo con lo que sigue…

«Se recuerda con frecuencia lo mucho que debemos a la Atenas clásica. Es cierto, pero no en el sentido que se nos ha hecho creer.

Atenas era un destacado centro cultural del Mediterráneo. Era sólo uno de ellos, ya que también había otros, pero se convirtió en un centro importante para gente que era tan inteligente y ambiciosa que consiguió que Occidente creyera que se lo debe casi todo. Todavía lo creemos y las historias del mundo clásico aún se basan en la propaganda ateniense.

Fueron atenienses quienes se inventaron la ficción de la Grecia unida. Pero nunca existió tal unidad, porque muchos griegos no querían tener nada que ver con Atenas. Unos pocos atenienses perfeccionaron un extraño juego llamado ‘democracia’ y ofrecieron a otros estados y ciudades griegas la oportunidad de jugar a cambio de su sumisión. Si se negaban a aceptar la propuesta, los destruían. Muchos centros de cultura griegos prefirieron alinearse con los persas en lugar de apoyar a Atenas. Los consideraban más civilizados.

Y había griegos que, como escribió un historiador, se encontraron en posición de si querían ‘contribuir a destruir de una vez para siempre todo lo que quedaba de los atenienses’. Esta gente sabía una historia muy distinta de la que nosotros estamos acostumbrados a oír. Es una historia extraña, conservada aquí y allá en pequeños fragmentos de textos antiguos o retazos de información oculta en los lugares más insólitos, ahí donde nadie se toma la molestia de mirar.

Y es extraño, no sólo por lo que sucedió, sino por la necesidad que todavía tenemos de pensar que las cosas sucedieron de ese modo».

Tomen nota quienes lloriquean por la supuesta ingratitud democrática a un país que nunca existió y a una ciudad en la que se inventó un sistema político clasista, racista y asambleísta. Pido, de paso, el derecho a desgravar la parte alícuota del rescate a Grecia que corresponda a cada contribuyente. No se puede obligar a nadie a dar limosna, y menos si el pedigüeño no la merece.

Fernando Sánchez Dragó, El Mundo, 24/08/2015.