Akela, tú y yo, cachorro de hombre, somos de la misma sangre
Eso decía Kaa, silbando, a Mowgli…
Escribo atropellado. Apenas he dormido. El domingo 16 de septiembre, mientras José Tomás se encerraba con seis toros en el anfiteatro de Nimes, nació mi cuarto y último hijo. Hubiera preferido que lo hiciese en octubre para ser Libra, como su padre, pero no se manda en tales cosas.
Ignoraba yo, hasta que vino al mundo, si sería niño o niña, azul o rosa, como se decía antes. Salió varón. No lo supe hasta que le vi el pito. ¿Como antes? Pues sí, como antes, ya que mi mujer se empeñó en que naciera en casa, con comadrona y sin ginecólogo ni medicalización alguna. Seguir leyendo…