Burmese days (3): Costumbres extrañas
Vuelvo a Birmania, que quedó ya muy atrás, después de mis excursos anteriores…
Olvidé dar un consejo, no por extraño menos importante, en mi segunda entrega, que lo era de instrucciones.
Paese che vai, gente che trovi, dicen en Italia, y añado yo que no hay nación en la que no existan costumbres, a los ojos del viajero, extravagantes.
En España, por ejemplo, los indígenas hablan a gritos, tutean a todo el mundo, se pasan la vida en los bares, suscriben hipotecas, se drogan con el fútbol, discuten de política, descargan la culpa de sus problemas a quienes no la tienen y se van a dormir a las tantas. Lo último, debido a las toxinas que el insomnio genera, pues nada es tan insalubre para el humor como la nocturnidad y la falta de sueño, los conduce al virtuosismo, que nadie les discute, en lo que a todas luces constituye el deporte nacional: la mala leche. ¡Lástima que todavía no sea deporte olímpico, porque nos alzaríamos con las tres medallas! Propóngalo el ministro Wert a quienes tengan plato puesto con tropezones de triunfalismo en esa cena de los idiotas. Lo mismo –Dios no lo quiera– bendecían así la candidatura de Madrid para los Juegos de 2020 quienes tienen la potestad de hacerlo. De perdidos al río. Para ser pobres, mejor nadar en la miseria. No existe camino más directo hacia ella que la organización de una olimpiada. Contrapartida: los españoles serán cada vez más longevos porque no tendrán donde caerse muertos. Seguir leyendo…