DRAGOLANDIA: Al hilo de los días


Entrega a José Tomás del III Premio Paquiro de Toros

Estoy en el pueblo. A mis soledades voy, de mis soledades vengo.

Impresiones, reflexiones…

Tuve la suerte, durante la entrega del premio Paquiro, de asistir a lo que sin duda será el estoconazo de la temporada taurina. Lo asestó José Tomás en lo más alto del hoyo de las agujas del crítico (y otras labores) Javier Villán, que en algunas de sus crónicas había llamado suicida al diestro de Galapagar. Estaba yo sentado junto a Isabel San Sebastián, y los dos nos estremecimos. Será difícil superar la demoledora ejecución de esa estocada en lo que queda de verano. Javier se tambaleó, sonrió, aguantó el tipo y puso al mal tiempo rostro forzado.

¡Leña a Leire Pajín, que tiene un chorro de voz y es el ama del falsete! Todo el mundo se la da. Gajes de haber sacado el carné del PSOE cuando tenía quince añitos y merecía andar en otras cosas. Lleva razón, sin embargo, en su celebrada ocurrencia a propósito del acontecimiento planetario que está a punto de producirse en el mundo occidental (no, por suerte, en el oriental, donde tales tontunas no tienen cabida). Lo es -acontecimiento planetario, estallido de supernova, agujero negro, negrísimo- la coincidencia de dos gigantes del pensamiento débil, la cintura floja y el populismo fácil en el puente de mando de la Europa tercermundista y del Imperio que se bate en retirada. ¡Que Dios proteja al uno y a la otra, aunque es evidente que no lo hará! Preparémonos para lo peor. Zapatero, el leonés, y Obama, el cairota: tanto montan, montan tanto. Pocos éramos, y parió América. Ya es mala pata.

En casa del herrero… ¡Es fantástico eso de que el ministro de Industria, Energía, Bombillas de Bajo Consumo y Ciencias Afines y su secretario de Estado hayan caído en la trampa de un ascensor de la Cámara Alta (¿alta?) que se quedó sin corriente! Hay justicia divina: la de los hermanos Marx. ¿Será anuncio esa anécdota de lo que sucederá en toda España cuando no tengamos una maldita central nuclear que llevarnos a los enchufes? Sostenella y no enmendalla, amigo Sebastián. Ya dijo Zapatero, al hacerse con el poder, que Cervantes era republicano y el Quijote la Constitución de la humanidad. Sí, sí, lo dijo… Palabra.

Acabo de ver a Elena Salgado en la tele. ¡Menudo papelón el que la están obligando a hacer! ¿Cómo es posible que una mujer inteligente -por tal la tengo- se ponga al servicio de un hombre así?

Publicado en: ...el 27 Julio 2009 @ 13:36 Comentarios (28)

DRAGOLANDIA: Frustración electoral


Rosa Díez y Fernando Sosa Wagner celebran el escaño logrado en los comicios europeos

Me aburre la política, me trae al fresco e incluso me repugna, pero me divierten las elecciones. Son como una carrera de caballos, aunque el noble bruto esté muy por encima, excepciones aparte (las de Rosa Díez y Esperanza Aguirre, por ejemplo), del común de los políticos.

La noche electoral me devuelve a la infancia, cuando seguía con pasión las incidencias del Tour. Descorcho una botella de vino, preparo unas tapas, descuelgo el teléfono y me planto como un idiota frente al televisor, que es cosa que casi nunca hago.

Contradicciones. Y contradictorias eran, en lógica consonancia con lo que acabo de decir, mis expectativas electorales. No podían cumplirse y, en efecto, no se han cumplido. He perdido en todos los frentes. Estaba cantado. Quien apuesta simultáneamente al rojo y al negro, al falta y al pasa, al cero y al uno, en la ruleta, pierde por un lado lo que gana por el otro.

Rosa Díez ha salido bien parada, pero no tanto como ella y sus votantes esperábamos.

Zapatero ha perdido, pero en menor medida de lo que los desastres por su gobierno perpetrados auguraban.

Rajoy ha ganado, pero no por fuera de combate, lo que le permite sobrevivir a él y a su adversario. Mal asunto para el PP y bueno para el PSOE. Mi eslogan era: por el bien de los populares, vote a Rosa. Sólo en Madrid han seguido mi consejo.

Deseaba yo la desaparición de Izquierda Unida, ese partido decimonónico, de la escena política. Ahí siguen, medio groguis, es verdad, pero agarrados a las cuerdas. ¿Nunca besarán la lona? ¡Venga, chicos!

También aguantan los nacionalistas de varia lección, que jamás sueltan la presa, porque no son seres racionales, sino hinchas. No toman, en realidad, partido, porque partido no tienen. Tienen equipo.

Mal andamos.

¿Y cómo, rediós, no iba a perder yo en todas las casillas de la ruleta si deseaba al mismo tiempo que fracasase el PP, por su propio bien, ya lo he dicho, y que los socialistas siguieran la suerte que en toda Europa, Vandalia excluida, han corrido.

Algo es algo: en el viejo, putrefacto y cristianoide continente ya no hay izquierda.

También quería que ganaran los defensores de los derechos de los animales y que perdieran los antitaurinos… La cuadratura del círculo. Así no hay forma.

Decía don Pío (por boca de uno de sus personajes): “Yo tampoco tengo ideas muy acordes. En política, por mis extremos, me siento anarquista y monárquico, y en religión, ateo y católico”.

¡Vaya por dios! ¡Y yo que no soy ateo ni católico, ni anarquista (lo fui. Dejé de serlo), ni monárquico, ni republicano! ¿Qué va a ser de mí?

“Y augura que vendrán los liberales / cual torna la cigüeña al campanario”. Escribió ese verso un poeta de izquierdas que hoy parece de derechas. Se llamaba Antonio Machado.

Pero augurar es anunciar, y los augurios, como estas elecciones han demostrado, rara vez se cumplen.

Allá ustedes.

Publicado en: ...el @ 13:29 Comentarios (2)

EL LOBO FEROZ: Desde lo alto de estas pirámides

No me he vuelto loco. No me creo Napoleón. Lo de las pirámides alude a la Historia. Soy lo suficientemente viejo como para pensar que esa señorona me ha contemplado, y yo a ella, en infinidad de ocasiones. Verdad es que no soy un mameluco, como Bonapobama en Kheops, ni tengo 40 siglos, pero, ¡caramba!, dentro de poco cumpliré 73 años (si no me da por hacer lo que a mi edad ha hecho David Carradine en el mismo sitio donde yo suelo hacer cochinadas también históricas, pero más juiciosas), y nada. Repaso los acontecimientos históricos que han desfilado ante mis narices, hago con los dedos la cuenta del viejo que ya soy y no llego ni a tres. Vi el gol de Marcelino, pero fue por la tele y me sentó como si me lo hubiese marcado en la boca del estómago, porque era yo comunista y quería que ganase Rusia. Intervine en la algarada antifranquista del 56, pero no sirvió para derribar el Régimen (de Nochebuena no pasa, decíamos… Ya, ya). La muerte del Caudillo me pilló en Tokio. La de Paquirri, también. Siempre estoy fuera cuando la gente se muere. Seguro que también lo estaré cuando yo lo haga. Ya me lo decía mi madre: ¡corretón! Y corretón fui la noche de Tejero, pero lo que iba a ser noche de Walpurgis se quedó en escena del camarote de Una noche en la ópera (los de la canallesca en el Palace). Estaba en Hong Kong cuando el ejército rojo liberó del yugo británico a los vecinos de esa ciudad y puedo asegurarles que impresionaba ver a los soldaditos de Xian marcando el paso de la oca al ritmo impuesto por los tanques de Milans del Bosch que llegaban desde los Nuevos Territorios, pero también eso lo seguí por la tele mientras digería la mariscada ingerida unas horas antes en compañía de Alfonso Rojo, que nunca ha hecho honor a su apellido. Cayetana no me invitó al bautizo laico de su hijo (no comment… Es compañera de columna), de modo que también me he perdido ese acontecimiento histórico. ¡A ver si por lo menos asisto a la ceremonia planetaria del matrimonio morganático entre ZiPiZaPe y el nuevo conde don Julián que acaba de enviar el manuscrito carmesí de los nazaríes al moro Muza Ben Laden Tarik y confunde las témporas de la Inquisición con el culo de Erdogan, pero seguro que para entonces tengo la gripe palmípeda de Leire Pajín, porque las gansadas son altamente contagiosas! Total… Que desde lo alto de mis siete décadas sólo he visto pasar la historia ante mí en dos ocasiones. La primera fue en Sevilla, allá por el 83, cuando Manolo Vázquez se cortó la coleta en la Maestranza. Una eucaristía. La segunda fue el viernes, cuando Paquito Esplá se despidió de la plaza de Las Ventas, dio una lección de hombría (pues hombría es la torería), toreó a la antigua, convirtió Madrid en sede de los Juegos Taurinos y salió a hombros no del hombre masa de los mítines de los políticos, sino de la santa afición convertida en pagana devoción, porque lo sucedido ese día frente a la Puerta Grande dejó chiquito a lo que hacen los de Almonte con la Blanca Paloma. ¡Ave, Esplá! ¡Gloria in excelsis Paco!

Publicado en: ...el @ 13:22 Comentarios (1)

DRAGOLANDIA: Con admiración, pero sin envidia


Luis Alberto de Cuenca

¿Elecciones europeas? ¡Bah! Hablemos de poesía. Mejor, ¿no?

Me piden los de Otrolunes que intervenga en un homenaje a Luis Alberto de Cuenca. Ni que decir tiene que lo hago encantado. Y esto es lo que les envío…

Si yo fuese Luis Alberto no querría ser Dragó, porque saldría perdiendo, pero siendo, como soy, Dragó, me gustaría ser Luis Alberto, porque saldría ganando.

Lo digo en serio. Pasaría yo de ser un humilde prosista que yerra (de error y de errar) por el mundo y por la literatura a ser el mejor poeta de cuantos hoy escriben en España.

Sigo hablando en serio. Nadie atribuya a hipérbole, ditirambo o tropo la contundente opinión que acabo de expresar. Luis Alberto no sólo alza la voz, sino que la sostiene, y no sólo canta, sino que, además, cuenta.

Eso es extraordinariamente difícil: bailar, sin caerse nunca, sobre el filo de la navaja barbera que sirve de hilván, cicatriz y sutura a la lírica y la épica, a Horacio y Virgilio, al haiku y la octava real, a la fantasía y el sentido común, a don Quijote y Sancho, al amor y el humor, a la sátira y la ironía, al florete y el martillazo, a la serenidad y la ebriedad, a la categoría y la anécdota…

Otros lo hicieron en el pasado, pero sólo Luis Alberto lo hace hoy. Es ubicuo. Es multicéfalo. Es centrífugo y centrípeto. Es aguja de navegar que señala a la vez todos los puntos de la rosa de los vientos. Es como esas stupas del budismo que tienen ojos en sus cuatro caras. Es poeta y veleta.

¡Qué milagro el de abrazar un libro suyo, meterse con él en la cama y sentir lo que se siente al leer un poema mientras el sol se pone y, al mismo tiempo, divertirse como divierten a los quince años las novelas!

Insisto: eso, en la España zapatera, zaragatera y hortera, que es la de hoy, nadie lo hace.

¡Ah, Luis Alberto, simultáneamente sutil e inconsútil, narrador y poeta, juglar y clérigo! ¡Doble mester el suyo, como mandan las cánones de la historia de nuestra literatura!

Y, encima, estudió clásicas, que es lo que yo estudiaría ahora si estuviese en edad de hacerlo.

Lo diré en latín macarrónico: es condición sine qua non conocer esa lengua, la latina, y no viene mal leer de corrido el griego, para escribir como Dios manda en castellano.

Le guardo gratitud a Luis Alberto porque me presta pacientes servicios de latinista y helenista. Soy capaz de consultarle muchas veces cada día, a cualquier hora, y siempre me saca del atolladero. Debería cobrarme. No lo hace. Estoy en deuda con él. Por navidad le enviaré un Mercedes. Tiene un coche que da pena.

Le guardo gratitud a Luis Alberto porque nunca habla mal de nadie y consigue que nadie hable mal de él. No sé lo que es más difícil.

Le guardo gratitud a Luis Alberto porque se atreve a decir que es de derechas y la izquierda se lo perdona. Eso se llama cuadrar el círculo de la incorrección política.

Le guardo gratitud a Luis Alberto por su buena educación, por su cultura concéntrica, excéntrica y enciclopédica, por su constante atención a los raros y curiosos, porque sabe de todo y nunca abruma, por su afabilidad y por ser un caballero en un país de escuderos.

Luis Alberto me honra con su amistad, y eso es algo que debo agradecer a los dioses, pero a la vez los execro por haber tardado tanto en propiciar nuestro encuentro.

Teníamos un destino común, nuestro pasado lo era… Nacimos en el mismo barrio, fuimos al mismo colegio, pateamos las mismas calles, leímos los mismos libros y nos gustan las mismas mujeres.

Seré tan políticamente incorrecto como lo es su poesía: a mí me gusta la suya. Su mujer, digo. Su poesía, también.

¡Malhaya! Él llegó antes, y eso que es más joven.

Termino ya, y lo hago diciendo que deberíamos poner escolta literaria a Luis Alberto porque sus dones, virtudes y saberes, en un país donde la aristofobia es mal endémico (Ortega dixit), lo convierten en blanco de malandrines. Es apuesto, es de buena familia, nació en el barrio de Salamanca, estudió en colegio de mucho pago, llegó casi a ministro, debe de ser hombre de posibles, su conversación es amena, sagaces sus puntos de vista, originales sus juicios, extravagantes sus conjeturas, sabe latín, tiene nociones de gramática parda, no carece de sentido del humor y escribe tan luciferinamente bien como si fuese un ángel.

¡Guárdate, Luis Alberto, de los idus de la envidia!

Agradecía Platón a Zeus haber nacido hombre, varón, griego y ciudadano de Atenas en el siglo de Pericles. Yo, que no soy envidioso, me conformo con ser amigo, per saecula saeculorum, de Luis Alberto de Cuenca.

¡Caramba! ¿Lo habré escrito bien? Voy a pegarle un telefonazo.

Publicado en: ...el @ 13:09 Comentarios (1)

DRAGOLANDIA: ¡Abajo Europa! ¡Viva Rosa!


La diputada de UPyD, Rosa Díez

No voy a explicar a estas alturas por qué detesto Europa…

¿Europa? Bueno, no. Lo que detesto es la Unión Europea, ese ámbito cristianoide de totalitarismo y tercermundismo.

Tercermundismo porque a él se autocondenan todas las economías basadas en la subvención, la intervención de lo público en lo privado y la confiscación de lo que se gana con el sudor de la frente para repartirlo entre los gandules y conseguir sus votos.

Totalitarismo porque a él conduce la confusión entre dos conceptos antitéticos: la sociedad y el estado. Comenzó esa danza de la muerte de la persona a mayor gloria del hombre masa en 1789 y culminó en el mes de mayo del 68. Es curioso. Aquellos niños querían librarse de sus papás para meterse en la cuna de otro papá: el Estado. Quienes ahora gobiernan Europa son los nietos de éste. En su casa siempre se cena lo mismo: sopa boba.

Y, de postre, liberticidio con guarnición de igualitarismo.

Lo dice Eduardo Arroyo en sus memorias (Minutas de un testamento, Taurus): nunca en la historia del mundo han sido los artistas menos libres de lo que lo son ahora. Cierto. Y si el arte carece de libertad, la sociedad no la tiene.

El domingo votaré, pero no por Europa, sino por Rosa Díez…

Enmienda a la totalidad de la clase política, moción nacional de censura a Zapatero, moción nacional de desconfianza hacia Rajoy, voto de castigo al pasteleo de los maricomplejines y los putisocialistas, tirón a las orejas de burro de los ciudadasnos (ciudadasnos, he dicho) que siempre votan a quienes ellos llaman los suyos, apuesta por una mujer firme, honrada, diferente, que dice lo que piensa (no como Rajoy) y piensa lo que dice (no como Zapatero), y que puede poner fin a la tenaza del bipartidismo, al chantaje de los nacionalismos y a los excesos del Estado de las Autonomías, devolver al gobierno central todas las transferencias cedidas a los taifas en lo concerniente a la educación y defender el uso y la dignidad de la lengua en la que escriben Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Álvaro Pombo, Antonio Escohotado y un tal Dragó. Por ejemplo, y perdonen que me incluya.

Votar a Rosa es votar decoro, decencia, diferencia e ilustración.

Votar a Rosa es hacerlo por el bien de España.

Votar a Rosa es hacerlo por el bien del PP, porque ese partido necesita librarse de Rajoy, convocar primarias entre sus militantes y dar paso a la esperanza que Esperanza representa. ¿Nunca va a haber en España un gobierno liberal?

Votar a Rosa es votar por el mal del político más tramposo, mentiroso, cínico, incompetente, inculto, circunflejo y trepa que la historia de España ha deparado. ¿Exagero? Quizá. Pero más exagera él.

Tiempo de primavera. ¿Florecerá esta rosa, dará brotes y retoños? Ustedes tienen la palabra.

Publicado en: ...el @ 11:45 Comentarios (1)

EL LOBO FEROZ: Votar o no votar

That is the question, se dijo el euroescéptico con la calavera de la democracia en la mano.

¿Cómo ser demócrata en un país donde las encuestas aseguran que aún hay muchos millones de ciudadasnos (no es errata) dispuestos a votar por ZiPiZaPe?

Difícil se lo ponían.

Devolvió la calavera al sepulcro, rebuscó en la tumba contigua y extrajo otro cráneo. Era el de Europa.

¿Y a mí qué diablos me importa eso?, se preguntó. ¿Tenía algún sentido molestarse en ir a donde estaban las urnas de su barrio para meter baza en el proceso de putrefacción de lo que nació cadáver y cadáver, más que nunca, seguía siendo?

No, no lo tenía. Deseaba el euroescéptico que el fiambre en cuestión desapareciera para siempre en las llamas de las piras de Benarés o en la boca de los hornos de los patos laqueados.

El futuro estaba allí: en el Índico, en el Pacífico… Y el euroescéptico no quería morirse de asco en los andenes de una estación por la que ya no pasaba el tren de la historia.

Eppur, masculló, voy a votar. No por Europa, claro, que allá se las componga, sino por Vandalia, que al fin y al cabo es mi país.

Una vez tomada, a regañadientes, esa decisión, el euroescéptico tuvo que rascarse la cabeza y escuchar su corazón para decidir por quién votaría. También eso se lo ponían difícil: no había mucho donde elegir.

¿Zapatero? ¿Un socialista, un mentiroso, un cínico, un incompetente? ¡Eso ni se contemplaba!

¿Rajoy? Ya le gustaría, ya, aunque sólo fuera para ser fiel a las únicas gentes por las que había votado en su vida y para apoyar a Jaime Mayor, al que tenía por hombre de bien, pero… ¿Después de ver a su jefe tan maricomplejines como lo había visto en el debate del estado de la nación, donde el muy cobardica no se había atrevido a decir que el PP abarataría el despido si llegase al poder? No, no. Tiempo habría para votar por Espe si los de Génova le brindaban en el futuro la posibilidad de hacerlo.

¿Izquierda Unida? ¡Pero si ya le he dicho que el euroescéptico no quería perder el tren de la historia! No estamos en el siglo XIX.

¿Entonces?

En realidad, pensó Hamlet, no se lo ponían tan difícil. Era, por el contrario, facilísimo. Sólo había un candidato posible para quien quisiera que Vandalia, por remota que tal ilusión fuese, dejase de ser Vandalia.

El euroescéptico salió, fue hacia donde estaban las urnas de su barrio y votó por Rosa Díez.

O sea: no votó por Europa. Votó por España.

Publicado en: ...el @ 11:42 Comentarios desactivados

DRAGOLANDIA: Tres hilos sueltos


Bali

Se refieren a mi último viaje… No al de la muerte, claro, sino al que recientemente emprendí por Indochina. Los lectores de este blog saben de lo que hablo.

Primer hilo: las tres islas del archipiélago de las Gili, frente a la isla de Lombok, son el único asidero que tiene a su alcance quien se adentra, como yo lo hice, en el infierno balinés. No son lo que eran, pero hay algo que las salva y las convierte en un lugar distinto a casi todos los del resto del mundo. En ellas no hay policía. Esa sensación es fantástica. En las pizarras de los bares anuncian, como si tal cosa, las tortillas de hongos mágicos. Tampoco hay centros de atención médica. Son islas relativamente robinsonianas en las que cabe hacer muchas cosas que los seres juiciosos no se atreverían a hacer en ninguna otra parte. Yo las hice, pero no voy a contarlas. Quizá lo haga en algún otro momento. No ahora, no aquí, no aún. Déjenme pensarlo. ¿Qué es un hombre sin misterios?

Segundo hilo: descubrí en Kuta, casi al término de viaje, y por casualidad, un restaurante español que es también asidero de náufrago. Estaba paseando al tuntún, lo vi, desconfié, porque desconfío siempre de ese tipo de establecimientos, pero eché un vistazo a la carta, me llamó la atención, me gustó el sitio y corrí el albur.

Rara vez en mi vida he encontrado en el extranjero un restaurante español de tanta altura, de tanta calidad, de tanto fundamento. Regresé al día siguiente y estoy dispuesto a volver a Bali sólo para cenar todas las noches allí.

Se llama La Sal (www.lasalbali.com), está en la zona de Seminyak, que es la más elegante y la menos expuesta al mundanal ruido del resto de Kuta, y lo lleva un cocinero valenciano que se hartó de España, trabajó en Nueva York y recaló en Bali. ¿Su nombre? Gonzalo Sánchez. Anda también por allí Mona, su hermana.

El local es tranquilo, airoso, bien cuidado. El servicio, excelente. Los precios, m
muy razonables.

En la carta hay platos de inventiva propia, pero sin ninguna de las tonterías que caracterizan a Ferrán Adriá y sus secuaces. A ver si hago memoria… Tomé almejas a la cazuela, lechón sobre fondo de lentejas y mango helado, sopa de cerezas con tarta de queso, sardinillas rebozadas y rellenas, y asado de tira, dividido todo ello en dos entregas nocturnas y regado con un buen vino de Italia. Me quedé con ganas de probar todo lo demás y, aunque había jurado no volver a Bali, estoy seguro de que algún día lo haré sólo para ir a La Sal y, de paso, tomarme unas tortillitas de hongos en las Gili.

Gastronomía del cuerpo, gastronomía del alma.

Tercer hilo: vuelvo a Vandalia, llego a Madrid, cojo un taxi en la Terminal Uno, le digo al taxista “buenos días” y me responde:

-Serán buenos para usted.

No cabe duda. He vuelto a la patria.

Publicado en: ...el @ 11:40 Comentarios desactivados

DRAGOLANDIA: Los pájaros de Bangkok (bis)


Manuel Vázquez Montalbán

Ya estoy aquí, con jetlag, pero me gusta ese estado de conciencia algodonoso. Se parece bastante a un trip lisérgico. El tiempo se estira, el espacio se ensancha, todo se vuelve nube.

He pasado cinco de los últimos siete meses lejos, lejísimos, de Vandalia. Marruecos, Egipto, Tailandia, Camboya, Abu Dhabi, Dubai, las Azores, otra vez Tailandia, Laos, Indonesia…

Volver es siempre un palo, y si se vuelve adonde yo he vuelto, una paliza.

Y, para colmo, el sábado y el domingo, aunque sólo por la mañana, firmo en la Feria. Lo haré a disgusto. Otra paliza. No sé decir que no. Me dejo llevar. A eso se le llama envejecer.

Me aburre, ahora, lo que tanta ilusión me hizo cuando lo hice por primera vez. Fue en Valencia, año de 1979. Me acompañaba el poeta y editor Jesús Munárriz. Acababa de salir Gárgoris y Habidis. Estábamos en la plaza del Caudillo, hoy del Ayuntamiento. Firmé cuarenta y cinco ejemplares. Compartí la caseta con Manolo Vázquez Montalbán.

Nos habíamos conocido, muy de pasada, en el bar de la Facultad de Letras de Madrid a comienzos de los sesenta, cuando los dos militábamos en el Partido Comunista, pero no nos habíamos visto desde entonces.

Manolo murió en el aeropuerto de Bangkok. Hace muy pocas horas yo estaba allí.

Era tímido, reservado, hosco… De él siempre recuerdo, con ternura, un episodio sin mayor importancia, pero significativo.

Fue en noviembre del 79. Acababan de darle el Planeta por una novela del detective Carvalho que se llamaba Los mares del Sur. Luego, cuatro años más tarde, sacaría otra, también de Carvalho, titulada, precisamente, Los pájaros de Bangkok.

El libro del Planeta se presentó en el Hotel Palace de Madrid. Yo asistí al acto y luego me perdí en la noche de la ciudad de la movida, que a la sazón estaba en su apogeo.

Cené, brujulée y a eso de las dos de la madrugada aparecí en el Oliver para tomar la última copa.

Allí, en una esquina del mostrador, estaba Manolo, solitario, tristísimo, con los ojos clavados en el fondo de la suya.

Me acerqué, lo saludé e indagué, sorprendido por su tristeza y su soledad, las razones de la una y de la otra, incomprensibles al término de una jornada tan gloriosa para él como, teóricamente, lo había sido aquélla.

-Ya ves…-dijo-. Ni siquiera con el Planeta ligo.

Y siguió contemplando el contenido de su copa.

Me eché a reír.

Era feo, comunista y sentimental.

¿Es un pájaro la muerte? ¿Es un trip lisérgico?

Seguro que se parece al jetlag.

Puesto a morir, no me importaría hacerlo en Bangkok.

¿Qué tal, Manolo? ¿Estás en alguna parte? ¿Se liga ahí?

Nos vemos…

Publicado en: ...el @ 11:37 Comentarios (2)

EL LOBO FEROZ: Crítica de la razón roja (2)

Libro de la década, decía, el que Escohotado publicó en noviembre con el título de Los enemigos del comercio. Rara vez en España se ha acometido una obra de semejante magnitud, tanto aliento y tamaño alcance. Hay en ella muchísimo más de lo que su título sugiere. Es sólo el primer volumen. Vendrá otro, que ya está casi terminado. Hazaña de Hércules, tarea de un coloso. Durante muchos años, escondido en su ashram del Guadarrama, el filósofo ha estado dale que te pego, al hilo de la noche y de la madrugada, estudiando, investigando, consultando, cruzando datos procedentes de todas las disciplinas y ámbitos de la historia de la cultura, y componiendo sobre el papel pautado de un estilo nobilísimo ni más ni menos que la partitura de una sinfonía en la que da cuenta y razón de cuanto ha sucedido en el mundo desde que el hombre se puso a gobernarlo. Obra extensa e intensa, novedosísima y oportunísima reinterpretación, en estos tiempos de crisis y mesianismo obámico, de la historia del mundo occidental. Lo que Escohotado ha escrito está a la altura de lo que en otros tiempos escribieron gentes como Locke, Hume, Spengler, Ortega, Toynbee o Pirenne. Fue Nietzsche quien dijo que no hay actividad más noble que el comercio. Flaco favor nos hizo Jesús, si es que lo hizo, al expulsar a los mercaderes del templo. Esa estampa evangélica es la que ilustra la portada del libro de Escohotado. Dos Passos, en Años inolvidables, explica cómo dejó de ser de izquierdas al llegar a la irreversible conclusión de que sin propiedad privada no hay libertad posible. Ayn Rand, cuya obra clave, La rebelión de Atlas, aparecida en 1957, es la sagrada escritura del liberalismo a ultranza, dijo: “Cuando el dinero deja de ser el medio con el que los hombres tratan entre sí, éstos se convierten en instrumentos de otros hombres. Sangre, látigos y armas o dólares. Elige”. Santas palabras: las de una filosofía basada en el egoísmo racional y razonable como fundamento de la moral. Escohotado comparte ese principio y fustiga, con datos y argumentos demoledores, el intervencionismo de la izquierda, la santificación de la pobreza, la demonización de la riqueza, la demagogia del igualitarismo, la estrategia obrerista, el chantaje del reproche y el recurso al pataleo, al pordioseo y a la queja como sucedáneos de la justicia social. Desengáñense Zapatero, Obama y Ratzinger. La pobreza de espíritu no pasa por el ojo de la aguja ni conduce al Reino de los cielos.

Publicado en: ...el @ 11:33 Comentarios desactivados

DRAGOLANDIA: Líneas aéreas

Bangkok, 26 de mayo de 2008

Otra vez aquí, pero por poco tiempo…

Dentro de veintitantas horas estaré camino de España. Ha llegado, pues, el momento de cerrar el bucle que hace setenta días abrí.

Dediqué las primeras entregas de mi cuaderno de bitácora indochino (y, a veces, de desahogo) a los preparativos del viaje, de cualquier viaje, de todo viaje, y no sólo de éste, por considerar que tales cuestiones, mínimas, sin duda, a primera vista, pueden condicionar la tónica del mismo. Mal acaba, a menudo, aunque no siempre, lo que mal comienza.

Hablé entonces del equipaje y de los aeropuertos, y anuncié que a renglón seguido lo haría de las líneas aéreas, pero otros asuntos me distrajeron. Cumplo hoy con la palabra dada.

Cogí por primera vez un avión en febrero de 1956. Lo hice para huir de la policía de Franco, que me buscaba. Era de Iberia, me sacó de Madrid y me dejó en Santiago de Compostela, donde me recogió mi tío Jorge, me llevó a Ferrol y me dio asilo en su casa.

En 1965 cogí otros dos aviones. Uno, de Alitalia, para ir de Roma a Turín, donde tenía que cubrir para la RAI el Salón del Automóvil, y otro, de Air France, para ir y volver de Roma a París, ciudad esta última en la que los antisalazaristas portugueses iban a poner en mi pasaporte, fraudulentamente conseguido, el sello que me permitiría volar a Tokio e iniciar mi larga andadura asiática.

Todas las líneas aéreas, y créanme si les digo que probé muchas en aquellos años, eran entonces buenas. Ahora ya no lo es casi ninguna. Se han masificado. Se han adocenado. Son incómodas. Tratan a los pasajeros como si fuesen ovejas estabuladas. No salen ni llegan con puntualidad. Sus azafatas parecen sargentos, discípulas de Matrix o severas gobernantas. No dan comida. Dan pienso. Y lo que es aún más grave: nada las distingue, carecen de personalidad, son idénticas entre sí, ofrecen lo mismo, no tienen un mal detalle…

Vista una, vistas todas.

¿Todas? No. Por supuesto que hay excepciones: las de algunas líneas aéreas del sudeste asiático. ¿Sólo del sudeste asiático? Pues sí: sólo del sudeste asiático. No puedo elogiar a ninguna de las existentes en otras zonas del mundo. Lo siento. Ya me gustaría.

La JAL es (o era) excelente, como casi todo lo que lleva el marchamo de Japón, pero tiene un defecto: no vuela desde ni hacia ningún aeropuerto español. Sé que tiene el propósito de hacerlo en el futuro, a condición de que las autoridades de Sol, de Cibeles y de Barajas se lo permitan. Ojalá lo hagan. Madrid, con olimpiada, pero sin Tokio, seguirá siendo un poblachón manchego.

Era, digo, porque los japoneses me dicen que la JAL va a menos y no resiste la comparación con lo que fue. No puedo pronunciarme al respecto. Llevo tiempo sin tomarla.

De la misma carencia adolece la línea aérea de Singapur. Es fantástica, pero quien recurre a sus servicios tiene que hacer escala, al ir y al volver, en aeropuertos por lo general horribles: Frankfurt, Londres, París…

Y aunque no lo fuesen. El último tramo de los viajes de regreso a España procedentes de los confines asiáticos -Tailandia, Indonesia, China, Seúl, Japón- es peor que un descabello: apuntilla a quien, exhausto ya tras doce horas de vuelo, tiene que apurar el cáliz del viaje arrastrándose como un alma en pena por los interminables pasillos y controles de los aeropuertos europeos, arrostrando las vejaciones a las que como si fuera un terrorista se ve sometido y aguardando sabe Dios cuántas horas a que Iberia -¡Iberia! ¡Lo que faltaba!- lo transporte como una croqueta de supermercado a su destino final.

De la Korean Airlines sólo cabe hablar bien. Tiene además, por si sus virtudes fueran pocas, y no lo son, vuelos que arrancan de Madrid, ¡aleluya!, pero que únicamente llevan -nadie ni nada es perfecto- a Seúl, ciudad que queda un poco a trasmano, a no ser que el viajero vaya a Japón o a China.

Y yo, a China, no voy ni a palos. A Japón, por supuesto, sí, y para eso nada mejor, hoy por hoy, que la compañía coreana.

Dulcis in fundu. La mejor línea aérea del mundo es la Thai. No es la primera ni será la última vez que lo digo. No soy tampoco el único que lo hago. Hay consenso. Lo dicen todos. Gratitud, cortesía y sinceridad obligan.

Sé de lo que hablo. En los últimos seis meses he cogido siete vuelos de esa compañía y mi mujer otros tantos, no siempre coincidentes. Impecables, todos. Puntualidad de reloj suizo, delicadeza, elegancia, buenos modales, facturación rapidísima (sobre todo en Bangkok, pero no sólo), atención constante al viajero, aviones en permanente estado de revista, azafatas con las que cualquier varón juicioso se casaría, conexiones ajustadas al milímetro con los principales aeropuertos del vasto territorio que cubre y, como guinda, una orquídea.

La Thai, por añadidura, y en lo que me concierne, viaja a la zona del mundo a la que yo viajo con más frecuencia y –last but not least- no sale de la Terminal Cuatro, que es un parque de torturas, sino de la Uno, cuyo rostro aún es humano. Sólo por eso sería ya mi compañía preferida

Tengo dicho, medio en broma, que podría quedarme a vivir en la business de la Thai si dispusiera de dinero suficiente para financiar ese capricho. Es como un penthouse de millonario de película. ¡Lástima que yo no lo sea!

Y una última observación, ya que hablamos de clase business, porque es de justicia: los asientos de la British, en la categoría mencionada, son los mejores del mundo, tanto para dormir como para velar. Una delicia. ¿A que espera la Thai para instalarlos?

Publicado en: ...el 01 Julio 2009 @ 11:46 Comentarios (112)

DRAGOLANDIA: Karma

Islas Gili (Lombok, Indonesia), 22 de mayo de 2009

¡Ay de mí! La escapada termina.

Huí de Kuta (el infierno), huí de Ubud (el limbo), pasé cinco días maravillosos en Yogyakarta (ya hablaré de ella. No he podido hacerlo. Está, si le quitamos las motos, los coches y un par de avenidas plagadas de adefesios, casi igualita a como era cuando hace cuarenta años la visité) y me vine a las islas Gili, que están muy cerca de Bali, pero muy lejos de su contaminado, degenerado e insoportable estilo de vida. También hablaré de ellas, si ha lugar, que lo habrá, pero hoy me siento incapaz de hacerlo.

Estoy en un bareto. Aquí no hay coches. He encargado una tortilla de… A buen entendedor.

Miro al horizonte y se me encoge el alma. Dentro de unos días, muy pocos, ya no lo veré.

La escapada, como dije, toca a su fin. Vuelvo a Vandalia y a sus pequeñeces, tan molestas, en ocasiones, como los tábanos. Supongo que redactaré la próxima entrega de Dragolandia embutido ya, como el cerdo ibérico, el chorizo de Cantimpalos y la morcilla de Burgos, en las tripas del avión que me lleve a Madrid.

Lo del cerdo, el chorizo y la morcilla va con bala, con baba (mala, malísima) y con intención. No sé si España es un destino en lo universal, como decía José Antonio, pero sí sé, por experiencia propia, que ser español es una condena a la pena capital. No le dejan a uno dejar de serlo.

Lo intenté el 31 de diciembre de 1980. ¿O fue en el 79? No importa. Estábamos a punto de ingresar -lo haríamos al día siguiente- en la Unión Europea y, a modo de exorcismo, envié un telegrama al Ministerio de Justicia solicitando que se me concediera el estatuto de apátrida.

Y ni caso.

¡Hombre! ¡Digo yo que por lo menos podrían haberme extendido la clásica receta de Larra, que también tuvo la desdicha de nacer en el país donde yo lo hice, por más que ahora nos vendan, a burro muerto, la cebada de su centenario!

Ya saben: Vuelva usted mañana.

Pues, como digo, ni eso. Silencio administrativo, y a joderse, joven. Procure nacer en otra parte la próxima vez que lo haga.

Descuide, señor ministro. Así lo haré, suponiendo, claro, que Buda lleve razón y la reencarnación exista.

Dios guarde a usted menos de un año.

Fin de la instancia y fin de la infancia (entendida, a título metafórico, como paraíso).

Partir no es morir un poco, como dicen los franceses. Volver, en cambio, es morir un
mucho.

Y eso es lo que yo, a contrafuero, me dispongo a hacer.

¿Es una locura? No. Es un suicidio, pero no me queda alternativa. Nací español y, para dejar de serlo y reencarnarme, tengo que morirme.

Sea. Abandono el paraíso. Vuelvo a Vandalia.

¡Y, encima, hay elecciones!

¿Qué delito cometí contra vosotros naciendo?

Publicado en: ...el @ 11:43 Comentarios (9)

EL LOBO FEROZ: Crítica de la razón roja (I)

Ya viene la Feria del Libro por antonomasia. ¿Debo aclarar que aludo a la de Madrid? Seguramente, porque lo de antonomasia es palabro de difícil deglución para las molleras de los chicos de la LOGSE y el plan Bolonia. Bolonios, en efecto, son, mayormente, esas víctimas del Sistema, y si tampoco, como es de temer, conocen el significado de tan gráfico adjetivo, busquen su segunda acepción en el tumbaburros, aun a riesgo de que éste, haciendo honor a su apodo, los tumbe. ¡Ya que sus profesores no lo hacen! Antonomasia viene del griego, y fue en Grecia donde empezó la historia de la filosofía. Malos tiempos corren para ésta desde que mi tío Ruiz-Giménez dio mulé al bachillerato de Sáinz Rodríguez y divorció las ciencias de las letras. Eso fue en el 53, y desde entonces vamos a menos. Queda aún por aquí, trasconejado, algún que otro profesorcillo de filosofía, pero filósofos, lo que se dice filósofos, apenas hay ya en Vandalia. Si Yavé, para perdonar los pecados de ésta, exigiese a Lot diez representantes de tan rara especie, el país acabaría como acabó Sodoma. Uno de los más ilustres supervivientes en la magra nómina de la filosofía es Antonio Escohotado, que no irá, supongo, a firmar al Retiro, pues no es persona dada a tan antiepicúreas vanidades, pese a ser el autor de lo que a mí me parece libro del año y, posiblemente, de la década. Salió en noviembre, es un tocho de tropecientas páginas, lo ha publicado (con un par) Espasa y se titula Los enemigos del comercio. El único error del filósofo en lo concerniente a tan monumental obra, de la que hablaré con más detenimiento de hoy en ocho, es haberla llamado así, incurriendo en flagrante paradoja y, por ello, filosófica virtud, pues el título da razón de sí mismo al ser dudosamente comercial y poco idóneo para que los visitantes peripatéticos de la Feria, que nada tiene que ver con el Liceo de Aristóteles, cedan a la tentación de comprarla. Sugerí yo a Escohotado que la llamase Crítica de la razón roja. Me dijo que lo consideraría, pero lo desechó. No importa. El título no hace al monje ni sirve para esconder un tractatus de tamaña envergadura. ¿Verga dura? Pues sí: potente filosofía en fase de máxima erección. ¡Ojalá leyeran Zapatero y las cocotas de su boudoir el libro de Escohotado! En él se explica todo lo que debería hacerse para salir de la crisis y lo que no debería haberse hecho antes de que ésta empezara. No lo leerán, claro. También ellos son chicos de la LOGSE.

Publicado en: ...el @ 11:37 Comentarios (12)