Hasta aquí he llegado
Tolle, legge…
San Agustín tenía razón. Abres un libro al azar y te topas con algo que alude a ti y, a veces, te cambia la vida.
Miseria y compañía, 18º volumen del Salón de pasos perdidos (Pre-Textos), de Andrés Trapiello… Me lo entrega su autor, lo hojeo precipitadamente, pues no hay obra literaria que año tras año estimule con más urgencia mi apetito de lector, y mis ojos se posan, como banderillas puestas al quiebro, en una frase de la página 232. Dice: “Me gusta pasármelo bien leyendo, pero no leo para pasármelo bien. Y si al final de un libro sólo me lo he pasado bien, aborrezco ese libro (como un pájaro el nido) y me aborrezco yo”.
Sabido es que el Pisuerga pasa por Valladolid y que tan inocente circunstancia geográfica actúa a menudo como el famoso “efecto mariposa”.
La frase de Trapiello, que no suscribo en su literalidad, aunque sí en su arremetida contra quienes creen que la máxima función de la literatura es la del entretenimiento, me lleva a pensar en qué es lo que en la vida -en mi vida- más aborrezco. Seguir leyendo…