Con flores a Marías (2)

Con flores a Marías
Javier Marías, en la rueda de prensa con motivo del rechazo del galardón

Hace algo más de un año publiqué en El Mundo impreso un artículo que se llamaba así. El Marías del título, que hoy reitero por dos razones que enseguida revelaré, era Javier, no su padre, don Julián, al que tanto aprecio tuve y tengo. El aludido me contestó con una amabilísima carta, escrita de su puño y letra, a la que aún no he respondido, pero esté seguro su destinatario de que lo haré. Mejor tarde que nunca. Te ruego, Javier, que disculpes mi silencio y el retraso. Lo que hoy escribo a cuento de tu negativa a aceptar un notorio premio de sopa boba no es respuesta a tu respuesta. Eso, como digo, ya te llegará.

Reitero el título, en primer lugar, porque lo juzgo bueno, y no es cosa de desperdiciarlo utilizándolo una sola vez. Eres escritor. No creo que me lo reproches. Sonreirás. A veces se escribe algo sólo para revestir o poner pie a una frase, a un tropo, a una ocurrencia. No fue así en tu caso.

Y lo reitero, sobre todo, bromas aparte, porque te mereces, como mínimo, un buen ramo de tus flores favoritas que no se abone con caudales de las arcas públicas, sino con el de mi monedero, que es rigurosamente privado. Dime qué flores son ésas y te las enviaré, así sean las más caras de la floristería. Orquídeas, camelias, qué se yo. ¿Será por dinero? No siendo público…

Lo tuyo ha sido un beau geste, un buen ejemplo, un desplante de torería, que sólo aplausos (y flores) merece, por más que los hipócritas y demás especies autóctonas de la fauna ibérica lo critiquen, se llamen a escándalo y den en berridos de plañideras y aspavientos de tacañonas.

No alabo en ti ni en tu gesto, como otros hacen, la coherencia, aunque la respete, pues no siendo yo persona que destaque por tal virtud, sino más bien por su contraria, y convencido, como lo estoy, de que no es coherente la vida, en general, ni es de por sí buena la coherencia, sino la rectificación, cuando hay error por medio, o la voluntad de enmienda e incluso de contradicción en los casos de estupidez manifiesta (la de quienes te critican, por ejemplo), incoherente sería por mi parte alabar dicha virtud.

No, Javier, no. Yo no te aplaudo por eso, porque dijeras que nunca aceptarías limosnas de la índole de la que ahora has rechazado y hayas mantenido la palabra, sino por la dignidad que supone y el apoyo que requiere la denuncia de cualquier estafa al bolsillo del ciudadano, del paisano o del súbdito, como lo son siempre, en cualesquier tiempo y lugar, y más aún en época de tantos recortes, los premios institucionales.

Suprímanse todos, por favor, todos, digo, incluyendo el Cervantes, que es permanente piedra de escándalo y en el que, como en el Nobel, rara vez son los que están y casi nunca están los que son. Tú mismo lo has señalado, suscriba yo o no la injusticia de esas ausencias: que si Hortelano, que si Benet, que si Gil de Biedma, que si Mendoza… De hecho, sólo suscribo una, y con algún reparo. Si acaso dos, pero la segunda más por amistad que por otra cosa.

Pero no es eso lo malo, lo peor, quiero decir, pues en cuestión de gustos… Gente criticona habrá que no censure tu actitud por el rechazo del premio, sino el premio en sí mismo por habérselo dado a una novela que, en su opinión, que no es la mía, no lo merece. En su derecho están, si juzgan de buena fe.

Lo malo, lo peor, es que sea tu vecino, y el mío, y tú, y yo, y la castañera de la esquina, quienes paguemos el santo, la peana, el cepillo, los costaleros y el incienso.

Seguro que salta ahora en el coro de los grillos que cantan al Estado alguien que me acuse de cinismo, pancismo y jeta recordando que por dos veces he sido yo Premio Nacional (de Ensayo, una, y de Fomento de la Lectura, otra) y que en ambas ocasiones cogí el dinero y corrí. Cierto, cierto… Y si otro me diesen, lo que por desgracia no creo que suceda, otra vez volvería a hacerlo.

Yo no soy como tú, Javier y, por supuesto, quede Dios con los dos (vive la différence!, ¿no?), pero no creo que haya esta vez contradicción insalvable, sino coincidencia paradójica, entre lo que acabas de hacer y lo que yo hice.

Verás… Te lo explico con una anécdota.

Cuando en 1980 me dieron el Nacional de Ensayo por Gárgoris y Habidis, fui, para que me entrevistaran, al telediario de la Uno y la locutora, con un deje de malicia, me preguntó:

–¡Pero señor Dragó! ¿Cómo es que un ácrata como usted acepta dinero del Estado? ¿No es eso una incoherencia?

Pues no, por una vez no lo era. Le dije:

–Lo acepto precisamente por eso, amiga mía, para arrebatar al Estado, que tanto nos arrebata, parte de lo arrebatado…

Cínica, en efecto, habría sido esa respuesta caso de existir algo que entonces no existía, ni existe ahora, ni, por desgracia, puede existir: un cauce administrativo para devolver el dinero del óbolo a quienes lo habían apoquinado. O sea: a tu vecino, Javier, y al mío, y a ti, y a mí, y a la castañera de la esquina. Pero no hay tal. Esa posibilidad no se contempla.

Así las cosas, mejor disfrutarlo uno, ¿no, Javier?, y gastárselo en vino o en lo que más le apetezca, aunque ésa sea mi postura y no la tuya, que sin renunciar a la mía me parece, como ya dije, digna de aplauso, orejas, alabanza y flores.

¡Claro, claro! Ya sé, te lo dicen los beatos y beguinas del insufrible buenismo imperante, tan hipócritas como los lameculos de las instituciones, que podrías haber dado ese dinero a cualquier ONG o cosa que se le parezca, sin reparar los muy idiotas en que tal pamema equivaldría, excepciones aparte, pues alguna habrá, a salir de Málaga para entrar en Malagón. Nada hay en estos tiempos tan gubernamental como lo que presume de no serlo.

Bueno… Lo dicho, Javier, que en el periódico, por cuestión de espacio, bien lo sabes, no me dejan decir más. ¿Qué flores quieres? Al vino, aunque no me den ningún premio, estás invitado.

Publicado en “Dragolandia”, elmundo.es, 29 octubre 2012.


Publicado en: ...el 30 Octubre 2012 @ 11:10 Comentarios (1)

One Comment

  1. A 30 Octubre 2012 @ 13:45 ER MANUE dijo:

    A MARIAS, POR DECLINAR EL DINERO PUBLICO DEL PREMIO, LE SALTAN AL CUELLO LOS LIBERALES, LOS CONMILITONES DE LA LUMBRERA, NO LA IZQUIERDA. ASI QUE LA LUMBRERA SE REFERIRA A ELLOS CUANDO HABLA DE LOS HIPOCRITAS, EN MEDIO DE TODO ESE LENGUAJE POMPOSO.