EL LOBO FEROZ: Neandertales en Estrasburgo

San Isidoro escribió en latín una obra enciclopédica a la que puso por título Etimologías. Ese fue el cauce por el que la cultura romana desaguó en la visigótica, la fecundó y pasó el testigo en la carrera de relevos de la historia a lo que con el correr de tiempo sería hispanidad. La etimología es la madre de la sabiduría y el latín es el paterfamilias de nuestra etimología. Traditio significa entrega y de esa palabra viene tradición: el conjunto de los conocimientos, doctrinas y costumbres que se transmiten de generación en generación. Proditio, en cambio, significa traición (el antónimo de tradición), y traidores son los parvenus de Estrasburgo que han decidido descolgar los crucifijos de todos los centros docentes de la Unión Europea. Claro abuso de autoridad y estupidez evidente, pues estúpido es, como asegura la traditio, quien escupe al techo de su casa. La cruz es símbolo, muy anterior al cristianismo, que representa el cruce de la verticalidad del macrocosmos (el anima mundi) con la horizontalidad del microcosmos (la sociedad y la historia). Cruces por todas partes y en todas las culturas: cruz egipcia, cruz griega, cruz latina, esvástica, lábaro, lauburu y hasta cruz roja. ¿Qué harán con ésta? ¿Prohibirán también, por ser ideogramas de origen religioso, el yin y el yang del taoísmo, la media luna musulmana y el aum hinduista? El hombre de Neandertal carecía de la capacidad cognoscitiva necesaria para entender los símbolos, reconocerse en ellos y compartirlos con el prójimo. En eso, más que en los rasgos de la anatomía, se diferenciaba del hombre de Cromagnon. Con éste, capaz ya de agruparse en torno a ideas abstractas, valores morales e imágenes alegóricas, el ser humano se transformó en animal sociable, en zoon politikon, y la historia se puso en marcha. Patética es la incultura y voluntad de parricidio de los neoneandertales de Estrasbusgo. ¿No han leído esos chicos de la LOGSE ultramontana y progresista a Jung y a Campbell? ¿No dan de sí sus molleras zejijuntas lo suficiente para entender que el Crucifijo simboliza el impulso de ascensión y regeneración que in illo témpore obligó al mono a erguirse? ¿Tendremos que volver a gritar, como lo hizo Unamuno, que se europeícen ellos? Berlusconi se ha plantado. ¡Ave, César! In hoc signo vinces. ¿Qué hará Zapatero? ¿Qué dirá Rajoy? Por cierto: el autor de esta columna no es cristiano. Es pagano y nietzscheano, pero más amigo de la verdad que de Platón.

Publicado en: ...el 31 Enero 2010 @ 15:01 Comentarios (47)

DRAGOLANDIA: Trajín

En eso ando. El tiempo se estira en Castilfrío, pero no lo suficiente. Necesitaría jornadas de cuarenta y ocho horas en las que cada una de ellas tuviera ciento veinte minutos. No doy abasto. Quien mucho abarca…

¿Cabe ser intenso siendo extenso o se trata de dos apuestas incompatibles?

Jodorowsky no lleva reloj. Eso me sorprende y me admira. ¿Cómo se las apaña? Me gustaría emularlo, pero no me decido a hacerlo.

Ayer, jueves, nevó en Castilfrío. Menos mal que el miércoles lució un sol espléndido, seco, frío, metálico, ventoso, característico de ese país de las maravillas que es el Alto Llano Numantino. Medio centenar de periodistas y otros tantos vecinos del pueblo o de la zona y amigos llegados de otras partes asistieron al bautizo de mi última novela y rindieron honores póstumos al gato que lo protagoniza.

Estábamos en la iglesia del pueblo, cuyo uso había autorizado el obispo del Burgo de Osma, un hombre de bien al que ya tengo por amigo. Eduardo Aute, otro amigo del alma, estrenó su canción “Gato de Arigató”. Con ella dará a conocer el nombre de Soseki en todas las Españas y todas las Américas.

El acto salió redondo. Fue cordial, simpático, afectuoso y emotivo.

Al día siguiente bautizamos al hermanillo de Soseki con unas gotas de Möet Chandon -a tal señor, tal honor- junto a la lápida de su hermano y bajo el olivo de mi jardín. Yo fui el sacerdote y Alicia Mariño, autora del haiku inscrito sobre esa lápida, la madrina. Elena Figueroa sostuvo la pila de cerámica de Talavera aportada por el notario de Madrid Antonio Pérez. Testigos de la ceremonia fueron Silvia Grijalba, Ramón Blecua y Naoko. Impusimos al catecúmeno el nombre de Sensei, palabra japonesa que significa “maestro”.

El haiku de Alicia reza (nunca mejor dicho): “Ser como tú, / surcando el infinito, / tigre de luz”.

Y ahora, mea culpa, pésame, Señor… Prometo que no volveré a hablar de mi gato hasta el año entrante.

La vida sigue o, mejor dicho, vuelve a sus cauces: Dragolandia, El Lobo Feroz, Las Noches Blancas, Isabel Gemio, Julia Otero, mis memorias, interrumpidas por la muerte de Soseki…

¡Caramba! Ya he incumplido mi promesa.

El 12 de diciembre, Dios y Eolo mediantes, me iré con Miguel de la Quadra y su Ruta Quetzal a la isla de Juan Fernández, alias Robinson Crusoe. Y de allí, ya sin los marañones de Miguel, seguiré por tierra hasta el extremo meridional de Chile y Argentina y subiré hacia Buenos Aires.

No volveré hasta que las navidades, ese infierno, sean agua pasada. No las soporto.

Mi función en la Ruta Quetzal es la de ser, como tantas veces, en otros tiempos, lo fui, cronista de Indias a las órdenes del almirante de la Quadra.

Y esas crónicas se publicarán aquí.

Posdata – En la entrega anterior de este blog olvidé mencionar otra de las patrañas que circulan a cuento de mi persona: la de que soy vegetariano. Pues no, amigos, no lo soy. ¿Cómo voy a ser vegetariano viviendo en las Tierras Altas de Soria? Me habría muerto ya de hambre hace cosa de sesenta y cinco años. Llegué aquí, capital del chorizo, de los torreznos, del picadillo y de la caldereta, cuando tenía ocho. Esta noche, sin ir más lejos, voy a zamparme un cordero lechal expresamente asado para nosotros en compañía de José Luis Garci, David Gistau y nuestras respectivas señoras. Adónde fueres… En Chile y Argentina serán bifes, asados de tira, churrascos y cuanto la vaca ofrece. ¿Gustan? ¡Hamdulilá!

Publicado en: ...el @ 14:58 Comentarios (1)

EL LOBO FEROZ: El tiempo entre costuras

Y, de repente, una novela… Una novela de las de antes, de las de siempre, de las de casi nunca, de las que agarran por sus partes -alma, corazón y vida- al lector y ya no las sueltan hasta que ese ser afortunado alcanza la última línea.

Una novela de verdad, de cuerpo entero, levantada con piedra de sillería, bien cementada y cimentada, minuciosamente documentada, adictiva, apasionante, arrolladora.

Una novela escrita como ya no escribe casi nadie: léxico, sintaxis, gramática, armonía, precisión de relojero, variedad, ligereza, buen gusto, rayano todo ello en la perfección.

Una novela de más de seiscientas páginas que se hacen cortas, que no pesan, que tiran de la atención del lector con la suavidad con la que los corceles de la cuadriga platónica -cuerpo, sexo, corazón y cabeza- llevan en andas al Auriga por el jardín de los senderos de la razón y por las curvas del laberinto de la imaginación.

Iba yo, desde hace muchos años, con un candil al hombro y unas gafas de hipermétrope, como Diógenes, buscando una novela que no se me cayera de las manos, que no me aburriese, que no me obligase a abandonar la lectura a la vuelta de unas páginas, que no me cantara milongas ni me contara bernardinas, que me retrotrajera a los años de la infancia y la adolescencia, cuando abrir un libro era hacerse a la mar… Y allá, a mi frente, Estambul.

Fue Eduardo Torres Dulce quien me recomendó que leyese El tiempo entre costuras (Temas de Hoy), de una tal María Dueñas, de la que nada sabía yo entonces ni sé mucho ahora, fuera del breve apunte biográfico que figura en la solapa trasera del imponente novelón. Seguí el consejo, me hice con el libro, lo empecé, ya no pude soltarlo hasta llegar a la bibliografía que lo cierra y aquí tienen el veredicto.

No me mueve la amistad. No conozco a la autora, aunque ya la he invitado a participar en Las noches blancas. ¡Faltaría más!

Madrid, Tánger, Tetuán, Lisboa, una modista beautiful and damned lanzada a la aventura y a la desventura, al amor y al desamor, a la guerra y a la paz, y a un mundo de espías, de fugitivos, de impostores, de outsiders, de sueños, frustrados o no, y de todo el perverso encanto de lo que el tiempo, definitivamente, se llevó.

Alta literatura, amigos. No pasen de largo. Aprovechen la oportunidad. Corran hacia la librería más cercana.

“Una máquina de escribir reventó mi destino”. Así comienza el relato. ¿No quieren saber por qué?

Publicado en: ...el @ 14:47 Comentarios (1)

DRAGOLANDIA: Patrañas

Internet cumple la misma función que los chalados de la Nueva Era atribuyen a los registros akáshicos (no sé si la palabreja se escribe así): todo queda inscrito en ella por los siglos de los siglos. Antes, las mentiras, las calumnias, las imposturas y los errores se desvanecían con el paso del tiempo. Ahora, ya no. El ordenador es palabra de Yavé en el Génesis: hágase la oscuridad, y la oscuridad se hizo. Cuando algo, verdad o falsedad que sea, entra en el vientre de ese artefacto y aparece en su pantalla, ahí se queda hasta que la batalla de Armagedón llegue a su término.
Voy a repasar algunas de las patrañas -divertidas, a veces- que circulan a cuento de mi persona y a poner los puntos sobre sus íes, aunque de sobra sé que no servirá de nada.

En 1990 me quedé finalista del Planeta con una novela, ‘El camino del corazón’, presentada bajo plica con el título apócrifo de ‘El cuerno de oro’. Pues bien: ese título pasó a formar parte de mi currículo literario y ya no hay quien lo saque de él. Fue una agencia de noticias quien lo dio por bueno y lo puso en circulación. Si buscan ustedes mis datos en la web del Ministerio de Cultura, se toparán con el nombre de esa novela, que no existe. Lo curioso es que casi veinte años después aún hay periodistas que me preguntan por ella y personas que aseguran haberla leído y llegan al extremo de decir que les ha gustado mucho. No me va a quedar más remedio que escribirla. La promoción está hecha.

Tampoco dije nunca, como muchos creen, que me iría de España si Zapatero ganaba las elecciones. Eso lo puso en mi boca un escritor soriano, Antonio Ruiz Vega, lo recogió Benjamín Prado en la presentación del libro ‘Libertad, fraternidad, desigualdad’, lo propaló la Agencia Efe y el bulo coló. No son los jefes de Gobierno, sino mi libre albedrío, quienes determinan mi lugar de residencia. De España, por otra parte, me voy continuamente, y lo que me iré. No paso en Vandalia más de tres o cuatro meses al año. Lo que sí dije, allá por el 93, es que me largaría con la música a otra parte si Felipe volvía a hacerse con el timón del país, y mantuve mi palabra. Me fui a un islote del Pacífico. Es curioso, porque ahora lo echo de menos. A Felipe, digo, y al islote, también. Cualquier político, por malo que sea, es mejor que Zapatero.

Tercera patraña: la de que la pianista japonesa del difunto programa Dragolandia es mi mujer. Ni lo es ni lo ha sido nunca, por grande que sea el afecto y la admiración que le profeso. Se llama Mine y está felizmente casada con un amigo mío. Mi mujer también es japonesa y toca el piano, aunque nunca en público. Ahí se acaban los paralelismos y las semejanzas.

Hace cosa de un mes, en el curso de un almuerzo celebrado en Pequín y convocado por la ministra de Cultura con motivo de la Feria Internacional del Libro de esa ciudad, la mujer de un magnífico poeta y gran amigo mío se quedó de un aire al enterarse de que, por desgracia para mí, ni soy el propietario de la empresa Soria Natural ni existe vínculo alguno entre la misma y mi persona, cosa que ella daba por sentada. ¡Ojalá hubiese estado en lo cierto! Sería yo, en tal caso, multimillonario y no tendría que ir del caño al coro durante setenta horas a la semana para sacar adelante el chiringuito y, sobre todo, atender al mantenimiento de mi biblioteca, que es el renglón más caro de mi presupuesto.

¡Y cuál no sería mi sorpresa cuando el otro día alguien, al que acababa de conocer, se interesó cortésmente por la marcha de mis negocios inmobiliarios en Lanzarote! Ahí fui yo quien se quedó de muestra. ¿Pero de dónde saldrán semejantes paparruchas?

¡Ah! Se me olvidaba. Anteayer me llamaron de un periódico digital para verificar si era cierta la información, suministrada, según me dijeron, por los sindicatos, de que yo cobraba más de ciento cincuenta mil euros por mi intervención en Dragolandia (la de la tele, no ésta). ¡Qué barbaridad! ¿Y si lo dejáramos, mis queridos enemigos, en menos del 5% de esa cifra?

Posdata – El miércoles 4 de noviembre, a eso de la 1 de la tarde, se presenta ‘Soseki – Inmortal y tigre’ en Castilfrío de la Sierra. Vendrá un autobús de periodistas fletado por Planeta. Eduardo Aute estrenará su canción ‘Gato de arigató’, compuesta en honor del guerrero numantino que salvó de la muerte a mi nieta Caterina. Entrada libre, en la medida en que el aforo de la sala lo permita. ¡Miau!

Publicado en: ...el @ 14:32 Comentarios desactivados

DRAGOLANDIA: Soseki


Soseki, dormido mientras aprendía a escribir

Lo prometido es deuda. Lo anunciado ya no es futuro, sino presente. Misión cumplida. Deuda saldada. Herida restañada.

Hoy llega a las librerías Soseki – Inmortal y tigre. Fue en estas mismas páginas, en este mismo periódico, en este mismo blog, donde me comprometí a escribir una obra que sería homenaje póstumo, canto fúnebre, epinicio y honor rendido al gato que se inmoló para salvar la vida de mi nieta.

Estoy contento. He trabajado duro. Quería escribir una novela, porque novela es, y un cuento, porque cuento es, que pudiese interesar a los niños y a los adultos, a los adolescentes y a los ancianos. No era fácil. Tenía que encontrar un idioma literario asequible a los lectores de corta edad que no resultara pueril a los ojos de quienes dejaron atrás la infancia y la adolescencia. Si lo he conseguido o no es asunto sobre el que no debo pronunciarme. Decía Hemingway que los libros son, mientras se escriben, exclusiva propiedad de los autores, pero que luego, al cruzar la línea divisoria entre la redacción y la publicación, pasan a ser de los lectores, y sólo de los lectores.

Me ha salido un novelón de trescientas cincuenta páginas en las que se cruzan tres historias diferentes, pero convergentes e inseparables.

Primera historia: las aventuras vividas por un gato que vino al mundo con una misión, pero que no tenía hogar ni nombre. Un día llamó a la puerta de una casa misteriosa en cuyo patio había un olivo y una estatua de Buda. A partir de ese instante… Contado queda.

Segunda historia: un canto de amor a una comarca, a un País de las Maravillas, a una isla de Nunca Jamás, al llano numantino, a las Tierras Altas de Soria… El gato las recorre y habla con quienes, visibles o invisibles, amigos o adversarios, las pueblan: guerreros, vestales, brujas, demonios, gnomos, dioses, hadas, príncipes, héroes y villanos. Trastienda mágica de un mundo en el que las cosas aún son como siempre fueron.

Tercera historia: es un escritor, ya anciano, quien cuenta a su nieta, “tan bonita, Caterina, tan bonita como tú”, la peripecia ejemplar del gato curioso, noble, inteligente y valiente, que se sacrificará para salvarla después de haberse adentrado, como Teseo, en la guarida de un monstruo. El escritor y la niña dialogan a lo largo del libro y su coloquio, que entrecorta la narración y se desgrana al hilo de la misma, se convierte en enseñanza, en aprendizaje, en filosofía y en correa de transmisión del arte de vivir.

¡Ojalá este libro sirva, entre otras cosas, para poner en marcha un centro de acogida de gatos en Castilfrío! Tal es mi propósito. ¡Y ojalá sirva también para que quienes no aprecian a los gatos, príncipes de la libertad, empiecen a amarlos!

La suerte está echada, Soseki. Honor y fuerza.

Publicado en: ...el 21 Enero 2010 @ 18:36 Comentarios (38)

EL LOBO FEROZ: Hamlet A

Vacunarse o no… He ahí el dilema. ¿Por cuál de esas opciones decidirse? La Red hierve. Radio macuto atruena. Los medios de comunicación se contradicen. Los blogs echan chispas. Las instituciones sanitarias parecen hormigueros o colmenas. Trinidad Jiménez y Ana Pastor cierran filas. Obama impone por decreto el estado de emergencia. Los laboratorios se forran. La Organización Mundial de la Salud dice Diego donde dijo pandemia. Los conspiranoicos hablan de conjura genocida y llegan al extremo de asegurar que los dueños del mundo quieren resolver por la tremenda el superávit demográfico exterminando a las dos terceras partes de la especie humana. Los valedores de la medicina alternativa niegan la mayor y todas las menores: no hay epidemia, la gripe A no es letal, lo letal podría ser la vacuna, los antivirales no sirven para nada, el Tamiflu es un camelo… Una monja benedictina y una ex ministra de sanidad finesa acaparan la atención de los internautas con declaraciones explosivas. Muchos ven en ellas a heroínas que llaman a la insurrección frente a la estrategia del miedo orquestada por los de siempre. Business is business. ¿Será cierto? ¿Por qué se prohibió en España, y quizá también en otras partes, la venta de anís estrellado? ¿Por qué Donald Rumsfeld, entonces presidente y ahora principal accionista de la Gilead Sciences Inc, adquirió los derechos sobre la práctica totalidad de la producción de esa planta años antes de que surgieran los primeros casos de gripe A y vendió luego la patente a los laboratorios Roche? Eso aseguran la monja, la ministra y los tambores cercanos y lejanos cuyo repiqueteo suena a todas horas, desde hace unos meses, en mi buzón, en mi ordenador y en las informaciones que por tierra, mar y aire llegan hasta mí. Tengo la cabeza como el bombo de Manolo. No sé quién miente, quién exagera, quién alarma, quién dice lo que dice llevado por la buena intención o por motivos inconfesables. Me siento como el asno de Buridan. Si no soy capaz de discernir entre los dos montones de heno que el Sistema y el Antisistema ponen a mi alcance, lo juicioso es permanecer inmóvil. El dilema está resuelto. In dubio, sentido común y pasar de largo. No me fío de los políticos ni de las instituciones. No me fío de quienes no se fían de las unas ni de los otros. Desobediencia civil. No me vacunaré. Mi decisión es estrictamente personal. No propongo más doctrina que la del libre albedrío. Allá ustedes con el suyo.

Publicado en: ...el @ 18:27 Comentarios desactivados

DRAGOLANDIA: Causualidades

Ni causalidad ni casualidad: causualidad. Es un neologismo.

El 20 de septiembre apareció en el magazine de El Mundo la foto que hoy ilustra este blog. Un par de días después recibí lo que a continuación transcribo…

“Estupenda foto.

Aquella que John Lennon y Yoko Ono se hicieron para la contraportada del disco Two virgins allá por mayo del 68 (cuando el Dionisio de El camino del corazón descubría el hachis en Katmandú) y la vuestra (tú y Naoko) que aparece hoy en El Mundo tienen algunos parecidos y también sus diferencias. Veamos primero las coincidencias:

En ambas se ve un occidental y una oriental, mostrando el trasero. Ellos llevan gafas, ellas una espesa melena negra tapándoles la boca. Ellos, que yo sepa, detestan (a uno lo asesinaron) la violencia, nacieron bajo el signo Libra (yo también, por cierto) y se dejaron seducir por la India, también en el 68.

Ahora, los contrastes:

En aquella antigua foto se observa una cama desastrada. En la que hoy se publica, el fondo es de un blanco impoluto y luminoso.

El chico de la foto de entonces, hoy, ya no vive. La chica de la foto de hoy, entonces, aún no vivía.

Aquel muchacho de veintiocho años parecía mayor, éste tiene setenta y dos, y en absoluto los representa.

Aquel señor, cantaba muy bien. Éste, sospecho que no, en cambio éste escribe mejor que aquél.

Las diferencias entre las chicas son tan notorias que no cabe mencionarlas.

Por último:

Dos buenos tíos toman la mano, de una bruja (siempre me lo ha parecido), John, de un ángel (sólo un par de veces he visto a Naoko y apuesto que lo es), Fernando.”

Ese mismo día recibí un segundo mensaje, escrito por alguien que tiene acceso a mi correo. Decía…

“A sabiendas de lo que nos gustan las causualidades, yo convertiría dos de los contrastes que él sugiere en coincidencias:
“Aquel muchacho de veintiocho años parecía mayor, éste tiene setenta y dos, y en absoluto los representa”.

En el momento de la fotografía, Lennon tenía 27 años, 72 años (los de Dragó) al revés. Mientras que Yoko Ono tenía 35 años, al igual que Naoko.

“Aquel señor, cantaba muy bien. Éste, sospecho que no, en cambio éste escribe mejor que aquel”.

No es cuestión de someterlos a comparación, mejor acerquemos posiciones. No en balde llamaban a Lennon “el Beatle literato”. En la época de la fotografía había publicado ya dos libros de poemas y relatos cortos, y había sido agasajado por la Academia Inglesa en una célebre cena intelectual, amén de haber firmado casi doscientas canciones a medias con McCartney.”

Esto de hoy es un divertimento. A mí, al menos, me ha divertido. La gente saca punta a cualquier cosa. No falta a los autores de estos textos lo que Pascal llamaba “esprit de finesse”. Bienvenido sea frente al “de geometrie” que todo lo invade en estos tiempos.

Sincronicidad, decía Jung. Situaciones de emergencia espiritual, corroboraba Grof. Fenómenos de convergencia, añado yo.

Y, para terminar, un S.O.S.. Me he dejado en el Ave (martes 20 de octubre, trayecto Madrid-Sevilla, convoy de las 13 horas, coche 2) la agenda en la que figura todo lo hecho en 2009 y todo lo que en ese mismo año me queda por hacer. Nadie, hasta ahora, se ha personado en la oficina de objetos perdidos. Lógica inexorable: España no es Japón. ¿Alguien puede echarme una mano? Mis señas y mi teléfono figuran, creo, en la primera página de la agenda extraviada. A ver si esta coña de los blogs sirve por fin para algo.

Y si no, no pasa nada. Estoy en Sevilla para clausurar (lo haré el sábado) un congreso sobre antienvejecimiento. Sincronías, fenómenos de convergencia: nada rejuvenece tanto como volver a empezar. Quien pierde su agenda, como yo acabo de hacerlo, convierte su vida en una página en blanco. Sensación de libertad: la de echarse al camino, como decía Baroja al comienzo de sus memorias, silbando y con la chaqueta al hombro. Todo por delante, todo por hacer, nada que deshacer. Incipit vita nova. Primer vagido. Lo que importa es navegar. Y allá, a mi frente, Estambul.

Publicado en: ...el @ 18:22 Comentarios (1)

EL LOBO FEROZ: Josef K.

Oscar Wilde tenía razón: la naturaleza imita el arte. Basta con leer la prensa. A Josef K., protagonista de El proceso de Kafka, lo despertaron dos tipejos una mañana y se lo llevaron detenido sin explicarle el motivo de su arresto. Ahí comenzó para ese desdichado una odisea judicial a la que sólo la muerte puso fin. Nunca supo de qué se le acusaba ni por qué moría. Nació entonces un concepto que ha hecho fortuna: el de “situación kafkiana”. Kafka era checo. ¿Qué habría escrito caso de ser español? Lo leí el viernes en este periódico. El 8 de abril llegó a Granada el enfermero Juan Enrique Tena Martín con el propósito de pasar allí las fiestas de Semana Santa, que lo son, mayormente, de Pasión y Crucifixión. Para él lo fueron. El día 9, a las seis y media de la mañana, dos policías, madrugadores ellos, irrumpieron en la habitación del hotel donde se alojaba, lo esposaron y lo encerraron en una mazmorra. No le explicaron por qué. Ni siquiera ellos lo sabían. La Red (¡y tan red!) había decretado su busca y captura. Saltó la ficha al registrarse en recepción. Era puente. Eso, en Vandalia, significa que Antón Pirulero deja de atender su juego. La Administración se paraliza. Las luces se apagan. Ni servicios mínimos ni leches. Lo primero es lo primero, no vaya a ser que los derechos de los trabajadores, conquistados a lo largo de un siglo de heroica lucha sindical, vengan a menos. Eso es lo único que importa. A Juan Español que le den torrijas: las del Jueves Santo. No hubo para el recluso Domingo de Resurrección. ¡Cómo iba a haberlo! Seguía el puente. No quedaba ni un maldito retén en la Audiencia Nacional. Sus empleados estarían asando choricillos en las barbacoas de sus chalés o haciendo senderismo con la prole por un centro comercial. ¿Habeas corpus? ¡Por favor! Don Enrique, que está ahora en tratamiento psiquiátrico, siguió en la trena hasta el lunes por la tarde. Lógico. Le habían hecho la pascua y era día de eso, aunque en Granada no se celebre. Fue entonces cuando se descubrió la mona, digo, el pastel. Era un error. Doble, por cierto, ya que Juan Enrique Tena Martí, sin ene final, estaba en la cárcel desde el 13 de febrero. Ni busca ni captura. Al falso culpable, en Estados Unidos, lo habrían resarcido con un pastón. Aquí tendrá que conformarse con unas palmaditas en la espalda. Sólo en una cosa parecen estar de acuerdo Zapatero y Rajoy: España es un estado de derecho. ¡Qué alivio! ¡Pleitos tengan esos dos!

Publicado en: ...el @ 18:00 Comentarios (3)

DRAGOLANDIA: ¡Heil, Bibiana! (bis)

No fui a la manifestación del sábado en Madrid. Nunca voy a manifestaciones. El hombre, en ella, se torna masa. La última en la que intervine fue la del no a la guerra, y salí escaldado. Aquello no era pacifismo, sino griterío belicista orquestado por los de costumbre. Estaba yo, además, ese día en mi rincón de Fray Luis, lejos de una ciudad que me es ajena.

Comulgo, sin embargo, con el motivo de la manifestación antiabortista y apoyo cuanto en ella se ha pedido.

Antiabortista, digo. Mi enmienda es a la totalidad del crimen y no sólo a la ley que se nos viene encima, tan mala como la que ya tenemos.

Rectifico. Tan mala, no. Mucho peor. Este gobierno no pierde oportunidad de meter la pata, y la oposición, tampoco.

Mi postura no es de ahora. Llevo décadas oponiéndome al aborto, que me parece un acto de terrorismo, como lo es todo aquello que repercute sobre un inocente, aunque no defiendo la aplicación de medidas penales contra quienes lo perpetran.

¿Quién dice que en España no existe la pena capital? El aborto lo es, por ejecución sumaria en la que no se escucha al acusado.

A comienzos de los noventa me entreviste con Aznar, que ya había empuñado el timón del PP, y le pregunté por lo que haría su partido, caso de que llegara a gobernar, en lo tocante al aborto. Me dijo que la ley a la sazón vigente le repugnaba, pero que las circunstancias, el statu quo y el discurso dominante en la sociedad les obligarían a mantenerla.

Razón llevaba. Ahí la tenemos.

Me parece oportuno colgar hoy aquí lo que el Lobo Feroz escribió en su columna de El Mundo (edición impresa) no sé si a finales de abril o a principios de mayo.

Hay en ese texto dos anacronismos. La alusión a Bernat Soria, que entonces era aún ministro de Sanidad, y la mención de la joven Marta, caída en el combate de los malos tratos y del satiricón de los adolescentes. Mantengo todo lo demás. No movería ni una coma.

Con posterioridad a la aparición de esa columna, acaso la más feroz que nunca haya escrito, coincidí casual o causualmente con Bibiana Aido en un restaurante de Madrid (La Vaca Verónica. Lo recomiendo) y me acerqué a saludarla. Fue un encuentro cordial. Ella, desde su mesa, me había sonreído y yo le correspondí y, tras el postre, me atreví a abordarla.

Le pregunté si había leído la columna a la que aludo. Quería explicarle que no me animaba, al escribirla, ninguna animadversión de carácter personal. Respeto siempre a las personas por mucho que discrepe de lo que piensan, dicen y hacen. La ministra de Igualdad, por añadidura, me cae simpática.

No, no la había leído. Supongo que los corifeos, siempre de guardia, ocultan a sus superiores todo lo que no sea alabanza. Flaco favor les hacen.

El cartero, en esta ocasión, llama dos veces. Confío en que a la segunda sea la vencida y llegue la columna en cuestión a manos de su destinataria.

Aquí la tiene…

EL LOBO FEROZ
¡Heil, Bibiana!

Excelentísima Señora Adolfa Aido: doy por hecho que el Holocausto va a producirse y que el gobierno de ZiPiZaPe legalizará la barra libre en el mostrador de las carnicerías de la Shoah de los nascituros. Éstos dejarán de serlo para convertirse en morituri. ¡Ave, Zésar! ¡Dirige tu pulgar hacia abajo! ¿Gas noble? No. Tridente, rastrillo, torno, tenazas y bisturí viles. ¿Escribir columnas antes de Auschwitz? ¡Por Lucifer! Inspíreme éste. Las Cortes serán escenario de misas negras. ¡Quién iba a decirlo! Cosas veredes, amigo Chancho. ¡Saturno en el hemiciclo! Todo sea por la Igualdad. Nada más igualitario que la muerte. Los fetos son gotas de agua: clavaditos entre sí. No hay verdugo ni forense que los distinga. ¡En pie los abortófilos de la tierra! ¡Loor a la famélica legión de los sacamantecas! ¡Agrupémonos todos en la Solución Final! De acuerdo, pero seamos constructivos. Reciclemos. Transformemos a los que iban a morir en carne de cañón. Sirvan al menos esas criaturitas para algo. Concédanse subvenciones a las embarazadas in dubbio para que den a luz. Los ministerios de Igualdad y Sanidad correrán con los gastos. ¡Qué paradoja, por cierto, la de que Bernat Soria sea un especialista en células madre! ¿Madre? Sería cosa de ir pensando en prohibir esa palabra políticamente incorrecta. Los niños no abortados vivirán en reservas ecológicas destinadas a la reinserción social y la selección natural. Darwinismo y, a la vez, diseño inteligente. Se habilitarán cinco sectores en los nuevos campos de Pol Pot. Uno para que los pederastas sacien en él sus instintos en vez de desahogarse fuera de las alambradas. Otro para el trasplante de órganos y la elaboración de cosméticos. Otro para suministrar niños soldados a los golpistas, terroristas y Señores de la Guerra. Otro para cubrir los puestos vacantes en el mercado laboral infantil. Y otro, por último, para que no falten adolescentes estranguladores allí donde sus servicios se requieran. ¡Ni una Marta sin su san Martín! ¡Misericordia y pragmatismo, ministra! Lo que, sin embargo, me sorprende es que su Satánica Majestad proponga lo del aborto a gogó precisamente ahora, cuando acaba de descubrirse que los partos pueden ser orgásmicos. ¿Quiere privar a las mujeres de ese placer? Parirás con dolor, dice la Biblia. Bueno… También Herodes figura en ella. ¡Feliz 28 de diciembre, excelentísima señora ministra de la Libertad para matar y de la Igualdad sin Fraternidad ni Maternidad!

Publicado en: ...el 13 Enero 2010 @ 11:36 Comentarios (73)

DRAGOLANDIA: Corpore sano

¿Les preocupa el cáncer? ¡A quién no! Dicen que uno de cada tres europeos lo desarrollará a lo largo de la vida. Seguimos sin saber a ciencia cierta, por mucho que las autoridades sanitarias presuman de lo contrario, de dónde viene, adónde va y en qué consiste ese cangrejo. Mienten las estadísticas acerca de los índices de curaciones logradas. Es muy fácil manipular las cifras que circulan al respecto. El truco está en los límites de tiempo que se establecen para dar un cáncer por resuelto. O, mejor dicho, uno de los trucos, porque hay otros. Poderosísimos son los intereses creados en el seno de la medicina oficial y larga es la mano de los laboratorios. La cirugía es siempre una derrota, aunque a veces no quede más remedio que recurrir a ella. La quimioterapia y la radioterapia son bombardeos de napalm que todo se lo llevan por delante. Cada vez hay más voces que discrepan del discurso oficial, aseguran que esos tres caminos no conducen a ninguna parte y agravan las cosas en lugar de resolverlas, y sostienen que hay otras formas de abordar, tratar y, a veces, curar la enfermedad en cuestión.

Es un asunto delicado. Yo no voy a pronunciarme, pero me gustaría asistir a las sesiones del Tercer Congreso Internacional sobre Tratamientos Complementarios del Cáncer que se celebrará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid los días 31 de octubre y 1 de noviembre.

Y si digo que me gustaría, es porque no estoy seguro de poder hacerlo. Lo más probable es que esas fechas me pillen, como de costumbre, lejos de la ciudad que Gallardón está destruyendo. Lo suyo sí que es cirugía innecesaria. Sus obras son metástasis que afecta a todas las vísceras urbanas.

No será una reunión de charlatanes, sino de doctores de indiscutible solvencia. Lo organizan la Word Association for Cancer Research y la revista Discovery Salud, que dirige mi viejo amigo José Antonio Campoy, y lo preside e inaugura otro amigo, más reciente, pero no menos querido y admirado: el neurofisiólogo (y muchas cosas más) Ramón Cacabelos, que es una luminaria de la medicina, de la biotecnología, de la genómica, de la farmacogénica y de otros latinajos que no voy a mencionar. La salud de mi cerebro, desde hace mucho tiempo, está en sus manos. ¿Saben ustedes lo que son los alelos? Pues vayan, si no lo saben, al Biomedical Research Center cuya sede está en Bergondo, cerquita de La Coruña, y lo averiguarán. No sólo eso. Se enterarán también, con precisión casi milimétrica, de los riesgos agazapados en la cartografía de sus genes. Yo me dejo caer por allí una vez al año y aprovecho la ocasión para tomarme unas centollas regadas con Albariño. Sabido es, como dicen en México, que lo Cortés no está reñido con lo Moctezuma.

Tratamientos homeopáticos, holismo, hipertermia, biorresonancia, altas dosis de vitamina C suministradas mediante goteo, ozonoterapia, plantas adaptógenas e, incluso, algo tan sencillo como lo es el bicarbonato sódico. De todo eso, y de otros tratamientos alternativos para enfrentarse a una dolencia que, según algunos, es sólo un proceso biológico y natural de defensa del organismo, se hablará en el Congreso.

Si yo tuviese cáncer, lo probaría todo, absolutamente todo, antes de someterme al triple trágala citado, sin excluir la posibilidad de una visita a la virgen de Lourdes. ¿Estoy seguro de lo que digo? No, pero lo digo. Y, de momento, me curo en salud evitando la leche, comiendo poca carne (y casi nunca roja), abusando de la fruta, haciendo ejercicio y tomando reishi. Entre otras cosas.

Y hasta aquí he llegado.

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DRAGOLANDIA: Quiet days en Castilfrío

Tranquilos, aunque dionisíacos, fueron los de Henry Miller en el barrio parisiense de Clichy. Tranquilos, pero apolíneos, son los míos, desde hace casi dos semanas, en la aldea que he elegido para vivir y, seguramente, para morir. Que no sea pronto.

Las magulladuras de Dragolandia (la de la tele) quedan atrás. Estaba exhausto. Por primera vez en los últimos treinta años me he permitido el lujo y la molicie de pasar dos días derrengado en un sofá. Septiembre negro: el peor mes de mi vida. Nunca había trabajado tanto para tan poco.

Contaré la historia íntima de ese programa, híbrido de dragón y Zebra, en un futuro cercano. Hacerlo ahora no sería juicioso. Las llamas del infierno aún lamen las plantas de mis pies. Carezco de perspectiva. El tiempo me la dará.

Los días, aquí, son como olas mansas que, iguales a sí mismas, vienen, se van y regresan. Pureza, belleza, armonía y tranquilidad son los cuatro conceptos que delimitan en las casas de té japonesas el espacio en el que se celebra la ceremonia y eucaristía de esa infusión.

Me acuesto a las diez y media. Veo una película de la Edad de Oro de Hollywood (los años cuarenta, los cincuenta, los sesenta) y leo hasta dormirme. A eso de las cuatro me despierto, busco un diván y reanudo la lectura. A las cinco y media vuelvo a dormirme. Abro los ojos dos horas más tarde. Charlo un poco con mi mujer, que ha saltado de la cama para acurrucarse a mi lado en el sofá. Juego con los gatos. Meditación. Abluciones. Pastillas de mi elixir. Leo El Mundo en internet. Echo un vistazo al correo. Saco los gatos al jardín. Cuarenta y cinco minutos de bicicleta estática a veintiocho kilómetros por hora y media película frente a mí. Desayuno té con almendrina, un buen zumo de zanahoria, manzana, apio y jengibre, y dos o tres tostadas de pan de pueblo con aceite de oliva de Osuna. Cien miligramos de cafeína. Escribo durante cinco horas. A las tres bajo a almorzar. Siesta y lectura hasta las seis. Pongo orden en mis papeles, en los libros, en la casa. A las ocho vuelvo al gimnasio y camino durante otros cuarenta y cinco minutos sobre la cinta mecánica a una media de siete kilómetros por hora. Mientras lo hago termino de ver la película que dejé interrumpida por la mañana. Me meto en el baño turco o en el japonés, alternándolos de día en día. Me ducho. Un par de vasos de vino. A veces, mientras ceno, enciendo durante un ratillo la tele. Veo, por lo general, “El gato al agua”, de Intereconomía. Todo lo demás me aburre o me repugna. A las diez y media me meto en la cama, los gatos juegan sobre o alrededor de ella y vuelta a empezar.

Rara vez veo a alguien. Casi nunca salgo de casa.

Seguro que muchos de mis lectores piensan: ¡qué aburrimiento! A mí, sin embargo, me divierte.

¿Por la edad? No. Siempre quise ser monje de clausura, siempre me ha gustado vivir así.

Ora et labora. Amén.

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EL LOBO FEROZ: Modesto Roldán

No hace honor a su nombre. ¡Cómo va a ser modesto un pintor así! Vive arrebujado en Navalagamella. Ayer fui a verlo. Su taller es su casa, o viceversa, y tiene algo de cubil de fiera, de laboratorio de alquimista y de confesonario de monje lujurioso. Hay cuadros y libros por todas partes, pues Roldán escribe y pinta, y su pintura es literatura, y su literatura es pintura, y no hay modo de saber dónde empieza la una y termina la otra. ¡Tremebunda coherencia la de este hombre feroz y bueno, angelical y demoníaco, fáustico y mefistofélico, que ha ido por la vida de coño en coño! Nació en Huelva, pasó el Estrecho y arraigó en París cuando París era una fiesta española en la que bailaban los fugitivos del Régimen. Devoró las noches de Montparnasse, se tiró a todas las demi mondaines y colgó cuadros en las mejores galerías europeas. Estuvo en la célebre orgía organizada en homenaje a Dalí por una compatriota cuyo nombre no voy a decir. Por allí andaban el mirón de Cadaqués, Arrabal, Eduardo Arroyo, el Pistolas, una legión de nínfulas y una falange de sátiros. Cada uno lo cuenta a su manera. Yo me la perdí. Sostiene Modesto que el varón es una rama de árbol sediento que busca la humedad del océano existente entre los muslos de la hembra. Ésa es su antropología, su cosmogonía y su teología. Ése es también el leitmotiv de toda su pintura: piernas de mujer, vulvas de mujer, tetas de mujer, culos de mujer transformados en joyas de lascivo fulgor, en cascadas de pepitas de oro, en fetiches, arabescos y volutas inscritos en la tersura de la piel. Roldán es ateo, jacobino y bolchevique, pero su obra eleva a liturgia el sexo, lo santifica y lo convierte en tesoro de catedral, en paso de procesión de Sevilla y en culto a la Virgen cristiana que antes de serlo fue vestal pagana. Sobre él han escrito Cela, Dino Buzzatti, Xavier Domingo, Arrabal, Umbral, Villán, y ahora lo hace el Lobo Feroz. ¿Cuándo nos zampamos a Caperucita, Modesto? ¿Empiezas tú o empiezo yo? Ayer, al despedirme de ti después de haber devorado con los ojos a todas las mozas del pueblo mientras comíamos carne, y qué otra cosa, rediós, íbamos a comer, me regalaste un tríptico pintado en madera y articulado como si fuese la bisagra de las piernas de una mujer. Que Dionisos te lo pague. Yo te lo pagué con un abrazo fraterno, susurré en tu oído una frase de Proust y pensé en lo que decía el silbido de la serpiente amiga de Mowgli: tú y yo tenemos la misma sangre.

Publicado en: ...el 06 Enero 2010 @ 05:14 Comentarios (86)

DRAGOLANDIA: Si yo fuera rey

(Monólogo leído al comienzo de la última entrega de Dragolandia. Se emitió el domingo)

Si yo fuera rey… ¿Quién no ha soñado alguna vez con eso? Pero rey absoluto, porque los reyes constitucionales no son reyes. Son como presidentes de la república vitalicios, hasta que los destronan, pero sin mando. Si yo fuera Luis XIV, Carlos V o Felipe II, impondría por real decreto en la España de hoy las siguientes medidas. Enumero desordenadamente algunas… No son un programa de gobierno, sino de desgobierno. O sea: de libertad juiciosa, trufada de sentido común. Los gobiernos sobran. Municipalizaría la vida pública. Pondría coto a los excesos de las autonomías y a los abusos de los reyezuelos de taifas que se han apoltronado en ellas. Pasaría de la democracia partitocrática a la presidencialista. Mi modelo serían los Estados Unidos, cuya revolución se hizo para proteger al individuo frente a los desmanes del Estado. Proscribiría las listas cerradas. Impediría que gobernase el país, por medio de coaliciones, quien no haya ganado en las urnas. ¿Cómo? Incrementando su representación parlamentaria con un plus de diputados. Eliminaría todas las subvenciones en todos los segmentos de la Administración y, en especial, la fácil demagogia clientelista de los gastos sociales. Cerraría varios ministerios, entre ellos el de Cultura y el de Igualdad, y reduciría los demás a su mínima expresión. No cubriría las plazas vacantes de los funcionarios. Suprimiría el sistema de oposiciones y la jubilación obligatoria. Lo privatizaría todo, incluyendo la sanidad, con dos excepciones: la acción cultural exterior y la defensa del patrimonio. Aplicaría a los impuestos directos una tarifa única del diez por ciento, sin escala móvil en función de los ingresos, y cubriría las necesidades del sector público recurriendo a los impuestos indirectos. Rebajaría los sueldos de los políticos. Prohibiría la financiación con dinero público de los partidos, los sindicatos y las iglesias, entre otras mendicidades y mendacidades. Prohibiría el aborto no terapéutico o por razones de violación, aunque sin penalizar ni criminalizar a las mujeres que lo practiquen, y daría en adopción o acogería en orfelinatos a los niños nacidos en contra de la voluntad de los padres. Legalizaría las drogas con una sola excepción: la del tabaco, cuyo uso quedaría vedado en todos los lugares públicos, incluyendo los parques, los estadios y las plazas de toros. Recordemos que el tabaco es la única droga dura, por sus efectos sobre la salud, que perjudica no sólo al usuario, sino también a quien no fuma, violando así la vieja y sabia ley de Bakunin: “Mi libertad termina donde empieza la libertad de los demás”. ¿Leyes? Pocas, y que se cumplan. Aboliría el noventa por ciento de las existentes y ensancharía los vacíos legales para permitir que la sociedad respire, transpire y prospere. Cerraría todos los programas de telebasura y desposeería del derecho al voto a quienes los organizan o acuden, como público pagado, a ellos. Me iría de la ONU y de todos los organismos internacionales. No presentaría la candidatura de Madrid a los próximos Juegos Olímpicos. Impondría una tasa de mil euros a quienes nos visiten con el exclusivo objeto de hacer turismo de alpargata y playa. Prohibiría el uso de los automóviles privados en el centro de las ciudades o les cobraría un peaje por entrar en ellas. Perseguiría implacablemente la contaminación, incluyendo la acústica. Aboliría el garantismo judicial, ampararía a los inocentes y no a los delincuentes, y castigaría el delito en sí mismo sin tomar en consideración las circunstancias de quien lo comete. Introduciría en el código la cadena perpetua. Recurriría al referéndum para todas las decisiones políticas que tengan implicaciones morales, como, por ejemplo, las tiene el aborto. Restablecería el libre albedrío en lo concerniente a los usos y costumbres. Autorizaría sin limitación alguna el ejercicio de la medicina naturista, vendería los fármacos sin receta y no me prestaría a los manejos de los laboratorios en lo relativo, por ejemplo, a la proliferación obligatoria de vacunas innecesarias, cuando no dañinas, y al inmundo negocio de la gripe A. Devolvería a la enseñanza el uso obligatorio del usted, la tarima, el principio de autoridad, el respeto a la jerarquía, el criterio de excelencia y los estudios de latín, griego y filosofía. Y así hasta mil… Luego, al darme cuenta de que la estúpida corrección política imperante en la sociedad me impide la aplicación de todas y cada una de las medidas mencionadas, no intentaría convertirme en presidente de la república, como muchos de ustedes estarán pensando, porque tampoco me gusta la república y prefiero la reprivada, sino que abdicaría. Y, como a un rey absoluto que abdica no le sirve de nada la corona, ni el cetro, ni la bandera tricolor, voy a tirar metafóricamente esos tres objetos a la basura. Lo hago en son de paz e invocando el sentido del humor. Quienes ahora están en la Zarzuela no son reyes absolutos ni esgrimen cetro ni calzan corona. Ésta es de mentirijillas, la regalan en el Burger King y, ya de paso, aprovecho la ocasión para tirar al cubo, simbólicamente, todas las hamburguesas de fabricación industrial y demás productos similares. ¡El fast food no pasará! ¡La estúpida cocina creativa de Ferrán Adriá, sus pinches y sus compinches, tampoco! He dicho. Yo, el Rey.

Publicado en: ...el @ 05:08 Comentarios (4)

DRAGOLANDIA: Nobelerías

Escrito con be de burro y de premio Nobel.

Viernes: once de la mañana. Recibo correos y telefonazos. Los hilvana un denominador común: el de la estupefacción. Yo me digo “no puede ser” y les digo: será una inocentada.

No lo era. Sí pudo ser. Ya tenemos al tontito de Obama aposentado en la lista de esos señores de la guerra, apóstoles de la impostura y banderines de enganche de la demagogia mediática que tan del gusto son de quienes reparten la sopa boba del Nobel de la Paz.

¡Idiota de mí! Pero sí era lógico. ¿Cómo no iban a premiar a Obama después de haber premiado a gentes como Roosevelt, Kissinger, Beguin, Peres, Arafat, Rabin, Esquivel, Carter y la Menchú?

Todos ellos, y algún otro, como Al Gore, que a punto estuvo de incorporarse a la lista, forman parte de la historia universal de la infamia.

Es costumbre conceder a los políticos estadounidenses el beneficio de cien días de confianza a ciegas. Más de doscientos cincuenta lleva en el cargo Obama y lo mejor que de él puede decirse, hasta ahora, es que no ha dado una sola puntada con hilo. Ni Guantánamo, ni Cuba, ni sanidad, ni salida de la crisis, ni lucha contra el paro, ni paz en el Próximo Oriente, ni retirada de las fuerzas de ocupación de Afganistán, ni…

¿Vendedor de humo? No. Vendedor de mentiras.

Obama, pese a todo, pasará, será una anécdota fugaz en los remolinos de la historia, pero los animales humanos seguirán siendo pececillos de colores siempre dispuestos a tragarse el anzuelo de la agitación y propaganda.

¿Por qué no se preguntan sus infinitos admiradores cómo y gracias a qué llegó a ese individuo al trono de la Casa Blanca? ¿Por qué no se informan? ¿Por qué no se acogen a las razones de la cabeza en vez de bailar al son del pandero de la sensiblería astutamente orquestada por los de siempre?

Obama está donde está porque así lo han querido y decidido los oligarcas, las multinacionales, los banqueros, los magnates de la energía, los portavoces en la sombra del gobierno mundial y demás ralea. Vale decir: quienes disponen del dinero suficiente para montar la más gigantesca campaña mediática que la historia ha conocido. Goebbels, a su lado, era un aprendiz.

El Nobel de la Paz -¡de la paz!- es sólo otra vuelta de tuerca. Nos queda el consuelo de saber que ya no le darán el Príncipe de Asturias. Y a lo peor, ni eso, porque Cela recibió el Planeta después de hacer el ridículo en Estocolmo. Yo lo vi. Me había ido con él. No hablo de oídas.

Por cierto: ¿quién diablos es esa señora a la que los suecos, siempre tan raritos, han regalado el Nobel de Literatura?

Si Obama tuviese la décima parte de la honradez de la que presume, rechazaría el premio o donaría su importe a la General Motors, única criatura que hasta ahora ha socorrido.

No lo hará. Su señora no se lo consentiría. Todo es bueno para el convento.

Publicado en: ...el @ 05:04 Comentarios (6)