DRAGOLANDIA: Si yo fuera rey

(Monólogo leído al comienzo de la última entrega de Dragolandia. Se emitió el domingo)

Si yo fuera rey… ¿Quién no ha soñado alguna vez con eso? Pero rey absoluto, porque los reyes constitucionales no son reyes. Son como presidentes de la república vitalicios, hasta que los destronan, pero sin mando. Si yo fuera Luis XIV, Carlos V o Felipe II, impondría por real decreto en la España de hoy las siguientes medidas. Enumero desordenadamente algunas… No son un programa de gobierno, sino de desgobierno. O sea: de libertad juiciosa, trufada de sentido común. Los gobiernos sobran. Municipalizaría la vida pública. Pondría coto a los excesos de las autonomías y a los abusos de los reyezuelos de taifas que se han apoltronado en ellas. Pasaría de la democracia partitocrática a la presidencialista. Mi modelo serían los Estados Unidos, cuya revolución se hizo para proteger al individuo frente a los desmanes del Estado. Proscribiría las listas cerradas. Impediría que gobernase el país, por medio de coaliciones, quien no haya ganado en las urnas. ¿Cómo? Incrementando su representación parlamentaria con un plus de diputados. Eliminaría todas las subvenciones en todos los segmentos de la Administración y, en especial, la fácil demagogia clientelista de los gastos sociales. Cerraría varios ministerios, entre ellos el de Cultura y el de Igualdad, y reduciría los demás a su mínima expresión. No cubriría las plazas vacantes de los funcionarios. Suprimiría el sistema de oposiciones y la jubilación obligatoria. Lo privatizaría todo, incluyendo la sanidad, con dos excepciones: la acción cultural exterior y la defensa del patrimonio. Aplicaría a los impuestos directos una tarifa única del diez por ciento, sin escala móvil en función de los ingresos, y cubriría las necesidades del sector público recurriendo a los impuestos indirectos. Rebajaría los sueldos de los políticos. Prohibiría la financiación con dinero público de los partidos, los sindicatos y las iglesias, entre otras mendicidades y mendacidades. Prohibiría el aborto no terapéutico o por razones de violación, aunque sin penalizar ni criminalizar a las mujeres que lo practiquen, y daría en adopción o acogería en orfelinatos a los niños nacidos en contra de la voluntad de los padres. Legalizaría las drogas con una sola excepción: la del tabaco, cuyo uso quedaría vedado en todos los lugares públicos, incluyendo los parques, los estadios y las plazas de toros. Recordemos que el tabaco es la única droga dura, por sus efectos sobre la salud, que perjudica no sólo al usuario, sino también a quien no fuma, violando así la vieja y sabia ley de Bakunin: “Mi libertad termina donde empieza la libertad de los demás”. ¿Leyes? Pocas, y que se cumplan. Aboliría el noventa por ciento de las existentes y ensancharía los vacíos legales para permitir que la sociedad respire, transpire y prospere. Cerraría todos los programas de telebasura y desposeería del derecho al voto a quienes los organizan o acuden, como público pagado, a ellos. Me iría de la ONU y de todos los organismos internacionales. No presentaría la candidatura de Madrid a los próximos Juegos Olímpicos. Impondría una tasa de mil euros a quienes nos visiten con el exclusivo objeto de hacer turismo de alpargata y playa. Prohibiría el uso de los automóviles privados en el centro de las ciudades o les cobraría un peaje por entrar en ellas. Perseguiría implacablemente la contaminación, incluyendo la acústica. Aboliría el garantismo judicial, ampararía a los inocentes y no a los delincuentes, y castigaría el delito en sí mismo sin tomar en consideración las circunstancias de quien lo comete. Introduciría en el código la cadena perpetua. Recurriría al referéndum para todas las decisiones políticas que tengan implicaciones morales, como, por ejemplo, las tiene el aborto. Restablecería el libre albedrío en lo concerniente a los usos y costumbres. Autorizaría sin limitación alguna el ejercicio de la medicina naturista, vendería los fármacos sin receta y no me prestaría a los manejos de los laboratorios en lo relativo, por ejemplo, a la proliferación obligatoria de vacunas innecesarias, cuando no dañinas, y al inmundo negocio de la gripe A. Devolvería a la enseñanza el uso obligatorio del usted, la tarima, el principio de autoridad, el respeto a la jerarquía, el criterio de excelencia y los estudios de latín, griego y filosofía. Y así hasta mil… Luego, al darme cuenta de que la estúpida corrección política imperante en la sociedad me impide la aplicación de todas y cada una de las medidas mencionadas, no intentaría convertirme en presidente de la república, como muchos de ustedes estarán pensando, porque tampoco me gusta la república y prefiero la reprivada, sino que abdicaría. Y, como a un rey absoluto que abdica no le sirve de nada la corona, ni el cetro, ni la bandera tricolor, voy a tirar metafóricamente esos tres objetos a la basura. Lo hago en son de paz e invocando el sentido del humor. Quienes ahora están en la Zarzuela no son reyes absolutos ni esgrimen cetro ni calzan corona. Ésta es de mentirijillas, la regalan en el Burger King y, ya de paso, aprovecho la ocasión para tirar al cubo, simbólicamente, todas las hamburguesas de fabricación industrial y demás productos similares. ¡El fast food no pasará! ¡La estúpida cocina creativa de Ferrán Adriá, sus pinches y sus compinches, tampoco! He dicho. Yo, el Rey.

Publicado en: ...el 06 Enero 2010 @ 05:08 Comentarios (4)

4 comentarios

  1. A 07 Enero 2010 @ 03:38 Pedro dijo:

    Sr. Dragó: tengo con usted una relación dual. Me gusta y disgusta pues es usted capaz de las mas sublimes ideas y a la vez de las mas sublimes cagadas. Y este es un texto en el que mezcla usted ambas a partes iguales.
    Solo la primera de sus ideas, la de la municipalización y hablar en contra de los reinos de taifas. ¿Habrá mayor reino de taifas que un ayuntamiento?

    Dice que pasaría usted de la partitocracia al presidencialismo, pero ¿acaso no tenemos eso? no han sido sino césares el actual Zapatero, el anterior Aznar y el anterior sr. Gonzalez. Para mi que lo que sobran es césares. Preferiría una democracia, en la que la separación de poderes fuese cierta, y no fuese el Sr. Presidente quien eligiese a los diputados sino al reves. Porque, en su momento, ¿alquien dudaba que de resultar ganador serian nombrado presidente Gonzalez, Aznar o Zapatero? Si en las últimas elecciones hubiese ganado el PP ¿no habria resultado electo presidente el Sr. Rajoy? ¿no es eso presidencialismo?

    Y sin embargo hay otras ideas suyas que me gustan. Esa idea suya de abolir el 90% de las leyes me ha encantado, pues la tenia en mi baul desde hace mucho, por ser otra forma de dictadura, la de abrumar con un numero ilimitado de leyes y hacer cumplir, o no, a quien se quiera las que se quiera.

    Para terminar, con total convencimiento me uno a usted contra el fast food y la cocina de Adriá.

  2. A 11 Enero 2010 @ 21:15 caminante dijo:

    Pedro: A mí me ocurre lo mismo con Fernando Sánchez Dragó. No dejo de leerle, porque tiene patinazos (humanum est), pero muchos menos que los políticos y los gurús del pensamiento que la sociedad nos impone. Coincido con él en su juicios cuando se refiere a políticos, no tanto en algunas de las medidas que aquí expone y que, hipotéticamente, gobernarían un mundo lleno de sentido común. Pero es porque yo no confío tanto en el ser humano, así que creo que el sentido común se quedaría ahí, en la formulación de los principios y nada más. Sobre todo, coincido con sus tesis acerca de la enfermedad infecciosa de la televisión, que es, precisamente, la que me impide reflexionar sobre lo que ahora mismo estoy escribiendo.

    La limpieza a nivel social e institucional que propone Dragó en este texto, yo la haría de una forma mucho más radical y menos políticamente correcta.

    Saludos

  3. A 12 Enero 2010 @ 13:04 Chudito dijo:

    …Yo, el Rey. Firmado por la gracia mía: Fernando I de Miradelrábano.

  4. A 16 Enero 2010 @ 22:02 Carlos dijo:

    Señor Sánchez Dragó:

    Concuerdo con los que comentaron que usted es capaz de proponer las ideas más sublimes; y sin embargo, no deja de espetar las más sublimes cagadas.

    Estoy de acuerdo con usted en que se deberían legalizar todas las drogas menos el tabaco, prohibiría también el aborto aunque sí penalizaría a las inescrupulosas mujeres que lo practiquen y que hacen pagar de la manera más cruel y cobarde, colindado con lo pecaminoso; a sus hijos por culpa de su irresponsabilidad. Salvo en caso de violaciones. Coincido plenamente en la venta de fármacos sin receta, en no prestarse para negocios con la salud como ocurrió con la gripe A, en reducir la partidocracia y especialmente en que los municipios sean el centro de la vida pública. Asimismo, también me parece correcto que exista la cadena perpetua aunqe usted no refirió en qué casos. También condenaría la contaminación, pero sin generar un negocio (menos millonario) con eso y crearía una propaganda en contra de los fast foods, promoviendo solo con premios la buena alimentación. No aboliría el 90% de las leyes, tal vez sí muchas. aunque soy consciente que en europa la problemática es distinta.

    Estoy totalmente en contra con su política económica de “dejar hacer, dejar pasar”. Si bien privatizaría muchas áreas, no las privatizaría todas y menos la salud y la educación. No le daría mayoría en el congreso a quien gane las elecciones, pues tal medida la considero antidemocrática y cuasi dictatorial. Sí subsidiaría a las instituciones de valor para la vida social. Me parece un exceso pretender salir de la ONU. Frente a la telebasura, no impondría nada, quizá premiaría los buenos programas de televisión. No obstante, estoy convencido de que cada televidente debe ser quien decida con su control remoto qué ve y qué no ve. Finalmente, también echaría abajo toda la burocracia innecesaria, la tramitocracia y los ministerios absurdos. No sé cuánto ganen en su país los políticos, pero en el mío no les bajaría el sueldo, pues es la mejor forma de espantar a la gente capacitada y mandarlos derechitos hacia el sector privado.

    No sé si me olvide de algo,
    Larga vida a la fiesta brava!

    Carlos Miranda Passalacqua