Nunca iré a Tombuctú

tombuctu mali

Los monjes tibetanos dibujan tankas en el suelo con arena de colores. Tardan semanas en hacerlos. Quedan luego a la intemperie y ésta los barre. Lo que hoy escribo es así. El calabobos de la indiferencia lo borrará.

Siempre he querido ir a Tombuctú. En dos ocasiones estuve a punto de alcanzar ese sueño. El Sáhara me lo impidió. Podía haber cogido un avión, pero el desierto no se sobrevuela. Se cruza. El estado de mi vehículo no lo permitía.

Llegué, eso sí, a Gao, donde terminan la sabana de Mali y el sahel de Níger, y visité la tumba de los Askia. Eran otros tiempos. El integrismo musulmán aún no existía. Hoy, llevado a punta de kalasnikov por los fugitivos de la guardia pretoriana de Ghadaffi, controla el territorio y se dispone a destruir cuanto aún no ha destruido en los dos enclaves citados.

Ya lo hizo en Bamiyan cuando voló las dos colosales estatuas de Buda. Eran ciclópeas. Recurrió a la dinamita. En Tombuctú lo tendrá más fácil. Las bibliotecas, las mezquitas y los mausoleos que allí han sobrevivido a la incuria de los hombres y la aspereza del clima son de adobe. Cabe derribarlos con una azada o de un empujón. Ya están cayendo. Pronto, si nadie lo impide, no quedará un solo ladrillo que no haya vuelto al polvo del que salió. Los códices serán pasto del comején.

La culpa no es del Corán, sino del integrismo que en el ámbito de las religiones monoteístas aplica al pie de la letra los símbolos, las metáforas y los apólogos de las Sagradas Escrituras. Que tire la primera piedra quien esté libre de tal pecado. Los españoles destruyeron lo que después salvaría el Popol Vuh. En el Vaticano se adhirieron hojas de parra a las partes pudendas de las estatuas. Unos y otros hacían lo mismo que ahora hacen las huestes de Al Qaeda en Mali. Pronto, quizá, lo hagan (o sigan haciéndolo) en otros sitios: Paquistán, Afganistán, Nigeria, Indonesia, Filipinas, Egipto, Túnez, Libia, Siria… ¿Derribarán en Damasco el mausoleo del murciano Ibn Arabí, cumbre de la mística española? En Tombuctú ya han demolido la puerta de la madraza del tudelano Sidi Yahya, patrón de los trescientos treinta y tres santos varones de la ciudad.

La marea de la barbarie iconoclasta crece. ¿Es el hombre un ser racional? Intervengan quienes deben hacerlo. No lo harán. Tengo setenta y cinco años. Nunca iré a Tombuctú. Tampoco ustedes. Los sueños, sueños son.

Publicado en la sección “El lobo feroz”, El Mundo, 9 julio 2012.


Publicado en: ...el 26 Noviembre 2012 @ 14:22 Comentarios (2)

2 comentarios

  1. A 26 Noviembre 2012 @ 15:09 ER MANUÉ dijo:

    Lumbrera, tú no has estado en la mitad de la mitad de los sitios que dices haber estado.
    Sé sincero: en África tu no has pasado de Tetuán.

  2. A 26 Noviembre 2012 @ 15:40 Espontáneo dijo:

    Dragó, muchachote, ¿como quedás tú con la privatización de Telemadrid? ¿te vas? ¿te quedas? ¿te quedas cobrando el mismo dineral?

    Tú vives de mis impuestos, machote.