¡Feliz no cumpleaños!

Calle Falange española Sergio Berrocal

2 de octubre de 2012, año de los mayas… Sus profecías, en lo concerniente al país donde hace setenta y seis otoños nací, se han cumplido al pie de la letra. Ahí me las den todas. El mundo sigue y yo, de momento, también.

Voy a tirarme el nardo. Discúlpeme el lector, pero entienda que en fecha tan señalada me permita la licencia de hacerme un regalo y de exhibirlo aquí.

Esto, al fin y al cabo, es Dragolandia: casa propia, campamento de lo mío y de los míos, territorio sometido a mi exclusiva, libertina y libertaria jurisdicción.

¿Vanidad? Sea. En pequeñas dosis no hace daño.

¿Ego? ¡Fantástico! Acúsenme de tenerlo quienes carecen de las virtudes necesarias para ello. Que se chinchen los feos.

¿Rechinarán los dientes de mis enemigos? Sin duda, pero lo harán en sus sepulcros o en los geriátricos, porque casi todos están muertos o chochean. Ventajas de haber llegado a tan vetusta e insolente edad.

No soy yo quien me hace ese regalo. Es uno de los mejores periodistas, retirado ya, y de las mejores plumas de España. ¿Su nombre? Sergio Berrocal. Lean cualquiera de sus libros o, mejor aún, todos, si se hacen con ellos, y comprobarán que no exagero.

Mencionaré algunos: Güisqui con cine (¿o era Cine con güisqui, Sergio? No importa. El orden de los factores no altera el sabor de las obras maestras), Otro güisqui con más cine, Crónicas sin güisqui, Ojos verdes, Crónicas de Cuba, Lula y otros gladiadores… Su última y muy reciente novela, editada por Círculo Rojo, se titula Calle Falange Española. No se equivoquen. Nada tiene que ver, ni a favor ni en contra, con el antipartido que fundara José Antonio.

Busquen esos libros en Publibook o en gpb@planob.es.

Sergio, hace unos días, colgó en la agencia Noticine.com el artículo que a continuación, con un par y sin pizca de rubor, transcribo…

VIVIR UN MUCHO Y MORIR UN POCO

Llega la muerte y acaba la vida. Nace la vida y la muerte corre a ocultarse al menos por un rato, el tiempo quizá de dejar ser feliz. Y es el cine, el padre de todas las cosas, el que nos da un toquecito en el hombro para que prestemos atención. Muerte en París, vida en Madrid en tiempos de enorme confusión, cuando los tiranos de la finanza quieren convertirnos en algo menos que nada.

Al periodista y escritor Fernando Sánchez Dragó lo conocen hasta las piedras en un país como España donde ser popular por el derecho propio que otorga el talento no es cosa para tomarla a carcajadas. Hay que luchar porque te echan a los leones y ni los esbirros de Sergio Leone son capaces de arrancarte del foso de las fieras donde te arrojan con la ligereza de una acusación, de cualquier acusación. Y si, además, como le ocurre al camarada Dragó, das la impresión de ser feliz a tus 75 años en lugar de pudrirte en uno de esos geriátricos donde la familia echa a los padres cuando ya no sirven, entonces, en ese momento, tienes menos posibilidades de conservar el pellejo que Gary Cooper en Solo ante el peligro, con una esposa pintada de Grace Kelly que no se llega nunca a saber si no te dejará tirado a ti también.

Hombre culto hasta lo insoportable en un país donde la cultura es casi un pecado de enfermedad venérea que no cura ni la estreptomicina, Dragó debe de tener días difíciles, de esos que te sientas en la cama y te convences de que lo mejor sería quedarse entre las sábanas, para no ver, para no sentir. Pero él no, es vitalista y tiene la cara llena de arrugas provocadas por una sonrisa insolente. Sabe hablar. Y, sobre todo, sabe contar. Con los dedos pegándole al teclado o con la voz que maneja como uno de aquellos fanfarrones y entrañables mosqueteros de Alejandro Dumas cuenta y no acaba. Y no tienes más remedio que rendirte porque el jodido es un Sheherazade con pantalones que te conquista y, como la bella que contaba y no acababa al sultán de Las mil y una noches, salva su cabeza con la labia que Dios le ha dado.

Pero Fernando Sánchez Dragó es personaje difícil de castigar. Tan viejo y tan repelentemente moderno que da asco. Y no se le perdona si un día dijo medio en serio medio en broma que en un tiempo tuvo negocios amorosos con unas jovencísimas japonesitas. Sus acusadores, que nunca oyeron hablar de la criatura de Vladimir Nobokov, excelsa Lolita de todos los tiempos, y que sin duda ignoran que hace muchos años el sexo más escandaloso lo inventaron grandes escritores como Henry Miller o Anaïs Nin, una mujer que estuvo enamorada de su padre, se echan sobre él y quieren exiliarlo a Perejil o, por lo menos, meterlo en la cárcel.

Enorme periodista, Dragó tiene el talento que nos falta a otros. Es capaz de crear su propia noticia. Con 75 años, un viejo de mierda, le hizo un niño a su esposa japonesa y a mediados de septiembre lo tuvo. Pero no en una clínica elegante, sino en su domicilio de Madrid, como se hacía antaño, desafiando a todo el mundo. Pavorosa provocación que asumió con la sonrisa de siempre.

Con ese corte de mangas a una sociedad que le debe de odiar, el hombre, que tiene 75 años, no se les olvide, ejemplarizó un canto a la vida que bien merecería las cámaras que el francés Stéphane Brizé acaba de consagrar a la muerte.

Mientras en Madrid, un viejo le cantaba a la vida, al derecho de nacer, en Francia la crítica aplaude un film que es todo lo contrario, un himno a la muerte, al bien morir. Es la historia de un hombre, apaleado por el mundo y por la puñetera vida (el inefable Vincent Lindon) que decide acompañar a su madre (Hélène Vincent) hasta el lecho de una clínica suiza donde le espera la muerte de la eutanasia.

La película se titula Quelques heures de printemps (Unas horas de primavera). Dos primaveras, la del insolente Dragó, canto a la vida en las cercanías del más allá, y la de una mujer que se dispone a morir.

Este lunes he cumplido 73 años. Y si me permitiesen elegir, elegiría la primavera madrileña.

Y yo, Sergio, ya no acumulo 75, como dices, sino uno más. Te agradezco el regalo. A partir de hoy vas a tener muchos más enemigos de los que tenías (supongo, pues vives en el país de la envidia). A los tuyos se sumarán los míos.

Bienvenidos sean. De sobra sabes que en Roma medían la estatura moral de los hombres por el número y el tamaño de sus enemigos. De lo primero, Sergio, andamos sobrados; de lo segundo, no. ¡Qué le vamos a hacer!

Te invito a güisqui con amistad. ¿O prefieres Dom Perignon con diamantes de Tiffany’s y Audrey Hepburn en una trattoría de Roma?

Tú dirás…

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 1 octubre 2012


Publicado en: ...el 27 Noviembre 2012 @ 12:17 Comentarios (6)

6 comentarios

  1. A 27 Noviembre 2012 @ 12:42 ER MANUÉ dijo:

    Lumbrera, eres un pesebrero, un anticapitalista (tus diatribas contra el Becerro de Oro y contra tratados de libre comercio como la UE), un jipi mugriento y piojoso, un fumeta de hachís, un consumidor de LSD, una marica vieja, un comecuras (Carta de Jesús al Papa), un ateo (lo has dejado claro hace un par de artículos), un cornudo consentidor, un anti israelí (La prueba del laberinto)…
    Y aún así los fachas te jalean para que le de “caña a los rojos”. Es de risa.

  2. A 27 Noviembre 2012 @ 12:46 ER MANUÉ dijo:

    “Hombre culto hasta la médula”. Juajuajuajua!!!!!!
    La lumbrera tiene una cultura muy superficial.
    Va de culto.

    “No le perdonan que tuviera comercio carnal con dos jovencitas japonesas”. No, si el problema es que NO tuvo ese comercio carnal. Era todo una fantasmada.

    Juajuajuajuajuajua!!!!!!!!!!!!!

  3. A 27 Noviembre 2012 @ 15:30 ER MANUÉ dijo:

    Un antisistema (¿no te llamas a tí mismo “anarquista”?), un abortista activo en el pasado, un rojo encacelado por Franco, un flipado orientalista de pacotilla, un denostador de la cultura occidental (”Occidente, accidente”, ¿no decías?), uno que ha vivido entre la morisma despreciando al hombre blanco, un impotente que necesita cialis, un cliente de travelos, un abrazafarolas que se mea en su propio portal, un satanista de Alistair Crowley…

    Y los fachas te jalean.
    De locos.

  4. A 27 Noviembre 2012 @ 18:25 javier dijo:

    grande don fernando, individualista y libre, algo pecaminoso en esta pobre y oscura España, llena de cuadros de Goya, duelo a garrotazos.

  5. A 27 Noviembre 2012 @ 18:53 ER MANUÉ dijo:

    El “individualista” Dragó:

    1. Pone el cazo todos los meses para llevárselo calentito del dinero de todos los españoles.
    2. Protegido por todo un partido político.
    3. Cuando se acojonó por lo de las niponas, pidió ayuda a un montón de periodistas para que le defendieran.
    5. Lameculos hasta la hez de Gil (DEP), Aznar y Aguirre.

    Su individualismo consiste en repetir constantemente que él es un individualista.

  6. A 27 Noviembre 2012 @ 19:54 ER MANUÉ dijo:

    La lumbrera confesó que jodió con su señora en una iglesia.
    Y la derechona casposa todavía le jalea.