Carta a los Reyes Magos

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Voy a hacerles un regalo de navidad. He pasado una semana, muy intensa, leyendo las mil doscientas cincuenta y dos páginas, impresas con letra del tamaño de un microbio, de una novela mítica que ahora, al calor de la crisis económica, política y social, vuelve a ser lo que ya fue en el momento de su aparición, y eso sucedió hace mucho, en 1957: un best-seller, en el mejor sentido de la palabra. A veces, mientras no vaya unida a idioteces como las dichosas sombras de Grey, los libros de autoayuda y las bobaliconadas del clan Punset, lo tiene.

Me refiero a La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, que ya había conseguido otro éxito arrollador, en 1943, con una novela de corte parecido: El manantial, llevada al cine por King Vidor y protagonizada por Gary Cooper. Rara vez en mi vida he leído algo que me haya producido tanta impresión. Aún estoy recuperándome del impacto.

Ayn Rand nació, como Nabokov, en San Petersburgo y, como él, huyó de la barbarie soviética, se refugió en Estados Unidos y escribió en inglés. Su obra y su figura alcanzaron una relevancia extraordinaria. La rebelión de Atlas es una novela simultáneamente filosófica y de acción. Es una novela de ideas y de aventuras trepidantes. Es una novela reflexiva y, valga la redundancia, sumamente novelesca, apasionante, entretenidísima, aunque le sobren páginas.

Lo que en este libro se plantea es algo que ahora está en las calles de nuestro país y de todo el mundo occidental (no así en el oriental): la pugna entre lo público y lo privado, entre el intervencionismo y el liberalismo, entre la persona y el Leviatán de la Administración, entre lo individual y lo colectivo, entre el modelo del estado de bienestar y el del estado de responsabilidad, entre la libertad y el miedo a la libertad que anida en el corazón del hombre y que hoy, como sucedió en la Rusia anterior al triunfo de los bolcheviques y estuvo a punto de suceder en Estados Unidos en los años que siguieron a la Gran Depresión, coloca a nuestra sociedad al borde de caer en la eterna tentación totalitaria.

Contra ella alza su voz Ayn Rand en esta novela que todo el mundo debería leer. La reedita la editorial Grito Sagrado y no está bien distribuida. Yo la he encontrado, tras muchas búsquedas, en la Casa del Libro de Madrid. Frente a la frase, en la que se inspiró el movimiento romántico, de que “el corazón tiene razones que la razón no conoce”, Ayn Rand viene a decirnos que la razón tiene razones que el corazón desconoce y que, paradójicamente, esas razones de la razón son las únicas que pueden resolver los problemas del corazón.

Insisto: este consejo, el de que lean La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, es mi regalo de navidad. No lo rechacen.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 5 diciembre 2012


Publicado en: ...el 06 Diciembre 2012 @ 14:28 Comentarios (5)

5 comentarios

  1. A 06 Diciembre 2012 @ 15:03 Er Manué dijo:

    Manda huevos que este subvencionado de la sopa boba recomiende una novela de Ayn Rand.

    “No hay nada más bajo que comportarse de manera soberbia con el humide”. Séneca.

    Dragó no sólo es bajito y contrahecho físicamente.

  2. A 06 Diciembre 2012 @ 15:53 Er Manué dijo:

    Dragó, además eres un escritor mediocre.

  3. A 07 Diciembre 2012 @ 10:53 Dragón humeante dijo:

    Con la mitad de todos los libros que dice que ha leido Dragó, hay que ser muy zopenco para no ser, como mínimo, un escritor del montón.

  4. A 07 Diciembre 2012 @ 11:29 motrileño dijo:

    leer a un escritor sólo para atacarlo es de necios, como mínimo.

  5. A 07 Diciembre 2012 @ 15:56 Er Manué dijo:

    Dragó, mira, has escrito esto: “La libertad es incompatible con la igualdad”. A ver si te enteras: cuando se usa el término “igualdad”, en realidad se está queriendo decir “equidad”. Nadie pretende que seamos iguales. Tú eres un enano jorobado, con pocas luces, verborreico, con poco mundo, prepotente, snob, pedante, impotente, fantasmón, hipócrita, putero de prostitución infantil, pesebrero-voz de su amo, nuevo rico (gracias al pesebre), que tiene que irse a Japón a dar unas clases en alguna academia cutre de español para poder ligar… ¿quién coño quiere ser igual que tú?