Televisión, literatura, gritos, champán y toreo

Dicen Umberto Eco y Jean-Claude Carrière en un libro de conversaciones agrupadas bajo el título, excesivamente optimista, de Nadie acabará con los libros lo que sigue: “Si una persona no tiene la capacidad de crear, entonces puede elegir la destrucción de una obra de arte o, algunas veces, de sí misma. Tomemos el caso de Eróstrato. Pasó a la posteridad por haber destruido el templo de Artemisa en Éfeso. Como se sabía que había prendido el fuego para que su nombre pasase a la posteridad, el gobierno ateniense prohibió que se pronunciara ese nombre en lo sucesivo. No sirvió de nada. Prueba de ello es que recordamos el nombre de quien incendió el templo y hemos olvidado el del arquitecto que lo construyó. Eróstrato tiene numerosos herederos. Hay que mencionar entre ellos todos los que van a la tele a contar que les han puesto los cuernos. Es una forma típica de autodestrucción. Con tal de salir en la tele están dispuestos a todo. Lo mismo sucede con los asesinos en serie, que, en el fondo, ansían que se les descubra para adquirir notoriedad. Se trata de la misma pulsión que lleva a uno que está detrás de alguien que sale en la tele a agitar el brazo para estar seguro de que lo van a ver. Parece de cretinos, pero es su momento de gloria. Las propuestas que reciben los responsables de los programas televisivos suelen ser extravagantes. Algunos afirman incluso que están dispuestos a matarse en directo o, simplemente, a sufrir, a dejarse fustigar o torturar. O a mostrar a su mujer mientras hace el amor con otros. Las formas del exhibicionismo contemporáneo parecen no conocer límites. En Italia hay un programa de televisión, La corrida, en el que se exhiben los diletantes mientras el público grita desaforadamente. Todos saben que los van a machacar y, aun así, la transmisión tiene que rechazar a miles de candidatos. Son muy pocos los que se hacen ilusiones sobre su talento, pero se les da la ocasión de su vida para que los vean millones de personas y por eso están dispuestos a todo”.

Hasta aquí Umberto Eco y Jean-Claude Carrière. De lo que, a propósito de lo mismo, sucede en España, qué les voy a contar. Me pregunto a veces si no entraña contradicción hablar sosegadamente de literatura, como yo vengo haciéndolo desde hace más de siete lustros o, por lo menos, intentándolo, en los ínferos de un estudio de televisión.

¿Televisión y literatura? ¿Será un oxímoron? ¿Debería hacer mutis por la plutonía que pone en comunicación el reino de lo visible con el de lo invisible?

Veremos… Sea como fuere, Las noches blancas regresaron a la rejilla de Telemadrid el pasado miércoles y lo hicieron por todo lo alto, con María Dueñas y su Misión olvido (Temas de Hoy). Entra así ese cenáculo en su novena temporada. Je suis, mal que le pese a los progres, le petit Pivot espagnol, lo que no me impide detestar la tele.

Ha dicho Esperanza Aguirre que los trámites para la privatización de la cadena en la que trabajo están a punto de empezar. Ojalá la imiten los demás gobiernos autonómicos. Me quedaré yo en dique seco, y otros muchos también irán a parar a él, pero será infinitamente superior la cifra de los beneficiados por esa decisión que la de los perjudicados.

La política es o debería ser búsqueda del bien común, que está siempre por encima de los intereses de las partes. Incontables son los españoles que no entienden ni aprueban algo tan elemental. Oy okuparán las cayes de Madriz con pankartas y berrrridos. Eso sí: saldrán en la tele.

Dicen que el derecho a manifestarse figura en la Constitución. Será, pero a mí parece un signo de estupidez. Quejarse, indignarse y protestar es infantilismo que sólo sirve para empeorar las cosas. La resignación es sinónimo de inteligencia, felicidad y sabiduría. Quéjense, indígnense y protesten otros, mientras yo, en Nimes, sonrío en compañía de Andrés Calamaro y me las prometo muy felices. Anoche abusé del champán. Miles de chicas guapas –¿qué tendrán las francesas?– bailaban en la calle. Eso no es okupación, sino liberación. Hoy serán Manzanares y Morante quienes pongan burbujas en el alma antes de que José Tomás, el domingo, nos la llene de aguardiente. Y si no cuajan faena, nos resignaremos, beberemos champán y miraremos a las chicas que bailan. ¡Quién tuviese medio siglo menos! Sale el sol en Nimes mientras anochece en Madrid.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 15 septiembre 2012


Publicado en: ...el 19 Diciembre 2012 @ 03:45 Comentarios (5)

5 comentarios

  1. A 19 Diciembre 2012 @ 13:44 Er Manué dijo:

    Dragó, te jodes a tí mismo. Lamiéndole el efínter al marqués de Tamarón y a la marquesa Esperanza, te ganas un marquesado de Castilfrío, pero mandándole a tomar por culo a S.M, como haces, te autosaboteas esas posibilidad porque el único que puede conceder títulos nobiliarios es S.M.

    Eres torpe.

  2. A 19 Diciembre 2012 @ 13:58 Er Manué dijo:

    Lumbrera, tú eres exhibicionista, narcisista y candaulista (te gusta mirar a tu mujer jodiendo con otros) Deberías meterte en un show de esos. Estarías encantado. Además ya eres un hombre de televisión.

    No sé porque te metes con los progres si tú eres un progre de libro. Hasta hablas del “bien común” y has ido a manifestaciones por la legalización del cannabis.

  3. A 19 Diciembre 2012 @ 14:00 Er Manué dijo:

    Lumbrera, con 50 años menos no te comerías tampoco ni medio rosco con una francesita de esas. Y lo sabes. No sueñes.

  4. A 19 Diciembre 2012 @ 14:39 Er Manué dijo:

    Y lo sé porque te conocí en los años cincuenta.

  5. A 19 Diciembre 2012 @ 21:25 Er Manué dijo:

    Lumbrera, ya sé por qué te volviste antiabortista. No era por razones morales sino porque eres fetofílico, que es un extremo de la pederastia.