Otro lobo feroz

escrito con lengua roger wolfe

Sólo hay en España, entre quienes siguen vivos, dos escritores sobre cuyas obras, recién salidas, me abalanzo con la misma voracidad y veracidad de lector con la que adentellaba en los años de la infancia y la adolescencia los libros de mis autores favoritos: Richmal Crompton, Mark Twain, Salgari, Julio Verne, Mallorquí, Zane Grey, Oliver Curwood, Wodehouse, André Maurois, Stefan Zweig, Hemingway, Hesse…

Uno de esos escritores es Roger Wolfe; el otro es Trapiello, aunque mi bulimia e impaciencia, en su caso, se limiten a esa obra colosal, y a la vez minimalista, que es el Salón de pasos perdidos.

No falla. Sale un nuevo volumen de éste o una nueva entrega de la egografía de Wolfe y no concilio el sueño hasta que los acabo. Les debo -me deben- muchas noches en vela.

Lo dicho no significa que no aprecie a otros escritores. Los hay, sin duda, excelentes, por más que la mediocridad, en líneas generales, cunda, pero a ningún otro concedo a ciegas mi atención con la garantía de que se verá más que satisfecha.

Roger Wolfe acaba de publicar Escrito con la lengua (Huacanamo). Recibirlo, dedicado y enviado por él, e hincarle el diente fue todo uno. Seguro estaba de que no me defraudaría, y así fue. ¡Qué oleada de audacia, sinceridad, sensatez, salvajismo (decía Leonardo que salvaje es quien se salva) y silvestre inocencia frente al repugnante discurso de la corrección política! La ferocidad de este libro es comparable a la desplegada en el que le precedió: Siéntate y escribe. Absténganse de leer el uno y el otro los timoratos, los pazguatos, los mojigatos, los monicacos, los progres, los buenistas, los tramoyistas, los plebeyos, los biempensantes y los demócratas, no vaya a ser que mueran del sofocón rasgándose por el escándalo las vestiduras del rey desnudo.

El libro, al que su autor tilda de “catálogo de horrores” en la dedicatoria que me ha puesto, se abre con una cita de William Carlos Williams: “Escribiré lo que me dé la maldita gana, cuando me dé la maldita gana y como me dé la maldita gana”. Lo mismo vine a decir Guy de Maupassant en otro libro espléndido de no muy distante aparición: Sobre el derecho del escritor a canibalizar la vida de los demás (El olivo azul, 2010).

Un amigo de Bukowski, cuenta Wolfe en la primera página de Escrito con la lengua, llamaba “la peste” a lo mismo que mi admirado André Maurois tildaba de cronófagos: “individuo o individuos con niveles mínimos de educación y desarrollo mental, pedantes incorregibles, cuya idea de diversión es hacerles la vida imposible a los demás; son altamente posesivos y su principal característica es la de presentarse en casa continuamente y de manera inoportuna o llamar por teléfono para arrastrarte fuera a ti; el abuso de confianza constituye su credo más inquebrantable”.

Yo también los padezco, mi querido Wolfe. ¿Qué tal si les atizáramos un buen mordisco o les aplicáramos la ley coránica cortándoles la lengua?

Tu misantropía, que comparto de la cruz a la bola, raya a la altura de tu inteligencia y de tu ferocidad. Estás a la altura de tu apellido. He aquí, lector, una muestra…

“El 90% de la humanidad no sirve absolutamente para nada. Nacer, comer, cagar, joder, procrear y morir (…) Pagar letras, reírte de chistes malos y ver películas de vídeo. Hablar de cine. Hablar de mujeres. Hablar de deportes. Hablar. Bla bla bla. Hablar. Dictar leyes. Democracia. Te damos por el culo y tú nos pagas. Utilice las vías legales. Le empapelamos de pólizas la boca y le damos un paseo. Democracia, dictocracia, falacia. Hay siete días en la semana y te vamos a joder cinco. También te vamos a joder las noches porque te vamos a dejar tan hecho polvo que de lo único que te vas a acordar antes de acostarte es de poner el despertador. Para los fines de semana hemos inventado cosas que se llaman familia, hipermercado, calamares fritos, pulpo a la gallega, calcetines limpios y sexo seguro, si te lo encuentras (…) Estamos a finales del segundo milenio de la era judeocristiana y seguimos en bolas. El logro último de la humanidad será llegar a neutralizarse de tal manera que se descomponga sin la ayuda del espacio exterior (…) Mientras tanto, bueno, ya lo sabéis: nacer, comer, cagar, joder, procrear y morir. Todo esto ha sido dicho muchas veces. Solo que me apetecía volver a decirlo a mí. Y que se joda, supongo, el que lo lea”.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 2 septiembre 2012


Publicado en: ...el 22 Diciembre 2012 @ 11:43 Comentarios (4)

4 comentarios

  1. A 22 Diciembre 2012 @ 15:49 Er Manué dijo:

    Lumbrerita, tu no eres un lobo feroz. Eres un perro pachón que obedece la voz de su amo Chema.
    Eres un perro pachón que come del dinero de los ciudadanos y, encima mal agradecido: muerdes la mano que te da de comer.
    Ni siquiera eres un viajero, eres un turista de manual. Tu profundo papanatismo mezclado con cerrazón y desprecio de cuanto ignoras, lo demuestra.
    Tampoco eres un buen lector porque careces de capacidad de reflexión y de sentido crítico. No digieres lo que lees. De ahí tu discurso “collage” y repetidor compulsivo de eslóganes.

  2. A 22 Diciembre 2012 @ 16:36 Dragón humeante dijo:

    Oye Lobo, que no te guste el pulpo a la gallega no te da derecho a meterlo en el mismo saco que, por ejemplo, los calcetines sucios, los domingos o la familia. He dicho.

  3. A 22 Diciembre 2012 @ 16:40 Dragón humeante dijo:

    El logro último de la humanidad lo resume mejor que nadie Bart Simpsons: MULTIPLÍCATE POR CERO.
    He dicho.

  4. A 22 Diciembre 2012 @ 16:41 Dragón humeante dijo:

    TONTO EL QUE LO LEA!