Caspa progre

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Me alcanza en Vientián una columna de Gistau y por ella me entero de que Paz Padilla no viaja nunca a Estados Unidos, porque allí, según dice, no hay cultura.

La afirmación me alegra el día, pues el asombro siempre resulta divertido.

Voy a confesarles algo: no sé quién es la susodicha –quizá algún personajillo de la telebasura–, pero a partir de ahora la seguiré en todas sus apariciones estelares. Un chute de adrenalina y estupor nunca viene mal. De gentes así de bobas, dijo Aldous Huxley al final de Contrapunto, es el Reino de los Cielos. ¿Habrá allí cultura? Tocar el arpa lo es, pero seguro que a Paz Padilla le parece más culta la zambomba.

Llega un amigo andaluz al hotel donde garabateo estas líneas y se lleva las manos a la cabeza:

–¡Pero hombre de Dios! –exclama–. ¡Paz Padilla es una actriz! ¡La conoce todo el mundo!

Bueno… Pues yo no soy todo el mundo, pero más a mi favor, porque el sueño de las actrices españolas es llegar a ser una Penélope o incluso, mediante cambio de sexo, su marido, hablar pichinglis, romper en Hollywood y subir con traje de noche y taconazos de sombra de Grey a la tarima de los Óscar para que la vean por la tele las marujas de su pueblo.

La pobre Paz Padilla tendrá que renunciar a tanta gloria. ¡Qué duro es acatar el catecismo y el catetismo de la progresía! Sírvale de consuelo la evidencia de que ese camino de perfección no conduce al cielo, donde los ángeles y Harpo Marx tocan el arpa, sino al infierno, donde el rechinar de los dientes de sus amigotes zejijuntos le sonará a Himno de Riego, parias de la tierra y canción del Chiquilicuatre. ¡Eso sí que es cultura, qué caramba!

Lo de Estados Unidos, no, qué va… ¿Quién puede ser tan inculto como para incluir en la historia de la cultura a Mark Twain y a Hemingway, al Sky Line y al MOMA, al jazz y a Cole Porter, al Metropolitan y a la Factoría de Andy Warhol, a Frank Lloyd Wright y a Bob Dylan, a John Ford y a Coppola, a Marlon y a Marilyn, al New York Times y al Washington Post?

¿Se imagina Ud., compañera Padilla, a un palurdo de la Lusitania que en el siglo de Octavio Augusto hubiese dicho a un paleto de la Bética y a un zambombo de la Tarraconense, dándole los tres con la boina calá unos tientos al porrón y al zurrón en el ambigú de Itálica, que no pensaban ir a Roma, metrópoli del Imperio, porque allí no había cultura?

Pues mírese al espejo y se lo imaginará.

Publicado en la sección “El lobo feroz”, El Mundo, 7 enero 2013


Publicado en: ...el 16 Enero 2013 @ 10:12 Comentarios (7)

7 comentarios

  1. A 16 Enero 2013 @ 11:11 Er Manué dijo:

    He aquí un árbitro de la elegancia que tiene su caserón castellano decorado como si fuera la quincena de la India de El Cutre Inglés.
    Un facha casposo y hortera al que le parecen igual, como aportaciones arquitectónicas imperiales, el Anfiteatro de Mérida y Eurovegas.
    Un tío tan zopenco que después de tanto viajar sigue siendo tan paleto como si no hubiera salido del barrio de Salamanca, que lee sin digerir nada de lo leído y que, de ser ministro, le vendería a precio de metro cuadrado de tela la Venus de Velázquez a algún millonario colega suyo para que este lo pusiera en la sala de la jacuzzi.

  2. A 16 Enero 2013 @ 12:01 Ant dijo:

    … y que a la historia de España se le ocurrió adjetivarla de mágica y contarnos la historia de Gárgoris y Habidis. ¡Ay cultura!

  3. A 16 Enero 2013 @ 12:17 uno dijo:

    Ya tardaba en salir la Inquisición progre y el argumentum ad hominem, a falta de mejores razones, el hombre de paja al que zurrar. Seguro que a tus amiguetes progres les convences.

  4. A 16 Enero 2013 @ 14:03 pivodi dijo:

    Interesante eso que comenta, señor Dragó. No sabría decirle cual acertado es pues los nombres que indica no tienen significado para mi. Yo, por mi parte, estoy leyendo un articulo, que me parece igualmente interesante, sobre la realidad española. Le paso un extracto para que se haga una idea:

    “La ventaja de hacer este rápido recorrido con lectores españoles, parecido a como hicimos en La Odisea de Hispania, es que por su conocimiento de la historia les es fácil hacerse una composición de tiempo y lugar, pese a casi un siglo de adoctrinamiento perverso de nuestra historia, una manipulación que, con su espiral de silencio, ha venido a tener su éxtasis alucinado en el mesianismo vasco y catalán.”

    La realidad de los pueblos, como de las personas, biéne escrita en la historia de estos. Es como si fueran el resultado de sus padres, más de sus madres que de sus padres, de ahí que se suela decir “viva la madre que te parió”, pero bueno, eso son otras historias…

    Un saludo.

  5. A 16 Enero 2013 @ 15:11 españolito dijo:

    Menuda caspa se gastan los Bardem, la Esteban, la de la foto… Menuda peste.

  6. A 16 Enero 2013 @ 21:31 lagai dijo:

    tus columnas son cada vez más penosas, a este paso acabaras hablando de la ideología de Bob Esponja, como de costumbre utilizas a algún muñequito, para demostrarnos lo culto y lo antiprogre que eres. Para comenzar habría que saber que es lo que tu y otros cuantos “listillos” que te ríen las gracias entendéis por “progre”, por que acabáis metiendo en ese saco a todo un mundo de personas y personajes que demuestran bastante más cerebro que vosotros. Entiendo por lo que se os lee que lo contrario a “progre” debe ser un tipo estupendo, cultísimo, con una ideología un tanto rancia y que carece de prejuicios, siempre y cuando no hablemos de algún “piojosillo”, estos siempre a kilometros que nos pueden contagiar de piojos, chinches, pulgas y demás bichejos de los que se encuentran infectados. También se carfacterizan por importarles un puto huevo el sufrimiento ajeno, por apoyar medidas extorsionadoras, por desconfiar de todo el mundo y especialmente de los vascos y de los catalanes, estos sin duda son lo peor, aún peor que los piojosillos, por que no se dejan controlar y siempre estan alborotando con la independencia. Quizás este equivocado, ¡no se! espero ansioso que alguna lumbrera me saque de dudas y me explique la diferencia entre un progre y ¿unnnnn?…

  7. A 16 Enero 2013 @ 23:53 Rocigalgo dijo:

    Las palabras de Dragó tienen el insólito efecto de ejercer de imán, no solo a la gente de bien, entre las que me precio, junto con otros honrosos ejemplos, sino también a insectillos de verbo fácil (y bastante simple) que rellenan cinco renglones de comentario y vierten en ellos una ristra de tonterías e insensateces que asombra. Es asombroso. Se indignan sobremanera con lo que escribe pero no pueden vivir sin entrar en este sitio. Diríase que incluso sueñan con él, concupiscentes. Yo diría que le aman pero se resisten a salir de tan pestilente armario.