Sonrisas, lágrimas y carcajadas

sonrisas y lágrimas carlos hipólito

Hoy pago una deuda: la que el otro día contraje yendo a ver Sonrisas y lágrimas en el Coliseum de Madrid.

Nunca voy a musicales. Seguro que no me creen, pero la única vez que, con anterioridad, lo había hecho fue en las navidades de 1969: estaba yo en Amsterdam, fumando porros, tomando LSD, tarareando mantras, comiendo en restaurantes indonesios, y fui a ver Hair.

Pero entonces era un hippy, vivía en Roma con dos mujeres, una hija y varios gatos, y acababa de volver de Asia. Buenos tiempos. Mejores, casi imposible. Sucedía todo eso antes de que el mundo enloqueciera.

Rectifico. Cuando tenía yo quince años, y durante algunos más, vi muchas revistas en el Martín, el Alcázar y La Latina, y bastantes zarzuelas en el teatro del mismo nombre. Las segundas, porque me gustaban y eran aún, junto a los boleros y los pasodobles, la banda sonora de mi generación; las primeras, para ver los muslos de las coristas, sus piernas al viento y el procaz bamboleo de sus cántaros. La testosterona es así.

No estoy nada seguro de que “La Revoltosa” o “La blanca doble” sean, stricto sensu, musicales, pero lo mismo cuela.

¿Y las óperas? Vi unas cuantas en mi belle époque romana. Era como ir a los toros en la Maestranza. Luego, nunca. Estuve a punto de dejarme caer hace unos días por el Real para echar un vistazo a Cosí fan tutte, pero en el último momento, por consejo de Garci, renuncié a la idea. Me dijo que el montaje era horroroso, y le creí. También me dijo que las piernas de la mezzosoprano Paola Gardina, enfundada en un vestido rojo y tubular, son de impresión, pero no me pareció argumento suficiente. En mis años de La Latina sí me lo habría parecido. Mi testosterona ya no es lo que era.

Detesto el cine de Haneke, que tanto gusta a los críticos. Reconozco, eso sí, que como testimonio de inclinaciones frenopáticas reviste cierto interés… Psiquiátrico, por supuesto. A Lombroso, el de la criminología positivista, también le habría interesado.

Haneke es austríaco. ¿Nació en la misma aldea que Hitler?

Nunca he visto una película tan desagradable como La cinta blanca. ¿Y Amor? Quita, quita… No pienso ir. Seguro que debería llamarse Horror. Huyo de las películas y de las novelas que los críticos recomiendan.

De Tarantino, por cierto, pienso lo mismo. Esos dos cineastas habrían hecho las delicias de Sigmund Freud. Otro austríaco.

¡Ah! ¡La deuda!

El otro día, por consejo no de Garci, sino de mi hija Ayanta y de mi mujer, fui, como decía, al Coliseum y me quedé traspuesto, embobado, arrobado, como aquel monje del monasterio de Leyre que salió a dar un paseo, se sentó junto a una fuente en la que cantaba un pajarillo, lo escuchó durante unos minutos -eso creía él-, regresó al cenobio y cayó en la cuenta de que habían transcurrido cuatro siglos.

Tal cual… Durante más de tres horas fluctué entre las sonrisas y las lágrimas, dejándome llevar por las primeras y tratando de ocultar las segundas. ¡Qué vergüenza! ¡Todo un hombrón gimoteando! Pero no había modo de meter en cintura semejante chaparrón de emociones. Volví a la infancia, a la adolescencia, a la juventud, a los años en los que aún imperaban los viejos valores, la decencia, la armonía, la jerarquía, el equilibrio, el respeto, el buen gusto, la rectitud de intención, el happy end

Todo lo que falta en el cine de Haneke y en el de Tarantino. Todo lo que no tiene cabida en ARCO, en el Guggenheim y en la Bienal de Venecia (si es que aún existe). Todo lo que ha desaparecido de la literatura. Todo lo que no aparece en la televisión. Todo lo que no habría interesado a los jóvenes que aquel día, de lúgubre memoria, fueron al macro-concierto del Madrid Arena. Todo lo que, como ya dije, había en el mundo antes de que éste enloqueciera.

Y no lo digo sólo por la llegada de Hitler. La locura se detuvo o, por lo menos, se contuvo con la derrota de éste, pero ya, más venenosa que nunca, ha reaparecido. Bill Gates, que es el Anticristo, la desencadenó. Las redes sociales, los móviles, las tabletas y la globalización son los cuatro jinetes de su Apocalipsis.

La familia Trapp también era austríaca, como Mozart, pero sólo eso tenían en común el uno y la otra con el Führer y con Haneke.

Carlos Hipólito, protagonista absoluto de esta versión de Sonrisas y lágrimas el día en que yo la vi, no es austríaco, sino madrileño. Nació el año en que a mí me metieron por primera vez en la cárcel: 1956. Extraña sincronía. No es la única. Ha hecho siete películas a las órdenes del hombre que me impidió ir a Cosí fan tutte. Garci tampoco es austríaco ni se parece en nada a Haneke. Su cine es doblemente virtuoso: por la pericia con la que lo teje y por los buenos sentimientos que difunde.

Mentaba a Carlos Hipólito, sin olvido ni desdoro de cuantos con él actúan en el espectáculo del Coliseum, porque su quehacer me deslumbró y su versatilidad me maravilló. Difícil, casi imposible resulta discernir entre su forma de cantar y su modo de interpretar. Matrícula cum laude en las dos asignaturas. Todo lo hace a la perfección. Age quod agis, decían los latinos, y él lo hace.

Salí del teatro deslizándome sobre melocotones en sazón bajo la furia de la galerna que en ese instante azotaba la ciudad y corrí, por la puerta trasera, a felicitarlo. Felicitar significa, en este caso, desear felicidad a quien durante tres horas me hizo feliz.

¡Ah! ¡Las carcajadas!

mitad y mitad fernando tejero pepón nieto

Ésas llegaron un par de días después. Volví, sesenta años después, al teatro de La Latina, y no a impulsos de la testosterona, pues allí ya no hay coristas ligeras de ropa con lentejuelas y ligueros, sino para asistir al estreno de la comedia Mitad y mitad, escrita por Pep Antón Gómez, que la dirige, y Jordi Sánchez e interpretada por mi tocayo Tejero y Pepón Nieto, y lo dicho: me tronché de risa, como lo hacían todos los espectadores. Humor negro, a la española. Que no falte. Así somos, para bien y para mal. Lo primero en este caso. Hasta mi mujer, que es japonesa, lo entendía.

Y a la vez, por extraño que ese matrimonio contra natura (no el mío) parezca, humor inglés. La sombra de Arsénico por compasión y de El quinteto de la muerte planeaba sobre el escenario. La familia, en general, no sale muy bien parada. ¡Menudo avispero!

Aún están a tiempo de sonreír, de lagrimear y de reír a mandíbula batiente, amigos. Yo que ustedes…

Ya saben: en el Coliseum (con los niños… Lo que allí verán es amor y pedagogía) y en La Latina (con sus madres), respectivamente. ¡Qué diablos! No todo va a ser manifestaciones de protesta. Imiten a los griegos: vayan al teatro. Y agradézcanme los consejos, ¡hombres de Dios! ¡Ojalá lo sean, aunque no crean en él! Basta con que por navidad me manden un pavo.

Bueno… Mejor, tres, a razón de uno por las sonrisas, otro por las lágrimas y el tercero por las carcajadas. Así agasajaré a toda mi familia y lo mismo se portan mejor conmigo que Tejero y Pepón con su madre escénica cuando yo la espiche y deje de mirar y admirar a Carlos Hipólito.

Deudas saldadas: la mía con éste y la de ustedes conmigo.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 15 marzo 2013


Publicado en: ...el 16 Marzo 2013 @ 15:13 Comentarios (6)

6 comentarios

  1. A 17 Marzo 2013 @ 13:24 pivodi dijo:

    Buenos días, simpático articulo, señor Dragó, se podrían añadir las palabras de Nietzsche: cuanto más lejos se está del ente verdadero, tanto más pura, bella y mejor es la vida. Por mi parte estaba leyendo un interesante articulo sobre Chipre y la confiscación del dinero de las cuentas de ahorro por parte de la UE, socialismo en estado puro, se escuchaba a lo lejos aquella palabra: exprópiese… es el marxismo todo su esplendor, tanto es así que hasta los judíos de Moscú están implicados, es la peste de nuestro tiempo, y no solo en lo cultural.

    Cuando venia hacia aquí me he encontrado con un gato, muy joven, apenas unos meses tendría. Lo he llamado, me ha mirado, pero cuando he intentado cogerlo ha salido corriendo, y se ha metido debajo de un coche, me he acachado a ver si podía agarrarlo, pero no ha habido manera, se ha metido en por hueco del motor del coche, y le he perdido de vista. Al final lo he dejado, pues tampoco tenia tanto interés en cogerlo, aunque me ha dejado preocupado, mira que si llega el dueño del coche, enciende el motor, y se engancha el gato con alguna correa, o pieza movil, en fin.

    Un saludo.

  2. A 17 Marzo 2013 @ 15:51 kantabriko dijo:

    Long time que no aterrizaba por el blog , un buen blog , impresionante , le felicito .

  3. A 17 Marzo 2013 @ 16:18 kantabriko dijo:

    ? Para cuando un libro de prehistoria profunda , refleciones historicas ,el imperio atlante ,el cpitain Bird ,un tema mistico del misticismo historico ,la segunda guerra mundial ? , no se ,creo que es interesante la historia contemporanea .

  4. A 17 Marzo 2013 @ 18:46 vicente dijo:

    va fernando, ¿a quién quieres hacer creer tanta estupidez? por lo menos dí que és un sueño que tuviste majadero.

  5. A 17 Marzo 2013 @ 19:02 vicente dijo:

    bueno, es que sólo leí lo de nosequé de Roma, Amsterdam y tripis (mentirillas de las tuyas) y nunca puedo acabar un artículo tuyo…como todos son aburridísimos. sólo entré a meterme un poco contigo…
    por cierto “pivodi”, no tienes ni idea de Nietzsche. te crees que porque hitler cogió sus ideologías como pilar del nazismo ya el escritor era un facha tb ¿no?, a ver si te enteras , que el problema de nuestro tiempo eres tú…inculto.

  6. A 17 Marzo 2013 @ 19:06 kantabriko dijo:

    Fernando , visionario , jajajaaaa , si ke las has puesto Vicente . Fernando disculpame , pero ? nos conocemos de algun blog por casualidad ? . Creo si mal no recuerdo que eras un esceptico reconocido de por alla por “Magonia” , un blog esceptico muy peculiar .