De senectute

martin eden jack london portada

Vejez no siempre es sinónimo de senilidad.

¿Seguro?

A esa hipótesis me acojo.

Stevenson dijo a su médico, que lo conminaba a vivir de modo menos desordenado para no poner en riesgo su salud: “Doctor, siempre se muere joven”.

Jack London se suicidó, pero antes de arrojarse al mar desde la popa de un barco en busca de esa muerte, expresó sus últimas voluntades… Son apócrifas. Se le atribuyen, pero encajan con su personalidad. Decían:

“Prefiero ser ceniza a polvo”. Yo titubeo. No lo tengo claro. ¿Incineración o entierro? No lo sé, pero los crematorios son estériles y los gusanos abono.

“Prefiero que mi chispa se consuma de un fogonazo a que la podredumbre la sofoque”. Y yo me digo: ¿qué más da?

“Prefiero ser un meteoro rutilante y que cada uno de mis átomos sea fulgor a sobrevivir como un planeta soñoliento y permanente”. Yo no.

“No desperdiciaré mis días tratando de prolongarlos”. Según, según… ¿Y si esos días siguieran siendo tan azules como lo fueron en la infancia?

“Utilizaré mi tiempo”. Yo lo hago.

Hasta aquí, Jack London. Dos de sus novelas me deslumbraron: Martin Eden (todos los escritores en agraz deberían leerla) y El lobo de mar.

Vámonos a Gil de Biedma…

“Qué patético fracaso la belleza y la salud”. Sí, cierto, pero cabe retrasarlo. ¿Por qué no?

“… la luz usada / polvo de mariposa entre los dedos”. Sí. Lo de “que nos quiten lo bailado” es una perfecta estupidez.

“De la vida me acuerdo, pero dónde está”. Reléanse los versos de Wordsworth que Elia Kazan puso al final de Esplendor en la hierba.

“Envejecer, morir, / es el único argumento de la obra”. No, no. Es sólo su desenlace.

Última cita… Góngora: “Y nada temía más que mis cuidados”.

Él lo veía así. Cuestión de carácter. Yo, de momento me cuido.

Está a punto de aparecer en elmundo.es, si es que aún no ha aparecido, un reportaje sobre mi elixir de la eterna juventud. Ya sé que eso es un oxímoron. Mejor sería llamarlo “de la vida larga y saludable”.

Llevo muchos años interviniendo en actividades de antiaging. Tomo alrededor de setenta pastillas al día. Casi todas son de herbolario. Llevo un podómetro en el cinturón. Tengo en casa un pequeño gimnasio. Lo utilizo. Trabajo diez horas al día (y a menudo doce), sábados, domingos y fiestas incluidos. Viajo, a las bravas, durante seis meses, o más, al año. Mi mujer se ha quedado encinta sin recurrir a técnicas de fertilización. Hasta aquí he llegado.

Este verano se organizó en Castilfrío un curso de coaching, rejuvenecimiento, nutrición y gestión de las emociones. No era yo quien lo organizaba, sino gente muy cercana a mí, pero intervine en él.

“Del monte en la ladera, / por mi mano plantado, tengo un huerto / que con la primavera, / de bella flor cubierto, / ya muestra en esperanza el fruto cierto”. Lo escribió Fray Luis.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 2 junio 2012


Publicado en: ...el 06 Abril 2013 @ 01:01 Comentarios (2)

2 comentarios

  1. A 06 Abril 2013 @ 11:23 Er Manue dijo:

    Drago, quiza te interese el ensayo de Arthur Schopenhauer sobre la senectud. Sostiene, en un lance muy escandaloso para el Discurso de Valores Dominante, que la senectud puede ser la epoca mas feliz de la vida y deberia serlo.
    En cuanto a lo que se han de comer los gusanos… exactamente eso. Y quiza los musulmanes son los que hacen mas correctamente este ritual de paso: el cuerpo en contacto con la tierra, siempre.

  2. A 06 Abril 2013 @ 13:23 pivodi dijo:

    Este tipo de artículos son los que más me gustan, señor Drago, son lo que espero leer cuando vengo a su pagina web. Estos temas intrascendentes son los que me atraen. Veamos, inmortalidad, si, bueno, ¿como era eso?

    Si el Arbol de la Ciencia era un manzano, ¿cual era el Arbol de la Vida? Por que, si eran dos arboles distintos, esta claro que no se puede alcanzar la inmortalidad por medio de la ciencia. Explicado muy brevemente este antiguo cuento: Adán y Eva fueron prisioneros en manos de la ignorancia por parte de un Dios injusto y vengativo en el Jardín del Edén. Fueron liberados de sus cadenas por medio de Satanás en forma de serpiente con el don del intelecto. La promesa de Satán a Adán y Eva fue: Por medio del uso de su intelecto, el hombre se perfeccionará y se convertirá en Dios. El Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, cuyo fruto habían comido, fue la causa de la expulsión de Adán del Paraíso. Dijo entonces Jehová Dios: he aquí que el Hombre se ha hecho como uno de nosotros, por haber conocido el Bien y el Mal. No sea que ahora alargue su mano y tome también del Arbol de la Vida, coma de él y se torne Inmortal. Y le arrojó Jehová Dios del Jardín de Edén para que labrara la tierra con la que fue creado. Echó, pues, fuera al Hombre, y apostó al Oriente del Jardín de Edén, querubines armados con Espadas de Fuego, para guardar el Camino del Arbol de la Vida.

    ¿A que viene todo este cuento? a que la inmortalidad no se puede alcanzar por medio de la materia, pues la materia, el espacio y el tiempo, son ilusión, es decir, la vida es intrínsecamente mortal y, por tanto, la inmortalidad no es de este mundo, ahora bien, ¿realmente quiere ser inmortal? piense que, primero, para ello, ha de perder la vida.

    El Espíritu no teme a nada porque es indestructible, inmortal y eterno.

    Llegados a este punto hay que tomar otra vía de acceso, la mental. El primer paso para la inmortalidad es despertar a la vida verdadera, una vez despertado, la vida no es mas que insomnio. Dice Gustav Meyrink, en “El rostro verde”, que la vigilia es el despertar del Yo inmortal y eterno, por que el hombre que ha despertado a esta vieja situación ya no dormirá más, está en un estado de vigilia permanente, como Caín, el Inmortal. En fin, un tema apasionante, da para mucho más que un comentario.

    Un saludo.