Bola negra

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Pido a mi ayudante que elabore una lista de los programas de televisión adscritos al género de la telebasura. Lo hace. Son, según él, diecinueve. Seguro que hay más, pero para muestra… No citaré títulos ni nombres. Están en boca de todos.

Voy a fiarme del criterio de mi colaborador, que es persona joven, culta, educada, de buen gusto y experta en bucear por internet. Yo, de esos programas, poco puedo decir. Hablo de oídas. Casi nunca enciendo la tele y en las raras ocasiones en las que lo hago es para ver películas no entrecortadas por los anuncios (pocas hay; sólo las de la Uno), telediarios (¡qué remedio! Informar, lo que se dice informar, no informan, pero sirven para conciliar el sueño de la siesta y el nocturno en cuanto llegan las varietés, los vídeoclips de películas o de cantantes, los deportes y las prolijas predicciones meteorológicas… ¡Menudo rollo!) y, a rachas, cada vez más espaciadas, algún que otro debate de ésos en los que sientan cátedra de análisis quienes catedráticos, por lo general, no son o lo son sólo del mamoneo partidista, de lo endogamia noticiosa y de la nada.

Salvo también de la quema, cuando me topo con ellos de zap en zap, a Jordi Évole, a Frank de la Jungla, a quien hace ya más de un lustro (antes de que saltara a la fama) conocí en Bangkok y con el que hice desde el primer momento muy buenas migas, a Pablo Motos, con su bullicioso hormiguero en el que impera la buena educación y no tiene cabida el mal gusto, y a Iker Jiménez, que navega con timón firme y saludable voluntad de divulgación e investigación por las peligrosas aguas del Mar de los Sargazos de las ciencias ocultas. Los cuatro tienen estilo propio. No son clones. Divierten sin ofender y el primero, además, dispara sin herir. Eso ya es mucho en días tan letales como los que corren.

Y, por supuesto, sigo con agrado y con nostalgia del divino tesoro de la juventud los infinitos capítulos -cuantos más, mejor- de la serie Cuéntame. Miguel Ángel Bernardeau, al que conocí, junto a Ana Duato, en el hotel Nirvana de Bali en abril de 1995 (y también fue aquel encuentro el punto de ignición de una amistad que resiste el paso del tiempo), es un lince que merecería estar al acecho en cualquier matorral de Hollywood para abalanzarse sobre cualquier guión y ganar un oscar. En cuanto a la propia Ana, a Imanol y a Echanove, y al resto de la compaña, ¡qué decirles! Gente de bien y actores de asombroso virtuosismo. Fue un alegrón reencontrarme el otro día con los dos primeros, y con Miguel Ángel, en la multitudinaria presentación del libro sobre la serie que acaba de editar RBA.

Pero volvamos a lo que Enrique de Vicente, director de la revista Año Cero y colaborador de Iker Jiménez, llama cacacracia… Me dicen que el peor, el más dañino, entre todos los programas citados por mi ayudante, es Gandía Shore. Será así, pero nunca lo he visto. Ni siquiera había oído hablar hasta hoy de la cadena que lo emite.

¡Diecinueve chutes de basura en vena semana tras semana y, en algunos casos, día tras día! ¿Puede sobrevivir un país a semejante diluvio de detritus?

Bola negra a todos ellos. De poco sirve que yo la ponga, pero si fueran los espectadores quienes tal hiciesen… ¡Adiós publicidad!

En sus manos lo dejo. La revista elmanifiesto.com tiene abierta una ventana para que firmen en su repecho quienes crean que ha llegado la hora de cerrar filas contra la telebasura. Anuncié una cruzada. Aquí la tienen, y que no me vengan con el cuento de que corre peligro la libertad de expresión. Nada tiene que ver ésta con la de difamación, depravación, chismorreo, petardeo y navajeo. El mundo es otra cosa y, más pronto o más tarde, por puro sentido común e instinto de conservación y de conversación (lo contrario de la animadversión), volverá a ser lo que era antes de que la telebasura estragara el gusto, demoliese el respeto al prójimo y a uno mismo, transformase en cloacas nuestros domicilios y diese rienda suelta a las inclinaciones y tentaciones más viles de la condición humana.

El homo non sapiens de la telebasura -quienes la hacen, quienes la ven, quienes en ella, como público de pago y balido a las órdenes de un regidor, intervienen- es un lobo para el hombre, pero podría dejar de serlo si les damos la oportunidad.

Que así sea.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 21 abril 2013


Publicado en: ...el 25 Abril 2013 @ 16:00 Comentarios (6)

6 comentarios

  1. A 25 Abril 2013 @ 20:17 Er Manue dijo:

    El debate el otro dia con Verstrynge en El gato al agua estuvo muy bien. El presentador del programa tiene toda la cara de llamarse Sr. Rebolledo.

    La antitesis de la telemierda: El mundo por montera, Jimenez del Oso y JJ Benitez, Iker Jimenez, La Clave, Lagrimas en la lluvia (programa meapilas como el solo, pero peliculas y debates de calidad), El Intermedio…

  2. A 26 Abril 2013 @ 13:40 Análisis_exhaustivo dijo:

    Expectantes ante lo que usted publique. Ni sinergias ni cuentos chinos.

  3. A 28 Abril 2013 @ 14:19 Un lector dijo:

    El día que acabó la crisis

    Cuando termine la recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios

    CONCHA CABALLERO

    Un buen día del año 2016 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.

    Un buen día del año 2016, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.

    Un buen día del año 2016 cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, ENTONCES LA CRISIS HABRÁ TERMINADO.

    Un buen día del año 2016, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, ENTONCES SE HABRÁ ACABADO LA CRISIS.

    Un buen día del año 2016, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, ENTONCES NOS ANUNCIARÁN QUE LA CRISIS HA TERMINADO.

    Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.

    Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.

    De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año 2016, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.

    Y cada uno a su nicho.

  4. A 29 Abril 2013 @ 15:24 Chudito dijo:

    Leyendo algún que otro tomo del siempre repetidísimo libro del señor Sánchez he llegado a la conclusión que dicho autor es un farsante, por no decir el veleta-follazafatas del equipo de voceros –y voz de su amo don dinero– de la gacetilla del mundo de la sinrazón abecediana.

  5. A 29 Abril 2013 @ 18:37 poletegi dijo:

    simplemente eres tonto, si estuvieras callado se notaría tanto como cuando dices todas las memeces que dices.

  6. A 29 Abril 2013 @ 18:50 Dentrodelugar dijo:

    Wow, vaya combianación… Reconocer que te gusta uno de los programas de entretenimiento más burdos de la parrilla como es el del mediocre de Pablo Motos ya me parece una osadía, pero compararlo con Évole o Iker Jimenez me parece un insulto hacia ellos y todos sus espectadores…