Ella
¿Es el matrimonio, como sostiene la Iglesia, un sacramento indisoluble?
Respondo: sólo en un caso… El maridaje de la vida con la muerte. Al nacer empezamos a morir -omnes vulnerant, postuma necat- , y ese lazo conyugal nunca se rompe.
Heidegger se preguntaba antes de convertirse en el filósofo de más vuelo del siglo XX: ¿por qué el Ser y no la Nada?
Escribió miles de páginas, pero no nos dio la respuesta. Sólo al morir la averiguaremos, suponiendo que tras ese punto de no retorno (o sí: la reencarnación) nos demos de bruces con el Ser, y si éste no existe, será la Nada quien nos acoja en su seno.
Por eso, con razón, llaman a la muerte la hora de la verdad. Otra no hay.
Entre 1986 y 1999 dirigí en El Escorial, al calor de la actividad veraniega de la Complutense, trece cursos genéricamente titulados “Viaje a la Gnosis”. Por ellos pasaron -hablo de los profesores- gentes como Raimon Panikkar, Roger Garaudy, Arrabal, Jodorowsky, Alain de Benoist, Luis Racionero, Antonio Escohotado, Félix Gracia, Ramiro Calle, Albert Hoffmann, Alexander Shulging, Thomas Szasz, Eduardo Aute, Isidro Palacios, Fernando Díez, Jonathan Ott, José María Poveda, Mario Satz y muchos otros, a quienes pido perdón por no citarlos.
Uno de aquellos cursos, que fueron los de más numerosa inscripción de alumnos en la historia de las universidades de verano españolas, estuvo dedicado a la muerte. Fue el que más poder de convocatoria demostró. Recibimos tres mil peticiones de matrícula. Aceptamos trescientas, y aun así tuvimos que emigrar de las aulas de la Complutense, que carecían de aforo para semejante multitud, y acogernos a la no muy generosa hospitalidad de los frailes agustinos que, previo pago del alquiler, nos cedieron la sala capitular del Monasterio.
Por eso, en los Segundos Encuentros Eleusinos, que se celebrarán en Castilfrío de la Sierra el último fin de semana de septiembre, volveremos a hablar de Ella, del sacramento conyugal, del único matrimonio indisoluble que el ser humano, y el que no lo es, entabla en el mismo momento en que un espermatozoo de su padre fecunda el óvulo de su madre y comienza el tictac del reloj.
De la Muerte, amigos, que es el momento más importante de la Vida.
Atrévanse.
Con Dragó, el Dr. Gaona, Luis Eduardo Aute y Jesús Poveda, entre otros
Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 21 agosto 2013
El nacimiento y la muerte son los únicos dos momentos reales. El resto es sueño, interrumpido por algunos insignificantes destellos de vela.
Manlio Sgalambro, Aria di Federico (de Il cavaliere dell’intelletto)