Jesús en el monte de las Bienaventuranzas

¿Será Barack Obama un buen presidente de EEUU?

Un no con matices. Obama es una incógnita. No sabemos prácticamente nada de él, excepto la imagen glamurosa que sus estrategas le han fabricado con el apoyo entusiasta, y por ello sospechoso, de los medios de comunicación. Carece de programa político, social y económico, porque la bondad esgrimida a troche y moche por sí misma no lo es. Sus discursos han sido sermones ternuristas más propios de un pastor de almas que del presidente de un imperio. A estas alturas nadie sabría decir si es de derechas, de izquierdas o de ninguna parte. No sabemos si sube o baja por la escalera. Los sueños, americanos o no, pueden ser pesadillas. Los changes pueden ser para peor. Su famoso yes, we can es un eslogan huero que sirve para todo y para nada. Podemos ¿qué? Ese verbo exige un complemento directo seguido por otros complementos circunstanciales: tiempo, lugar, modo… Si no los hay, se queda en tartamudez gramatical, en brindis al sol, en charlatanería de feriante. Sus asesores no han dado puntada sin hilo. La suerte, incluso, ha venido en su ayuda. La abuela de quien todavía era sólo un candidato, y a la que tanto quería, va, la pobre, y se muere, qué casualidad, un día antes de que los ciudadanos acudan a las urnas. Llorar en público con sobriedad es siempre una buena baza de cara a la galería. Casualidad, ciertamente, no era la argucia de interrumpir la campaña para rendir visita en remotas tierras a la moribunda que tanto había hecho por él. La medicina estadounidense es una ciencia casi exacta. Seguro que los doctores habían calculado al milímetro la fecha del óbito. ¿Peco de malicia? Sí, y pido perdón por ello, pero fíate de los políticos y no corras. Yo, cuando aún están fuera de cacho, pongo en tela de juicio cuanto dicen y hacen. Después, a pitón pasado, ya se verá y, si es preciso, se rectificará. Ojalá mi malicia carezca de fundamento. Sorry. I cannot do it today. Mañana, ya veremos. Ése es el matiz al que antes aludía. No se puede descalificar a un torero que jamás se ha puesto delante del toro. ¿Merece Obama el beneficio de la duda? ¡Por supuesto que lo merece, pero sólo por lo que a partir del 20 de enero haga! Un poquito de objetividad, señores. Dejémonos de simpatías, antipatías y sectarismos. Obama, hoy por hoy, es un globo hinchado, una mascota mediática, un logotipo que sirve para cualquier mercancía. ¿Guapo? Sí. ¿Y qué? ¿Buen actor? Sin duda. ¿Y qué? ¿Niño bonito y alumno aplicado de una universidad de élite? Mejor eso que venir de Harlem o del Bronx, pero el trono del Imperio no es una cátedra ni un tontódromo. McCain tenía grandeza épica. Obama, de momento, sólo la tiene lírica. No basta. Adriano y Trajano, con quienes se le compara, la tenían, pero también sabían ponerse al frente de sus legiones. ¿Negro? Ahí duele, porque estas elecciones, lejos de poner punto final al racismo que a los Estados Unidos y a los blancos se nos atribuye, han sido su apoteosis. Obama no ha ganado a pesar de ser negro, sino por serlo. Los wasp de la América profunda han votado a McCain por ser conservador y republicano. Ideas, discutibles, sin duda, pero ideas. Los jóvenes, los hispanos y, por supuesto, los afroamericanos han votado masivamente a Obama no por ellas, sino por su color. Las cifras son inapelables. Si el nuevo Presidente ha conseguido el 52% de los votos y el 95% de los negros han votado por él, eso significa que el 43% de ese sector de la población no lo apoya por su programa, sino por fraternidad racista. Véase también lo que ha sucedido en Kenia. No es buen político quien sabe predicar, sino quien reparte trigo. Obama, que ha jugado a ser Jesús en el monte de las Bienaventuranzas y a proponer obras de misericordia, tiene ahora que multiplicar los panes y los peces. Que su Dios lo ayude. Si yo no confío en Él, ¿cómo voy a confiar en el santo varón que acaba de subir a los altares?

Publicado en: ...el 25 Noviembre 2008 @ 14:40 Comentarios desactivados

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