DRAGOLANDIA: Confesión ingenua
No entiendo a los blogueros. Me dirán que yo también lo soy. Cierto, lo soy, si por bloguero se tiene a quien escribe un blog, pero me refería a otro tipo de personas. Llamo yo blogueros a quienes comentan por escrito lo que escribe el autor de un blog. Es eso lo que no entiendo.
¿Por qué lo hacen? Yo nunca lo haría (tampoco abandonaría a mi perro y, menos aún, a mi gato). ¿Por qué se toman la molestia? ¿No es ya bastante engorrosa, en sí, la vida cotidiana como para que, encima, dediquemos parte de nuestro tiempo a comentar la opinión ajena?
Soy lector y escritor empecinado. Paso muchas horas al día leyendo y escribiendo. Doce, como mínimo. Me estremezco al pensar en lo que se convertiría mi vida si me dedicara a apostillar por escrito lo que leo. La prensa, por ejemplo. O lo que escucho en la radio, aunque rara vez la escuche. O lo que veo en la tele, aunque casi nunca la encienda.
No daría abasto. No podría leer casi nada, y escribir, tampoco. No digamos hacer otras cosas. La lectura de tan solo un par de páginas de cualquier periódico me proporcionaría mecha suficiente para teclear comentarios dirigidos al columnista, articulista o editorialista de turno durante varias horas.
De verdad: no lo entiendo.
Los comentarios de los blogueros suelen ser, por lo poco que de ellos se me alcanza, altamente emotivos. Son elogiosos, los menos, o insultantes, los más. ¿Qué pretenden? ¿A quién se dirigen? ¿Al autor del blog o a quienes lo leen y, acaso, lean también lo que ellos envían? ¿Lo hacen por vanidad -la de ver sus opiniones en letras de molde, aunque en puridad no lo sean las de internet- o lo hacen, quienes insultan, simplemente por fastidiar? Ya son ganas.
Me recuerdan los últimos a esos idiotas que se cruzan con un conocido por la calle y le espetan: ¡qué mala cara tienes! O bien: ¡qué envejecido te veo!
Mis blogueros deberían saber, porque es notorio, que yo nunca entro en este blog ni tampoco en el que existe, al parecer, en mi página web. Es más: nunca he visto ésta. Bueno, nunca, no. Una vez le eché una miradita de soslayo, de pie yo junto a una esquina de la mesa, y en cosa de un par de minutos me fui.
El responsable de esa página, que es uno de mis más estrechos y por mí apreciados colaboradores, me pasa de vez en cuando los mensajes, muy pocos, no más de media docena al mes, cuyo contenido, a su juicio, debo conocer.
Tampoco es del todo exacta la afirmación de que nunca leo lo que los lectores de Dragolandia cuelgan en la puerta trasera de este blog. Lo he hecho, distraídamente, en tres o cuatro ocasiones y, por lo general, en momentos tontos de esos que te pillan con la guardia baja en habitaciones de hotel de ciudades de provincias a las que has ido para dar una conferencia y mientras esperas a que los anfitriones te recojan.
¿Excepción? Una. Leí con mucha atención los comentarios recibidos a raíz de la trágica muerte de Soseki, y los agradecí, a veces con lágrimas en los ojos, porque eran emocionantes, y pedí que me los imprimieran (yo no sé hacerlo) para incorporar algunos al libro que estoy escribiendo. Pero era, a todas luces, y sombras, una circunstancia excepcional.
A lo que iba: si saben que yo no leo mi blog, ¿por qué envían comentarios? Y aunque lo leyese… ¿Entablan, acaso, correspondencia entre ellos? ¿Nacen y mueren, al arrimo de sus mensajes, amores, noviazgos, matrimonios, amistades, enemistades, qué sé yo?
Y seguiré sin saberlo, porque tampoco hoy entraré en mi blog.
No se enfaden conmigo. No interpreten mal el propósito de mis palabras. No hay desdén en ellas. Sólo hay perplejidad y, como dije al principio, ingenuidad.
Nací hace setenta y dos años. Soy de otra época. Mi mundo no es de este reino.
Escribimos comentarios porque nos da la gana.
Has perdido un tiempo precioso escribiendo a cerca de algo a lo que no le haces caso, que no te interesa. Curioso.
No eres de otra época. Eres un tío de 72 años en esta época. Te guste o no. A lo sumo no perteneces a ninguna época.
Me gusta lo que escribes.
Qué curioso que un escritor se asombre de que otros escriban y comenten en un blog, en este caso el propio. Un escritor transmite, en un blog, no se necesita ser escritor, para opinar, bien o mal, de algo, para comunicarse, para expresar sus emociones y sus apreciaciones sobre algún tema en particular, en definitiva, para transimitir, también. Estoy en la duda, no sé si detecto una cierta arrogancia en las palabras, como que las únicas dignas de ser leídas, son las propias, y los demás, simples mortales, no tuviésemos derecho a expresarnos… no sé, seguramente esté equivocado y sea un error de apreciación de mi parte. Pero adelante, sigan comunicandose, expresen sus ideas y opiniones, aunque los Dioses del Olimpo no nos lean, ja ja. (y nunca pierdan el sentido del humor…)
jajajajaja, rara vez escribo comentarios a un blog. Pero después de leerte, y sabiendo que no me vas a leer, me he decidido a hacerlo. ¿Quién sabe? me gusta eso que pones de “… ¿Entablan, acaso, correspondencia entre ellos? ¿Nacen y mueren, al arrimo de sus mensajes, amores, noviazgos, matrimonios, amistades, enemistades, qué sé yo?”….. seguro que no, pero me hizo reír.
Este mundo es tan nuevo para usted como para los demás, la edad en este mundo no cuenta, para que lo entienda mejor (Aunque no creo en su pretendida ingenuidad) le puedo decir que un blog, puede ser, lo que es un Bar.
Alguien comenta algo sobre un tema y los demás opinan, si les interesa el tema, la cuestión es buscar temas o bares que le interesen a uno.
Debiera sentirse orgulloso y debiera dejar de presumir de viejo, sin serlo.
Se pregunta usted porque lo hacen, (o hacemos, porque quizás me puedo incluir con no más de 20 opiniones que haya podido hacer en toda mi vida), y usted mismo da posibles respuestas, todas son correctas, porque no se debe generalizar, tenga en cuenta que cada uno tiene su vida y el Sol no gira en torno a usted, ni a ningún blog.
Antes el resto de mortales leía el periódico, y como mucho comentaba con sus semejantes la noticia, ahora se puede comentar a veces hasta con el mismo autor, pero eso es lo de menos, los blog interesan a veces más por sus comentarios que por su contenido, hay blogs en los que con un solo tema, llevan años opinando, discutiendo, en fin, existen todo tipo de blogs.
Usted es autor, pero también comentarista y opinador, eso hace que alguna gente comente a su vez sus comentarios.
No creo que los blogueros a los que se refiere estén todo el día blogueando, por eso no lo entiende, porque intenta entender lo que solo está en su imaginación.
Antes leías algo, y tuvieras el sentimiento que fuere con respecto a lo leído, no podías hacer nada, ahora escribes (quien escriba) lo que te parece sobre lo leído y te quedas tan ancho, lo lógico es que lo lean y haya debate, cuando no hay debate es que no interesa demasiado lo que dices.
Mantener una conversación con otros opinadores, y esto es lo nuevo, se puede mantener como en algunos blogs, que pueden pasar semanas de una respuesta a otra, lo que confirma que la mayoría de gente a veces entramos en estos sitios, por puro capricho y en ratos de ocio, por ejemplo mientras estamos en momentos tontos, en un hotel de provincias…
Cuando uno expone en un blog su persona y su pensamiento, está invitando a que los demás opinen, por eso está el apartado de comentarios, que por cierto, el amo del blog puede eliminar, publicar, o no.
Nunca ha sido obligado opinar, todo lo contrario, era obligado oír, ver y callar, y en caso de poder hablar, solo estaba permitido decir algo favorable al régimen, ahora que se puede opinar, aflora la naturaleza de nuestra cultura, que es, hablar mal de los demás, o de lo que dicen los demás, usted también lo hace.
Dentro de cada uno está el insultar o no, para mi quien insulta es porque no tiene argumentos.
Bloguear no es otra cosa que opinar, y este reino es del mundo, lo que no quiere decir que el mundo de nadie sea de este reino.
Estas cosas son como todo, tienen la importancia que uno le quiera dar, y usted se la da al hablar de ello. Curioso, como dicen anteriores blogueros.
Querido Fernando:
Te he conocido buscando material sobre el gran Alejandro Jodorowsky, y he dado con un montón de entrevistas que le has hecho, y que me han gustado muchísimo.
Me siento un poco tonto (bah, siento que quizás vas a percibirme como tonto) por el hecho de comentar en tu blog después de todo lo que he leído en este post, pero me resultó muy tentador hacerlo y contarte -en forma resumida- mi experincia.
Al principio, cuando era un poco más joven, se me daba por comentar en cuanta noticia leía en los periódicos digitales. Luego me di cuenta de que era una estupidez, reflejo de mi gran ego como bien indicas en tu post. Así que decidí crear mi blog, y escribir yo lo que pensaba desde mí, no sobre lo que alguien más escribiera.
Luego me di cuenta de que a nadie podría importarle lo que yo pensara sobre diversos temas, entonces comencé a escribir en forma más “artística” -si se me permite la expresión-, dedicándome a relatos de ficción o experiencias, y algunos posts sobre hechos curiosos o viajes que realicé. El blog me sirve de catarsis. Entonces comencé también a comentar en otros blogs, y me di cuenta de que mis comentarios hacían de carta de presentación: algunas personas consideraban interesante mi opinión, entonces venían a visitar mi blog.
Luego me hice un muy buen amigo, a partir de comentar su blog, y con él actualmente trabajo en en varios proyectos comerciales.
Cuando alguien comenta en mi blog “criticando”, realmente me molesta. Es algo que yo no hago. Si no te gusta el blog, no leás los post y listo.
Me gusta cuando los comments abren un diálogo, generan cosas nuevas o permiten conocer alguna información hasta el momento ingorada.
Finalmente, abrí un blog de recetas de cocina vegetariana: allí los comments sirven para plantear dudas sobre las mismas, así que se vuelven necesarios.
A veces realizo posts muy interesantes, otras veces son sólo pavadas, observaciones cotidianas.
Hace largo rato que no comento noticias y que no critico o debato opiniones en otros blogs. Simplemente dejo mis saludos, avisando que leí y que me gustó algo… o si no me gustó no dejo nada.
Aquí… sólo vine a traer información, y ha decirte, otra vez, que me han gustado mucho tus entrevistas a Jodo, y me permitieron conocerlo un poco más, cautivándome con mayor intensidad su personalidad.
Ojalá tu asistente te haga llegar mis saludos.
Saludos desde Argentina,
Querido Fernando:
Te he conocido buscando material sobre el gran Alejandro Jodorowsky, y he dado con un montón de entrevistas que le has hecho, y que me han gustado muchísimo.
Me siento un poco tonto (bah, siento que quizás vas a percibirme como tonto) por el hecho de comentar en tu blog después de todo lo que he leído en este post, pero me resultó muy tentador hacerlo y contarte -en forma resumida- mi experincia.
Al principio, cuando era un poco más joven, se me daba por comentar en cuanta noticia leía en los periódicos digitales. Luego me di cuenta de que era una estupidez, reflejo de mi gran ego como bien indicas en tu post. Así que decidí crear mi blog, y escribir yo lo que pensaba desde mí, no sobre lo que alguien más escribiera.
Luego me di cuenta de que a nadie podría importarle lo que yo pensara sobre diversos temas, entonces comencé a escribir en forma más “artística” -si se me permite la expresión-, dedicándome a relatos de ficción o experiencias, y algunos posts sobre hechos curiosos o viajes que realicé. El blog me sirve de catarsis. Entonces comencé también a comentar en otros blogs, y me di cuenta de que mis comentarios hacían de carta de presentación: algunas personas consideraban interesante mi opinión, entonces venían a visitar mi blog.
Luego me hice un muy buen amigo, a partir de comentar su blog, y con él actualmente trabajo en en varios proyectos comerciales.
Cuando alguien comenta en mi blog “criticando”, realmente me molesta. Es algo que yo no hago. Si no te gusta el blog, no leás los post y listo.
Me gusta cuando los comments abren un diálogo, generan cosas nuevas o permiten conocer alguna información hasta el momento ingorada.
Finalmente, abrí un blog de recetas de cocina vegetariana: allí los comments sirven para plantear dudas sobre las mismas, así que se vuelven necesarios.
A veces realizo posts muy interesantes, otras veces son sólo pavadas, observaciones cotidianas.
Hace largo rato que no comento noticias y que no critico o debato opiniones en otros blogs. Simplemente dejo mis saludos, avisando que leí y que me gustó algo… o si no me gustó no dejo nada.
Aquí… sólo vine a traer información, y ha decirte, otra vez, que me han gustado mucho tus entrevistas a Jodo, y me permitieron conocerlo un poco más, cautivándome con mayor intensidad su personalidad.
Ojalá tu asistente te haga llegar mis saludos
Casualidad? Nunca entré en dragolandia, siempre entré en su blog desde su web, hoy he visto por primera vez dragolandia… gracias a su comentario.
Por cierto, he leído las bases para participar en el blog de dragolandia, esas bases igual que el anterior coments responden algunas de sus interrogantes.
Que es peor o mejor?
Decir: Te veo gorda.
O decir: Que bien te veo.
En una se peca? De sincero.
En la otra se peca (sin interrogación) de hipócrita.
Todo depende de las palabras que acompañen a dichas frases.
Las palabras están a nuestra disposición, de nuestro estado de ánimo depende la denominación hacia la misma persona, por el mismo motivo, por ejemplo, sincero o idiota.
A veces es mejor no decir nada, mejor dicho, nada negativo, como hace por experiencia el amigo argentino. Aunque sin algo de provocación no existe el debate…
Por cierto, después de entrar en dragolandia y ver su artículo sobre las alcachofas, solo puedo decir, que si usted no tiene alcachofas propias es porque no quiere.
La columna periodística con comentarios de la gente gana muchísimo en interés incluso aunque algunos de esos comentarios sean una mierda, y por eso Internet le gana cada día lectores a la prensa convencional, y los que perdemos nuestro tiempo dejando mensajes en los blogs lo hacemos no tanto por ego sino simplemente porque tenemos algo que decir, y parece mentira que este señor se extrañe de que nos dediquemos a comentar la opinión ajena cuando precisamente eso es lo que lleva haciendo él toda su puta vida en la prensa y la televisión y ahora también en la blogosfera, y me parece que Dragó aquí saca a relucir ese elitismo soterrado que le caracteriza: resulta que está muy bien que él y sus colegas -los profesionales- comenten la actualidad o lo que sea pero si lo hacemos los demás como aficionados entonces es que somos gilipollas. Pues que sepas que aunque haya mucho troll suelto que no aporta nada, todo columnista debería estar expuesto al comentario abierto de sus lectores, de la misma manera que los políticos o los cineastas o los propios escritores están expuestos a los comentarios de los columnistas profesionales. Y si tú te pasas la vida hablando pestes de Zapatero y maravillas de Esperanza Aguirre, yo sospecho que algo tiene que ver precisamente esa ambivalencia crítica tan marcada en tu trabajo más reciente con el hecho de que seas eso, un profesional de la pluma interesado en ganar dinero y hacer carrera mediática. De ahí que los gilipollas que escribimos comentarios tengamos una cosa que tú perdiste hace muchísimo tiempo: libertad crítica verdadera y desinteresada.
Parece mentira que no conozcáis al Dragó provocador y juguetón…
Ea, disculpen que mi comentario haya aparecido tres veces… juro que no hice click tres veces en “publicar”…
te amo dragó! jajaja
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Quien en un blog escribe, no sabe. Quien sabe, no escribe
drago…si no kieres comentarios….¿porke no los desconectas? kita la funcion y ya esta.
julio calero, has dicho una sonada tontada
メル友
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Excelente blog, no me canso de venir por aqui. Te sigo.