DRAGOLANDIA: Entrevista
El poema era de José Antonio. Algunos lectores lo han acertado, aunque yo, que soy malicioso, vislumbro en ese acierto la larga mano de la Red. ¡Todo es ahora tan fácil! Tecleas unas palabras y se te viene encima una enciclopedia.
José Antonio, con el que me tropecé mientras escribía Muertes paralelas, me parece el español más interesante y desaprovechado por sus compatriotas entre cuantos vivieron al hilo del siglo XX. Tuve que dedicarle en esa novela más de cien páginas. A ellas me remito.
Los joseantonianos, que no son muchos, y a los que tengo por amigos, son, aunque españolistas y cristianos, las gentes más rojas, sin por ello dejar de ser azules, que hoy sobreviven en nuestro país. Honrados a carta cabal, batalladores sin desmayo, leales a sus ideas.
Amigos, sí; correligionarios, no, porque yo no soy ni españolista, ni cristiano, ni de izquierdas.
¿Qué soy?
Responda, en parte, la entrevista que a continuación reproduzco. Me la hizo Rubén Grajeda, que la colgó en su blog (leozaladabrauliograjeda.blogspot.com). Le pedí autorización para reproducirla. Me la dio. Las respuestas son de mi puño y letra. La incorrección política, también.
1.-Eres quizás el escritor y periodista cultural más polémico y conocido de España. Y me pregunto ¿Cuál es tu método para desconectar e ingresar en el silencio de la literatura?
R: No, no, yo no soy polémico. Todo lo contrario. Mis opiniones generan polémica, cierto, pero eso no es asunto mío. Polémicos, como el infierno sartriano, son los otros. Yo nunca discuto. Sólo digo mi canción a quien conmigo va. De la discusión no nace la luz. La luz nace del acuerdo, a condición de qué este se apoye en la consanguinidad de espíritu y no en la identidad de pensamiento. En cuanto a lo otro… Escribo siempre con los ojos vueltos, platónicamente, agustiniamente, hacia dentro. Nunca pienso en los lectores. Mis libros no son diálogos, sino soliloquios. Preferiría, incluso, no publicarlos, pero obedezco al Tao y me dejo llevar. La literatura es para mí un acto de meditación (en el sentido oriental de la palabra). Pavese me avisó, cuando yo era joven, de que algún día vendrá la muerte y se llevará mis ojos.
2.- Hay un proverbio Zen que dice: “No existen maestros, sino una larga cadena de discípulo a discípulo ¿Crees en los maestros?
R: Maestros, no. “Aurea catena”, la del paganismo, sí. “Traditio”, de donde “tradición”, significa en latín eso: cadena. Occidente la ha roto, y así le va. Quien admite discípulos no es un maestro, porque el ego (lo opuesto al “yo soy”) lo ciega, y quien busca un maestro es un mal discípulo, porque sólo quiere que otros le saquen las castañas del fuego. Nadie hará por ti lo que tú no seas capaz de hacer a solas. El origen y centro difusor de la sabiduria perenne está en la naturaleza y no en la historia. No hay maestros, a no ser que estén mudos y sólo prediquen con el ejemplo. “Los que hablan, no saben; los que saben, no hablan”. La diferencia entre el gurú y el pandit es que el primero busca y admite discípulos, y el segundo ni los busca ni los admite. Todos los gurús son unos farsantes y quienes acatan su autoridad, unos idiotas. “¿Qué es el Buda?”, preguntó el monje giróvago al prior del convento. Y éste, por toda respuesta, rompió un cántaro en su crisma. Bien le estuvo.
3.- Mucho se habla de la influencia capital de la literatura griega. Sin embargo, para otros la gran literatura oriental clásica de Li Bai, Matsuo Bashio y Chuang Tsé es fundamental. Podríamos decir entonces que ¿la literatura oriental es la otra gran tradición literaria clásica no asumida en su real dimensión en Occidente?
R: Hablaba hace un momento de la “sophia perennis”. Ésta se originó en el Antiguo Egipto y desde él fluyó hacia oriente (budismo, hinduismo, taoismo) y hacia occidente (paganismo), pero en eso llegaron los judíos, los musulmanes y los cristianos, y el pensamiento monista buscó refugio en el politeísmo mientras el dualista se instalaba en el seno del monoteísmo. ¡Curiosa antinomia! En ella radica la diferencia entre dos mundos que sólo empezaron a oponerse cuando la espada sanguinaria del Libro cayó sobre su fulcro y los separó. La espiritualidad oriental, y por ello su cultura, pues ésta no existe fuera del Espíritu o Anima Mundi, no depende de una supuesta Revelación venida de fuera, como lo hace la occidental, sino de una Iluminación venida de dentro. Ahí está la diferencia. En los misterios menores de Eleusis, destinados a las gentes del común, se hablaba de revelación. En los mayores, abiertos sólo a los “aristoi”, se hablaba de iluminación. La democracia occidental da voz y mando a los primeros en detrimento de los segundos. Sólo hay una forma sensata de organizar y gobernar la sociedad. Es la que Platón propone en La República.
4.-Veo que te gusta mucho viajar. Chatwin afirma:”El viaje es la meta”, que en cierta manera es recrear la idea de Ítaca y el viaje en Cavafis. ¿No crees que en sí que todo viaje sea una aventura hacia uno mismo?
R: Idea, ésa, tan antigua como el mundo. “Primum navigare”. Por supuesto que el viaje es un fin en sí mismo, y donde hay meta, no hay viaje, sino desplazamiento. Por eso es el turista antónimo del viajero. ¿Viaje hacia uno mismo? No. Viaje por uno mismo. Subrayo el “por”. ¿Viaje, además, exterior? ¿Por qué no? Cuestión de gustos, de carácter, de destino, de afición a la vita pericolosa… El uno no está reñido con el otro, pero éste no es condición ni necesaria ni suficiente para aquél. Hay grandes viajeros que nunca han salido de su barrio y turistas que han recorrido el mundo sin por ello ser viajeros. Chatwin, por cierto, goza de un prestigio para mí incomprensible (o demasiado comprensible a la luz de la confusión que hoy impera en la babel multiculturalista). Me aburre. Me parece un neurótico, un farsante y un pésimo escritor.
5.-En alguno de tus libros era muy duro con la cultura e idiosincrasia española. Quizás por ello hay tantos admiradores y detractores de tu obra. Ven más al personaje que al autor. Poniéndonos del otro de la barra ¿Que virtudes le encuentras a la España de ahora?
R: Sólo una: la inevitabilidad e inminencia de su definitiva destrucción. Lo tengo dicho: España es una unidad de destino en lo infernal. Yo ya rompí ese lazo. “Ubi bene, ibi patria”, y yo, en Vandalia, no me siento a gusto. En Castilfrío, sí, pero ese pueblo es de ninguna parte y, a la vez, de todas. Está en Castilla, pero podría estar en el Tibet o en el cruce de Comala con Macondo. Es geografía imaginaria, como lo era la España (esa, sí) que recorrí y canté en “Gárgoris y Habidis”. Pero mis durísimos denuestos hacia el país en el que, por desgracia, vine al mundo, no me ganan detractores. Al contrario. Mi libro Y si habla mal de España… es español sólo ha recibido elogios. Todo en torno a él han sido mieles. Lógico, por lo demás. Mis lectores son, mayormente, españoles. ¿Por qué iban a enfadarse con quien hacía lo que ellos hacen a diario?
6.-Me interesaría que desarrollaras lo que una vez dijiste en una entrevista: “las novelas europeas son en estos momentos muy mediocres, y las españolas ni te cuento”.
R: ¿Hay que explicar lo evidente? La narrativa europea “rezuma tedio progre” (Tamarón), y la española, efectivamente, ni te cuento. Toca fondo, es aburridísima, todo el mundo escribe igual. Hay, por supuesto, excepciones… “El salón de los pasos perdidos”, de Trapiello, que es una “novela en marcha” (así la define su autor) colosal, “El tiempo entre costuras”, de María Dueñas, Alberto Olmos, la novela con la que Millás ganó el Planeta, Ian McEwan, Amelie Nothomb… No voy a seguir. Me olvido, cierto, de unos cuantos, y les pido perdón por ello, pero no son muchos. La novela, por otra parte, es un género prácticamente agotado que sólo recupera intensidad cuando es claramente autobiográfica o de no ficción. ¿Qué coño me importan a mí las vidas inventadas por quienes no tienen nada propio que contar?
7.-Por qué dices que: “El amor pasional es una enfermedad grave”. Parece más una maldición que una ofrenda esta frase tuya.
R: Pues no, porque el diagnóstico no es sólo mío, sino de muchos otros. De Denis de Rougemont, por ejemplo, en esa obra maestra que es “El amor y Occidente”. El amor pasional es posesivo y donde hay posesión, hay cosificación y, por lo tanto, malos tratos psicológicos y/o físicos. “Libre te quiero, pero no mía, / ni de Dios, ni de nadie, ni tuya siquiera” Agustín García Calvo. El otro día citaba Rosa Montero (su mejor libro es La loca de la casa, novela autobiográfica y de no ficción) en este mismo blog una frase de Platón refraseada por Lacan: “Amar es dar lo que no se tiene a quien no es”. Pues eso. Equívoco fatal, que día tras día conduce a la desdicha a millones y millones de personas. Dedico bastantes páginas a ese asunto en mi libro El sendero de la mano izquierda. No voy a repetirlo ahora.
8.-Muchos me han hablado de Soseki – Inmortal y tigre diciendo que es tu mejor libro. ¿Por qué crees que esa novela tuya le ha resultado tan entrañable a tus lectores antiguos y a los nuevos que han nacido al leerla?
R: Es mi obra más literaria y, seguramente, la mejor escrita. En ella he depurado, he podado, he reducido a la mínima expresión la frondosidad, excesivamente barroca y exuberante, de mi estilo. No hay en ese libro una sola frase escrita por el personaje. Es sólo la persona, mi persona, quien ha empuñado la pluma. Quise escribir una novela para todos, para niños, para adolescentes, para adultos, para amigos y adversarios. Busqué amenidad, sencillez, emoción, ternura, buenos sentimientos… Algo que se leyera de un tirón y con la sonrisa siempre en los labios, aunque a veces las lágrimas nublaran los ojos sin por ello desdibujar la sonrisa. Fue muy difícil. Ningún libro me ha dado tanto trabajo ni ha recibido tantos elogios. Es cierto, gusta a todo el mundo. Algo más que le debo a mi gato. ¡Miau!
“Amigos, sí; correligionarios, no, porque yo no soy ni españolista, ni cristiano, ni de izquierdas.”
Es increíble la jeta de Dragó queriendo vender a José Antonio como un izquierdista.
Todo un insulto a la inteligencia ajena.
SOSEKI AL PODER . . . hasta la eternidad !!!
Trigolimpio