Editorial de Diario de la Noche del 10/03/08

Buenas noches. El domingo ganó las elecciones un chikilicuatre. Lo digo con “k”. Me refiero a las de Eurovisión, no a las generales. Pero les confieso que estoy contento por el resultado de las unas, las de Eurovisión, y de las otras, las generales. Se lo explico. Lo del Chikilicuatre ―habría que decir chikilicuatro. Es sinónimo de chisgarabís― para representarnos en esa apoteosis de la cutrería que es el festival de Eurovisión me alegra, porque quien la canta y lo que canta representan perfectamente a la España con la que yo me ensaño en mi último libro, de donde se deduce que llevo, en él, razón.

Lo segundo ―los resultados de la noche electoral― también me alegran, por más que esta declaración les resulte sorprendente. Estoy encantado. Encantado, en primer lugar, como persona, como escritor guerrero que soy: si contra Franco vivíamos mejor, también contra Zapatero escribiremos mejor. Yo, sin enemigos, sin adversarios en el horizonte, me quedo en nada. Pero me alegro también como ciudadano, y ello por varias cosas. Primer punto: el PSOE, lejos de crecer, ha decrecido, porque se ha limitado a recoger, y ni siquiera lo ha hecho en su totalidad, los votos perdidos por Izquierda Unida, Esquerra Republicana y los nacionalistas. No son votos del PSOE. Son votos útiles, que es cosa bien distinta. Pueden perderse con mucha facilidad en el futuro. Segundo punto: la izquierda, la de verdad, porque el PSOE no es de izquierdas, ha quedado barrida del mapa. Y yo, como el PSOE, tampoco soy de izquierdas, de modo que… Tercer punto: Rosa Díez ha conseguido un escaño. Me cae bien, me parece esperanzador que surja un partido así. Muchos amigos míos lo han apoyado. Ha sido, en estas elecciones, el voto de la inteligencia, de los intelectuales, y perdonen que recurra a ese término, que no dice mucho, pero que acota. Cuarto punto: el PP, probablemente, ya no necesitará tumbarse en el diván del psicoanalista. Seguro que de este guantazo se le han borrado todos los maricomplejines. Ahora será, seguramente, centro derecha de verdad. En cualquier caso, suponiendo que el centro exista y no sea una entelequia de los politeólogos, los votos de esa zona se los ha llevado el PP. De ahí procede su crecimiento. Y quinto punto: en el interior de ese partido hay varios partidos, a veces contrapuestos. Uno es democristiano, y por ahí anda. Otro es socialdemócrata, y esta vez ha perdido. Otro es liberal, y esta vez ha ganado: Valencia, Murcia, Madrid… Cifras cantan. Son inapelables. En cuanto a lo demás, voy a citar dos párrafos de la columna que hoy, martes, aparece con mi firma en El Mundo. Se titula Shakespeare, y habla del resultado de las elecciones. Primer párrafo:

¿Qué sucedió el domingo? Nada. Yo, por la mañana, escribí, por la tarde me fui de juerga y por la noche seguí con desapego budista el guirigay de las televisiones. Hoy, lunes, pienso por la mañana en Shakespeare y escribo, por la tarde grabaré Las Noches Blancas ―ya lo he hecho― y a eso de las doce y algún ernesto apareceré junto al reloj de la Puerta del Sol en Telemadrid. La política es virtual: no altera la vida. Ésta sigue. Antón Zapatero, digo, Pirulero: cada cual atiende a su juego. Enseguida explicaré lo de Shakespeare, pero, antes, santa Teresa. Viene al pelo. Solo los místicos dicen verdad, y la abulense decía: Nada importa; y si importa, ¿qué pasa?; y si pasa, ¿qué importa?

Segundo párrafo: Es hora de cantar verdades. ¡Váyase, señor Rajoy! Usted, seguramente, habría gobernado bien, pero como líder de la oposición lo ha hecho tan rematadamente mal como en parecida, aunque inversa, circunstancia lo hiciese Almunia. Tenía enfrente al peor jefe de gobierno que España recuerda. Cualquier otro político, en cualquier país del mundo, le habría sacado veinte puntos de ventaja. Usted no lo ha hecho. Ha sucedido lo que todos, incluso sus correligionarios, sabíamos que iba a suceder. Por su culpa ―culpa, digo, y no solo causa― nos toca pechar otra vez con Zapatero. A mí, se lo aseguro, me da lo mismo, porque el viernes me voy a África y luego a la India, pero lo que el replicante monclovita haga ahora con España será difícil de deshacer.

Las tres últimas líneas de mi columna dicen: Estoy contento. Se van del PP los socialdemócratas. Llegan los míos. Es la hora de los liberales.

Publicado en: ...el 14 Marzo 2008 @ 14:07 Comentarios desactivados

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