Epílogo de Diario de la Noche del 11/03/08

En el libro Diario de la Noche, que salió en septiembre, había un epílogo sin fecha. Ya la tiene: la del próximo jueves o, mejor dicho, la de la madrugada del viernes. Es hora hoy de dar lectura a algunos fragmentos de aquel epílogo que nunca se leyó. Los he puesto al día, como los nuevos pecados.

No voy a seguir al frente de Diario de la Noche. Son muchas las personas que se dirigen a mí, por la calle o de otras formas, para pedirme, por favor, que no lo haga. Agradezco esas muestras de confianza y cariño. También me dicen lo mismo, con idéntico cariño y renovación de confianza, quienes mandan aquí. Llevo ya casi quince meses al frente de este programa. Me comprometí en su día a hacerlo sólo hasta el verano. Las cosas se han ido alargando, pero ya no pueden hacerlo más. Ha llegado el momento, para mí, de emprender otros derroteros, otros viajes, y otras aventuras televisivas o no, y de volver a mi única vocación, que no mera profesión: los libros, la escritura, la literatura y el periodismo escrito. Seguirá, eso sí, Las Noches Blancas, pero yo no seguiré aquí, en este plató, aunque quizá vuelva a otros después del verano. Lo siento, de verdad, pero no sirvo para el trabajo fijo. El trabajo fijo, en contra de lo que todo el mundo piensa, me parece una maldición, algo que debería estar prohibido por ley, algo que, sea como fuere, no va con mi carácter. Voy a recordarles cuatro de los consejos incluidos en mi libro El sendero de la mano izquierda y ya leídos, hace meses, aquí. Consejo número 40: haz lo que quieras. Y yo quiero poner casa en Japón, agarrar un todoterreno e irme a la India y al África negra. Consejo número 41: rompe rutinas. Ésta de aquí empezaba a serlo. Consejo, volviendo atrás, 34: sé guerrero, pero no soldado. El soldado obedece, el guerrero, no. Y consejo número 35, el más oportuno: no te encastilles en posiciones conquistadas. Abandónalas y conquista otras que también abandonarás.

El guerrero que echa pie a tierra y se hace fuerte en una posicion deja de ser guerrero y se convierte en príncipe, en líder, en secretario de un partido, en jefe de un gobierno… 0 peor aún: en señor de la guerra. Todo eso está dicho en mi libro, y yo siempre hago lo que digo. Cuanto me llevó a aceptar el desafío de dirigir este programa se ha cumplido, todos los objetivos —memoria, herencia y reivindicación de mi padre, espíritu de aventura, amor al peligro, sangre brava que me obliga a acudir a la muleta, afán de superación de mi edad y de la intervención sufrida en las coronarias, profesionalidad, impacto y aumento sustancial de los índices de audiencia, y no es que a mí eso me importe mucho, y lealtad a la empresa— han sido alcanzados. A partir de ahora, Dios y mi antojo dirán.

Publicado en: ...el 28 Marzo 2008 @ 15:29 Comentarios desactivados

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