El blog de Fernando Sánchez Dragó

Sólo son de igual opinión dos que duermen en el mismo colchón. Eso decía mi madre, pero las madres también se equivocan. España y Cataluña, unidas desde hace casi seis siglos por el cordón umbilical de la tilde de la eñe en matrimonio que algunos juzgan contra natura, están a punto de separarse. Va a ser el divorcio del año, si los poco amigables componedores de la Moncloa y la Generalidad no lo impiden, y el más caro de nuestra historia. ¿Seis siglos? ¡Pero si la Bética, la Lusitania y la Tarraconense ya eran provincias de un mismo corpus! Claro que entonces todos hablaban latín, y eso ayudaba. Curioso es que lo que hoy llamamos Cataluña fuese en la época de Carlomagno la Marca Hispànica, con acento grave. ¡Y tan grave! De “marca España”, precisamente, se hacen ahora lenguas los españuelos, por más que los pelmazos de Neptuno se empeñen en escachifollarla. ¿Españuelos? Sí, como mandan los cánones del idioma, porque español es un provenzalismo que se coló en el castellano por el litoral de Cataluña. ¡Vaya por Dios! Supongo que todo esto, que va a misa, así sea ésta cantada en sermo vulgaris, sonará a chino a quienes, separatistas, españolistas o federalistas, se dan ahora de puñadas electorales. Tontunas. Da igual el resultado. Sé por séxtuple experiencia que cuando las cosas se tuercen en el casorio no hay cura, abogado ni componendas que las enderecen. Más vale abandonar el domicilio conyugal antes de que todo se encone, sin eñe, y lleguen los malos tratos. Divorcio por mutuo acuerdo, y ya está. Una perduta, dieci trovate, dicen los italianos, que de derecho canónico saben lo dicho: latín. Ahora bien: sin pensiones de viudedad. Si mi mujer no me quiere, ¡hale, nena, búscate otro! España, de momento, seguirá en Europa, que es una ruina, y en el euro, que es otra, mientras Catalunya, ya sin eñe, se quedará tan aislada como los mastodontes de Siberia congelados en ventisqueros y tendrá moneda propia. ¿Cuál? ¡La pela, coño, la pela, porque la pela es allí la pela! Siempre lo ha sido. ¿O no? Otras dos ruinas, por cierto: la del mamut criogeniado y la de la nueva divisa. Pero allá ellos. ¡Si ya la Romania se fragmentó en su día! Convóquese en Sol una manifestación independentista y yo, a pesar de que todas las manifestaciones me lo parecen de imbecilidad, acudiré a ella, junto a cinco millones de madrileños con camisetas culés, agitando banderas esteladas y cantando adeu, muchachos, compañeros de… ¿Patria querida? ¡Venga ya!

Publicado en “El lobo feroz”, El Mundo, 8 octubre 2012.