Nada más que un poema, nada menos que un poema

¿Saben ustedes quién es Fayad Jamís? Yo, no. Podría averiguarlo, quizá, buceando en internet, pero no soy persona dada a ese tipo de investigaciones más propias de replicantes que de seres humanos.

Su nombre sabe a Islam, acaso a negritud o indianidad… No importa su procedencia. Importa su destino. Sólo sé que es el autor de este poema. Me lo envía Sergio Berrocal.

“Con tantos palos que te dio la vida
y aún sigues dándole a la vida sueños.
Eres un loco que jamás se cansa
de abrir ventanas y sembrar luceros.
Con tantos palos que te dio la noche,
tanta crueldad, frío y tanto miedo.
Eres un loco de mirada triste
que sólo sabe amar con todo el pecho,
fabricar papalotes y poemas y otras patrañas
que se lleva el viento.
Eres un simple hombre alucinado,
entre calles, talleres y recuerdos.
Eres un pobre loco de esperanzas
que siente como nace un mundo nuevo.
Con tantos palos que te dio la vida
y no te cansas de decir “te quiero”.

Escribo estas líneas recién llegado a Tokio, a las cinco de la mañana, con jet lag. He venido solo. He alquilado un apartamento minúsculo, de unos veinte metros, en Shinjuku Sanchome. Anoche paseé por sus calles mientras revoloteaba en mi memoria y cantaba en mis venas el dulce pájaro de la juventud.

Me traen aquí una misión y un deseo.

La misión: escribir un libro, muy breve, a medias con mi hija Ayanta, sobre (y para) mi hijo Akela y su hermosa forma de venir al mundo. Me gustaría que ese libro alcanzara las librerías en los días previos al 19 de marzo. Los padres lo apreciarán; los hijos, también. O eso espero.

El deseo: sentirme joven, como lo era el día de abril de 1967 en que llegué por primera vez a Tokio. Aquel pájaro de entonces es el mismo de ahora. Yo…

Voy a recorrer, uno por uno, paso a paso, todos los lugares de la ciudad en los que habité, amé, brujuleé, hice amigos y bebí hondos tragos de eso que llaman vida.

Anoche, como digo, me mezclé con ella en el barrio donde tantas experiencias atesoré y tantas aventuras corrí, menos actor ya que espectador, y al regresar al minúsculo apartamento releí el poema de Fayad Jamís y me di por aludido.

Es todo.

Publicado en “Dragolandia”, elmundo.es, 16 octubre 2012.


Publicado en: ...el 28 Octubre 2012 @ 01:09 Comentarios desactivados

Comments are closed.