¡Chist!

silence silencio chist

Tengo una camiseta en la que pone eso…

La gente se escandaliza cuando digo que nunca escucho música o cuando digo que mi música favorita es el silencio, turbado sólo por los sonidos de la naturaleza: el viento entre las frondas, el piar de los pajarillos, el crujido de las hojas al caer, el agua del riachuelo, la ventisca, el repiqueteo de la lluvia en los cristales, el maullido de un gato…

Bueno… La gente, en realidad, se escandaliza por casi todo lo que digo y lo que escribo o incluso, pasándose de rosca, de tornillo y de frenada, por lo que piensa que pienso. Eso es a mis ojos fehaciente y consoladora prueba de que voy por buen camino: el de marcar distancias respecto a mis semejantes, que así, poco a poco, pues es tarea que inicié en la infancia, van dejando de serlo. Dice Carmen Rigalt que a la gente le gusta ser como los demás o, a al menos, parecerse a ellos. Seguro que es así, pero tal impulso resulta para mí inconcebible.

Dejémoslo. Hoy sólo quiero hablar de mi indiferencia ante todo lo que necesite de papel pautado.

Me sorprende que en la mayor parte de las viviendas haya aparatos reproductores de sonidos musicales. Lo hay, incluso, en la mía, pero jamás lo he encendido. Está por estrenar.

Me sorprende ver a esas personas que caminan como autómatas por las calles aisladas de la banda sonora de la vida por auriculares y pinganillos conectados a oscuros aparatos.

Me sorprende la existencia del hilo musical.

Me sorprende que haya restaurantes con música de fondo o con actuaciones de argentinos envueltos en ponchos mientras cantan tangos o de quechúas y aymaras que bailan cuecas.

Una vez, hace ya mucho, fui a un concierto de Miguelito Bosé y tuve que estar todo el tiempo con la cabeza sepultada entre los muslos tapándome las orejas con las manos.

También he ido a conciertos de Sabina y Aute, pero lo he hecho por amistad. Ellos no lo saben, pero, mientras sin escucharlos los oía, tenía la cabeza en otra parte.

Dice Iñaki Uriarte en el primer volumen de sus Diarios (Ed. Pepitas de Calabaza): “Tengo muy mal oído. A veces me he preguntado si el ritmo o la musicalidad del estilo literario tendrán algo que ver con el oído y el sentido musical propiamente dichos. Pero grandes estilistas como Umbral o Flaubert han asegurado carecer de cualquier sensibilidad para la música. Borges contaba que él y Lugones tenían un oído tan malo que siempre que empezaba a sonar alguna pieza se ponían de pie por miedo a que se tratara del himno nacional”. Iñaki Uriarte, sin embargo, tiene un excelente oído para la literatura. Sus Diarios lo demuestran. Léanlos.

En ellos, además, cita a Tolstói, que el 21 de agosto de 1892 escribió: “Estuve hablando de música. Una vez más digo que es un placer apenas más elevado que la comida. No quiero ofender a la música, pero quiero claridad. Y no puedo admitir lo que la gente dice de manera tan poco clara y tan poco precisa: que de algún modo la música enaltece el alma”.

Y Borges, siempre Borges, dijo a Bioy Casares el 13 de junio de 1967: “La música es una serie de inquietantes sonidos, que inexplicablemente expresan estados emocionales que no se sabe qué mierda expresan”.

Opiniones contundentes. Respétenlas. Y a mí, también, pero en silencio, por favor. No hay música mejor que ésa.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 10 octubre 2012


Publicado en: ...el 17 Noviembre 2012 @ 03:08 Comentarios (4)

4 comentarios

  1. A 17 Noviembre 2012 @ 16:41 ER MANUÉ dijo:

    HERRMAN TERSCH COBRA 500 EUROS DE DINERO PÚBLICO POR HOMILÍA.

    ¿CUÁNTO COBRA SÁNCHEZ DRAGÓ POR SU PROGRAMITA NOCTURNO Y MINORITARIO?

  2. A 17 Noviembre 2012 @ 17:05 Trabajador de Telemadrid dijo:

    Dragó, cómprate una camiseta de esas que llevas con el letrero: SOY GILIPOLLAS

  3. A 17 Noviembre 2012 @ 21:28 javier dijo:

    Yo estoy escuchando ahora al maestro Bach, y sus variaciones goldberg,sencillamente delicioso.Y como lectura, viaje a la alcarria.

  4. A 18 Noviembre 2012 @ 13:26 Atalanta dijo:

    Las afirmaciones tan categóricas y excluyentes son peligrosas, más que nada porque esclavizan. Me llevan a las que yo hacía cuando era joven arrogante e ignorante, a cuánto me costaba rectificar -es curioso que cuando se es tan joven, se esté tan lleno de prejuicios-. En esta vida el tiempo es limitado y hay que elegir. Yo sé que me pierdo mucho pero hace tiempo comprendí cuáles eran las aficiones que me llenaban y no doy para más, para disfrutar de ellas y poco más. Descarto otras que apasionan a gente a mi alrededor pero no por eso descalifico de forma tan, fácil, superficial y gratuita. La música fue parte importante de mi formación, durante esos años en los que nuestros campos son tan fértiles. Las letras del rock and roll me llevaron a los libros y ahí seguimos, para siempre encadenados. Ahora escucho de todo, siempre buscando la calidad y no puedo imaginar mi vida sin la música; tantos buenos ratos que me dio. Es una pena que te perdieras todo ese mundo. En algo si estoy de acuerdo contigo, pero por razones completamente opuestas: odio los hilos musicales por la falta del respeto a la música que representan, por esa forma de triviliazación de un arte que encarnan. El signo de nuestros tiempos, por otra parte.