Lucha de clases

Novecento lucha de clases

Pablo Iglesias, mascarón de proa de los cien años de honradez socialista que nunca existieron, lo hacía, según sus hagiógrafos, en tercerola, sin reloj, con fiambrera, tortilla viuda, traje raído y maleta de cartón. Eso, después del asalto al poder de los señoritos andaluces en Suresnes, pasó a la historia (sagrada). ¡Todavía hay clases!, exclamaron los nuevos daimios. El PSOE sabe mucho de ellas.

En cierta ocasión vi cómo viaja Felipe. Fue en el Distrito Federal. Acabábamos de aterrizar en él. Los pasajeros de turista nos disponíamos a abandonar el avión. En eso, sin dar explicaciones, una cadena de gorilas con genoma humano se interpuso. ¡Qué modales! Parecían de las SS. Se hizo un silencio ominoso que duró varios minutos. ¿Quién diablos viajaría en el piso superior? Pronto lo supimos. Salió de él una inquietante comitiva de hombres grises. Daban miedo. Felipe la encabezaba. Tras él iban Polanco y otros fantasmones, para mí anónimos. Pensé en lo que el señor de Montenegro, borracho perdido, grita en Romance de lobos, de Valle-Inclán, al cruzarse de noche, en un calvero de Galicia, con una hilera de tipos raros: ¿Sois almas en pena (por la Santa Compaña) o sois hijos de puta? Lo segundo, en el sentido literal de la expresión, seguro que no lo eran quienes descendían por la escalinata de alfombra roja; lo primero, probablemente, sí, porque no parecían muy felices. El poder amarga. Pablo Iglesias, aquel día, se removió en su tumba. Yo lo oí. Ellos no.

En otra ocasión similar me topé con Esperanza Aguirre, que ya presidía el gobierno de Sol, en el andén sevillano del AVE. Yo viajaba en Club, invitado por Jesús Quintero, generoso siempre, y ella en turista. El mundo al revés (José Agustín Goytisolo), las cabezas trocadas (Thomas Mann).

Con Ana Pastor coincidí una vez, asiento con asiento, en el Puente Aéreo. Los dos íbamos en lo más barato.

Con Aznar, cuando era jefe de la oposición, me sucedió lo mismo.

Leo ahora, aunque no sé si es cierto, que los altos cargos del PP también vuelan en turista o van en tren. ¡Ojalá veamos a Rajoy en el metro! Yo lo cojo a menudo. El otro día, al verme allí, un basilisco armó un pifostio. ¡Dragó en el metro!, aullaba. ¡Este país está cambiando! Dio la vara durante diez minutos. Los niños, sin saber quién era, venían a pedirme autógrafos. Quizá me tomaban por Slim. ¿O sería por Botín?

Las cabezas trocadas, el mundo al revés… ¿Lucha de clases?

Publicado en la sección “El lobo feroz”, El Mundo, 30 julio 2012.


Publicado en: ...el 18 Noviembre 2012 @ 16:14 Comentarios (2)

2 comentarios

  1. A 18 Noviembre 2012 @ 19:08 Trabajador de Telemadrid dijo:

    La demagogia de este tipejo es algo épico. ¿Cómo demonios se suponde que debe viajar un Presidente del Gobierno? Sea quien sea. Sea del partido que sea.
    Aznar viajaría en turista cuando era jefe de la oposición. Y aún así, lo haría con escolta.

    Lo que sí sabemos en Telemadrid es como viaja Sánchez Dragó: Telemadrid le paga un viaje a Thailandia (en turista, eso sí) y él, con toda probablidad, se va a Pataya con los ladyboys. Con el dinero de la dieta.

  2. A 18 Noviembre 2012 @ 20:34 Perplejo dijo:

    ¿Y cómo viaja Mariano, rodeado de su sequito por la V Avenida, fumándose un puro, en plan mafioso?