Sucesión y secesión

artur mas europa catalanArtur Mas

Debo de ser el único columnista de este periódico que no ha mojado su pluma en la tinta del independentismo catalán. Hoy lo hago, no vaya a ser que el dire me tire de las orejas. La verdad es que, siendo yo tan cosmopolita como Sinuhé y pareciéndome ridículos todos los nacionalismos, no es lo de Mas y sus xiquets, somatenes y claque cosa que me quite el sueño.

Tampoco he firmado ninguno de los manifiestos contrarios a la intentona secesionista. Y no lo he hecho por dos razones.

En primer lugar, porque nadie me lo ha pedido. Se conoce que los responsables de tales iniciativas me ven como un cero a la izquierda, quizá por estar yo escorado a la derecha.

Y en segundo, porque, en estricta aplicación de la doctrina Berlanga, soy reacio a sumarme a esas pamemas (prefiero, como él, a las garotas de Ipanema), que no sirven para nada y en las que siempre hay un poso de vanidad. Cierto es que en otros tiempos firmé peticiones a favor del latín en la enseñanza, de los centros de acogida de gatos y de la Fiesta, que es menos Nacional y más Internacional de lo que los nacionalistas creen, pero esos ejemplos son para mí tan sagrados como lo es la patria para quienes se sulfuran ante la posibilidad de que Cataluña se independice y, curiosamente, también para los defensores de tan innecesario desatino.

Todo ese barullo arranca de la guerra de Sucesión entablada por los partidarios de los Borbones y los del Archiduque al morir sin descendencia el Hechizado. Cataluña cerró filas en torno al segundo y no digirió la derrota. De ella viene otra pamema: la de la Diada. Libidinosos son los caminos de la historia. Si el semen del último Austria o los óvulos de sus cónyuges hubiesen sido más fértiles, Cataluña se sentiría ahora tan española como el tambor del Bruch. De los polvos de aquella guerra de Sucesión (o de los no polvos de aquel tálamo) vienen los lodos de la actual guerra de Secesión. Fue algo similar lo que impidió que la corona castellana y la aragonesa volvieran a separarse. Si el Rey Católico hubiese dejado encinta de un varón a Germana de Foix, el “tanto monta, monta tanto” habría sido un gatillazo y la capital de Cataluña estaría hoy en Zaragoza. Bien sabían los Atridas que todo, en la historia, procede del catre. Allí está el origen del mundo según Corbet. El onorévole debería echar un kiki en Bruselas, pagado con francos suizos, y lo mismo le bajaba el calentón y el patrimonio. Elija entre la Küchler, la Merkel y la Lagarde.

Publicado en la sección “Mundo”, El Mundo, 19 noviembre 2012.


Publicado en: ...el 20 Noviembre 2012 @ 15:22 Comentarios (1)

One Comment

  1. A 20 Noviembre 2012 @ 21:55 ER MANUÉ dijo:

    LUMBRERA, TÚ QUE ERES TAN VIAJERO, ¿NO TE HUBIERA GUSTADO ESTAR EN ESE SALÓN DEL AUTOMOVIL CHINO DONDE HABÍA UNAS AZAFATAS DE MENOS DE DIEZ AÑOS VESTIDAS DE VAMPIRESAS?