Breve historia del mundo

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Ese título puso Wells a un libro que me cautivó en la infancia y me indignó en la adolescencia. Lo primero, porque me pareció una novela de aventuras; lo segundo, porque en él se decía que el Duque de Wellington, con la ayuda de los españoles, expulsó de España a los franceses. ¡Hombre! ¡Tanto como eso! Creía yo entonces, acribillado por el acné patriótico que caracteriza a los impúberes, que había sido al revés. Ahora, desmoralizado por las arrugas de la ancianidad, ya no estoy tan seguro…

Lo que es no puede dejar de ser, según la Gîta, pero tampoco puede llegar a ser lo que no es. La historia del mundo, si eso fuera cierto, ni empezó ni terminará. Inútiles se me antojan los esfuerzos de los científicos y los teólogos empeñados en averiguar cuándo y por qué se puso a hacer tictac el reloj del universo y en qué instante y se detendrá… ¿Big Bang, partícula de Bosson, Génesis, ADN, entropía, calendario de los mayas, Armagedón, Parusía? Siglas, nominalismos, palos de ciego.

Fútiles, como digo, me parecen tales especulaciones, y me lo seguirían pareciendo incluso en el caso de que cupiese darles respuesta. Los encadenamientos de causas y efectos no arrojan luz alguna sobre la esencia de los fenómenos, aunque sí sobre su desarrollo. Pero eso no es conocimiento, sino descripción.

Pongamos que el anima mundi (la energía, la vibración, el ápeiron de Anaximandro, la tetraktys de Pitágoras, el tetragrámaton de los judíos, el Verbo del apóstol Juan, las mónadas de Leibnitz, el élan vital de Bergson, el Espíritu… Llámenlo como quieran) ha ido generando a lo largo de eones contados por millones todo ese batiburrillo que se llama kosmos.

¿Hubo un diseño inteligente? Sí. ¿Sigue en vigor? Sí. ¿Es divino? No. ¿Quién lo trazó? La evolución, único dios verdadero.

Pero inteligente no significa infalible. Un mal día, esa deidad atea se despistó, metió la pata, introdujo un bucle innecesario en su trayectoria, impecable hasta entonces, y consintió que una nueva especie animal se colara entre las ya existentes. Era o llegaría a ser bípeda, implume, obesa, depredadora en grado sumo y supuestamente racional. Creció y se multiplicó, siguiendo las instrucciones de un tal Yavé, hasta colonizar la tierra. Aquel día terminó la historia del mundo y comenzó la del Kaliyuga o Edad Corrupta. Cuando ésta culmine, según los Vedas, todo volverá a empezar o, según la Gîta, todo seguirá como si el hombre nunca hubiera existido.

Publicado en la sección “El lobo feroz”, El Mundo, 23 julio 2012.


Publicado en: ...el 23 Noviembre 2012 @ 04:29 Comentarios (3)

3 comentarios

  1. A 23 Noviembre 2012 @ 15:19 ER MANUÉ dijo:

    No da una la lumbrera. La Evolución ni es diseño ni es azar: es selección natural.

  2. A 23 Noviembre 2012 @ 19:14 Indignado dijo:

    Tremendo artículo!!! estaba pensando (ese es el Dragó que me gusta), aunque esas ideas en cierto modo ya las dijera varias veces… hasta que llegué al final, que es descorazonador. Para mí sobra ese jarro de agua fria. Dice Jodorowsky que el ser humano mutará, está mutando: una nueva humanidad edstá cerca. Todo está cambiando en el universo y somos parte de ese cambio. El ser humano seguirá avanzando y creando, mejorando. Apuesto por ello!

  3. A 23 Noviembre 2012 @ 19:24 Indignado dijo:

    Por cierto (y con esto acabo) si no nos creemos la Biblia ¿a cuento de qué creer la Gita o los Vedas? Son enseñanzas metafóricas, no se pueden interpretar literalmente… Dragó tiene demasiada fé en lo oriental.

    Bueno, y ya lo dejo, que no le quiero meter caña. En el fondo es un genio, sobre todo como lector, es que criticar lo que hacen los demás es muy fácil, pero escribir, amigo, escribir y, por ejemplo, no contradecirse, eso lo han conseguido poquísimos. Ahora con los comentarios en internet los palos a los creadores vuelan, en fin.