Grandes yoguis naturales: los gatos

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La cofradía de los amantes de los gatos sigue dando frutos literarios. En la anterior entrega de este blog colgué un texto del poeta López Andrada dedicado a la muerte de su gatita Michu. Tuvo notable repercusión. La agradezco, la agradece él, la agradece ella -seguro- desde la otra orilla del puente del Arco Iris y ahondo hoy en la brecha abierta por ese réquiem reproduciendo lo que Ramiro Calle, el hombre que trajo a España el yoga y que más ha hecho por su difusión, ha escrito a cuenta y cuento de su gato Emile…

“Muchas de las cosas que los seres humanos tenemos que trabajarnos incansablemente para conseguirlas, ya de manera natural las gozan los gatos. Es uno de los animales más misteriosos que existen, con una psicología muy peculiar. Su cerebro es mucho más similar al del hombre que el del perro, pero sus reacciones son, por un lado, siempre previsibles (les gustan los rituales, como si de la más sagrada liturgia se tratase) y a la par imprevisibles. Tienen una asombrosa inteligencia y son capaces de reaccionar en fugaces momentos cuando las circunstancias lo requieren. Su oído tiene un poder de escucha dieciséis veces superior al del hombre y pueden ver casi en la oscuridad total. Saben combinar los movimientos más rápidos y sagaces con lo que se llama en la tradición del yoga “la detención consciente”. Son flexibles y pueden ejecutar las asanas más diversas y sofisticadas. Saben absorber los impactos y se considera, ya desde la más remota antiguedad en Egipto, que tienen la capacidad de filtrar las energías conflictivas o negativas. Son sumamente perceptivos y no es de extrañar que mi buen amigo el doctor Antonio Tallón, mi neurólogo durante mi gravísima enfermedad (como reseño en mi obra En el límite) me dijera a propósito de mi gato Emile: “Es como usted, pero percibe más que usted”. Pueden estar sumamente atentos, como el yogui más entrenado, con la concentración unificada y muy intensa, siendo capaces de alcanzar planos mentales que parecen de éxtasis o samadhi. Su capacidad para estar vigilantes y a la vez sueltos y relajados es admirable. Eso es dyana, meditación en el radja-yoga: atento y ecuánime, hiperalerta y sereno. No es menor esa capacidad para realizar el savasana o relajación profunda, que pueden llevar a cabo con facilidad sorprendente en las circunstancias más arriesgadas. En cuanto a estirarse, lo hacen como nadie, con fluidez, elegancia y espontaneidad. Llevan a rajatabla la limpieza corporal, como recomiendan los antiguos textos de yoga; saben comer lo justo y conveniente, duermen con profundidad altamente reparadora y no pierden ocasión para investigar en la realidad que les rodea, con viva curiosidad. Siempre nos están enseñando y uno no se cansa de observarlos. Son grandes maestros y tienen la ventaja, sobre muchos gurús, de no tener infatuación, ego desmesurado, afán de poder y altivez. Son dignos desde la humildad. Tienen algo de la verdadera naturaleza búdica, pues no se alteran sin necesidad y viven conectados con el momento presente. A la vez son amorosos e independientes, tal como el yoga aconseja: ·”Ser de todos pero de nadie en demasía”. Tienen un desarrollado sentido lúdico y los yoguis (como era el caso de Sivananda) valoran mucho el sentido del humor y aprender a desdramatizar y ver las cosas como son. Sí, les gusta jugar y así viven distendidos el samsara (el universo fenoménico). Sus movimientos son armónicos, su mirada es limpia y cristalina, su respiración es calma y su corazón es cálido y amistoso. Saben reaccionar en la urgencia del momento, pero sin agresividad; no acarrean resentimiento ni rencor. Y saben seguir la instrucción de mi admirado y estrecho amigo Baba Sivananda de que “no haya pensamiento sin acción”. Desde luego, lo que parece bien cierto es que no se pierden en elucubraciones inútiles y, siguiendo la instrucción zen, cuando tienen hambre, comen, y cuando tienen sueño, duermen. No les gusta ser atosigados ni presionados, y por eso no atosigan ni presionan; como quieren ser respetados, respetan.

“Estoy profundamente agradecido a que el yogui Emile llegara a mi vida con motivo de mi enfermedad. Cuando estaba debatiéndome entre la vida y la muerte, Luisa lo recogió para llevarlo a casa. Mientras estuve enfermo, como si se tratara de un experto terapeuta, permaneció incansable a mi lado. Creemos errónea y egocéntricamente que las mascotas nos deben algo por nuestra atención, pero en realidad deberíamos estar profundamente agradecidos a ellas por ayudarnos a limpiar y abrir nuestros corazones a los sentimientos más puros y otorgarnos tanto amor incondicionalmente. Los animales (con los que el ser humano tan cruel e injustamente se comporta a menudo) no han venido para servirnos ni para cubrir nuestras necesidades, sino que son compañeros en el viaje de la vida. El día en que el homoanimal (que es lo que somos) evolucione y se convierta en un verdadero ser humano, se llevará las manos a la cabeza, espantado, al ver lo que ha sido capaz de hacer con los animales.

“Todas las mañanas despierto con ilusión porque encuentro al yogui Emile a los pies de mi cama y enseguida ambos nos ponemos en marcha. Un nuevo día que abordar. Ojalá pueda yo llegar a hacerlo con la atención y la ecuanimidad con la que lo hace el yogui Emile, uno de mis maestros más elocuentes.”

Hago mías, mi dilecto Ramiro, todas y cada una de las palabras que anteceden. De sobra sabes lo que los gatos significan en mi vida y cuánto he aprendido de ellos. Observándolos, como tú haces, he llegado a las mismas conclusiones a las que tú llegas.

Casi todo, ahora, en el ámbito del samsara, es naufragio. El kaliyuga llega así a su punto culminante. Mejor escribir sobre gatos que sobre el mundo que nos rodea, ¿no?

Ellos nunca lo harían. Obsérvese la foto. Mark Twain dijo que si los hombres y los gatos se cruzaran, el género humano mejoraría, pero el gatuno se estropearía.

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dragó gato dami bufa
Y además: lean la reseña que Javier Redondo Jordán ha publicado sobre mi libro “Soseki. Inmortal y tigre” en la revista cultural A vuelapluma. Les gustará. A mí, al menos, me ha gustado.

Publicado en Dragolandia, elmundo.es, 25 febrero 2013


Publicado en: ...el 27 Febrero 2013 @ 16:02 Comentarios (2)

2 comentarios

  1. A 28 Febrero 2013 @ 12:01 pivodi dijo:

    El hombre es un animal depravado. Todas las amarguras, las maldades y las melancolías del hombre provienen de su depravación, es decir, de haber renegado su verdadero destino, de haber violentado su naturaleza originaria. El hombre es un animal, nada más que un animal, y ha querido convertirse, por una perversión única entre los animales, en algo más que en un animal. Ha cometido una traición, la traición contra la animalidad, y ha sido castigado por esta prevaricación. Su única salvación está en volver al origen, reintegrarse plenamente a su naturaleza auténtica, volver a ser animal.

    Todos los grandes pensadores han reconocido que las bestias son incomparablemente más felices y perfectas que el hombre, pero nadie había pensado, hasta ahora, en elegir un método racional y seguro para operar la reunión con nuestros hermanos. El paraíso que hay que reconquistar es la fauna. El método consiste en acostumbrar gradualmente a nuestra especie a las condiciones de vida de los animales no domésticos. Ante todo, nada de vestidos. Prohibición de cortarse el pelo, la barba, las uñas. Prohibida la posición erecta: deben acostumbrarse a andar a cuatro patas. Vedado el uso de la palabra y de todo lenguaje humano, deberán comunicarse solamente por medio de gestos, mugidos y aullidos. Deben tender poco a poco a alimentarse de frutos, de raíces y de carne cruda. Naturalmente, no debe haber habitaciones o refugios de ninguna especie. Estará permitida la caza, pero sin armas, y la lucha cuerpo a cuerpo y diente contra diente. Ninguna ley, ninguna moral, ninguna religión. Bestias libres bajo el cielo libre. Y creo que pocos años bastarán para obtener el embrutecimiento integral de estas criaturas y, por consiguiente, su plena felicidad. Todo lo que atormenta e inquieta al hombre, bestia degenerada y corrompida, desaparecería por encanto, y reconquistarían lenta, pero seguramente, la plácida inconsciencia de sus antiguos hermanos.

    Surgirían seguramente objeciones, reacciones y hasta oposiciones violentas, especialmente por parte de los llamados intelectuales, verdaderos bacilos nefastos para nuestra especie…

    Bueno, lo dejo aquí, se me va de las manos, un saludo.

  2. A 01 Marzo 2013 @ 04:28 how to buy a runescape account dijo:

    Usted artículo es bueno! Voy a seguir